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Carreras contra el crimen

Criminalística y Criminología son títulos con mucha demanda, pero su encaje en el mercado laboral es complicado

Criminalistica y Criminologia
Vicheslav (Getty Images/iStockphoto)

Ligadas en el imaginario común a series como CSI y Mentes criminales, los grados en Criminalística y Criminología, dos disciplinas a menudo confundidas entre sí, son opciones formativas para los que buscan hacer carrera plantando cara al crimen. Eso sí, lejos de la espectacularidad y dramatismo de las ficciones audiovisuales. Estas dos titulaciones jóvenes cuentan con una gran demanda, pero lidian con salidas al mundo laboral aún un tanto borrosas.

Ambas pueden ser complementarias, señala por videollamada Carmen García, decana adjunta de Criminalística de la Universidad de Alcalá, pero son distintas. “La criminalística estudia, empleando el método científico, los vestigios de un hecho criminal para obtener información sobre su fuente y actividad para poder conocer las circunstancias del hecho criminal”, relata. La criminología, dice Arantxa Hernáez, vicepresidenta del Colegio de Criminólogos de Cataluña, estudia el delito, el delincuente, la víctima y el entorno social que rodea estos tres factores.

El aterrizaje de estas disciplinas como titulaciones oficiales es reciente. El grado en Criminalística: Ciencias y Tecnologías Forenses, por ejemplo, se puso en marcha en la Universidad de Alcalá, único centro en el que lo imparte —aunque ya existían másteres previamente— en 2017. “Las titulaciones oficiales de Criminología existen en España desde principios de siglo”, señala Javier Guardiola, vicedecano de Estudios de Grado en Criminología y Posgrado de la Universidad de Valencia. El centro estrenó la entonces licenciatura de segundo ciclo en 2004.

“La demanda ha sido enorme desde el principio. De hecho, las famosas notas de corte están por encima de las de titulaciones históricas y tradicionales como Derecho, Economía o ADE”, señala Guardiola. “También es verdad que de Derecho mi facultad ofrece más de 500 plazas”. El mínimo para hacerse con una de las 100 plazas que ofertan es de 10,79. En el caso de las 90 para el doble grado con Derecho, 11,99.

“Es increíble lo que ha subido”, comenta Alba Quintana, de la primera promoción que se ha graduado en Criminalística este año. “Hay pocas plazas y hay una demanda se ve que alta. Lo que ocurre es que la demanda es bastante vocacional”, señala García. Actualmente cuentan con alrededor de 60 plazas y el baremo está en 12,61.

Álvaro Morales es alumno de segundo de Criminalística, pero ya tiene el título de criminólogo bajo el brazo. Cuenta que le atraían el crimen y las conductas antisociales. Después, al estudiar las disciplinas dentro de la Criminología, se topó con la que ahora le ocupa. A Quintana, aunque no fue su primera opción, siempre le llamó la atención el campo. Cristian Arribas, por su parte, está en el último curso y cuenta que siempre le interesó conectar de alguna manera las ciencias naturales con las ciencias sociales.

Impacto televisivo

“Algo de eso hay, obviamente. La televisión hace propaganda y hay cuestiones de moda”, comenta Guardiola sobre si las series tienen que ver con la demanda, “pero también porque se trata de una disciplina y una profesión que son apasionantes”. García lo asocia más al deseo de que haya una mejor justicia. “Sí que pensábamos que tenía un efecto y en una de las preguntas incluso les pusimos distintas series, y algunos ni las conocían”, relata.

“Tengo compañeros que dejaron el grado un poco por ese motivo. Al final, si no te convence y estás asustado decides abandonar pronto para buscar una alternativa”, cuenta Quintana en referencia a las perspectivas laborales. “Inicialmente se pensaba en las salidas clásicas, que son los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad: Policía, Guardia Civil, Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses…”, relata la decana. Pero ahora, señala, se empiezan a dibujar nuevos horizontes, como empresas que ya cuentan con sus propios departamentos forenses o empresas de peritaje y laboratorios privados.

Quintana ha decidido que lo suyo son más las nuevas tecnologías y la investigación que las muertes violentas y aspira a especializarse en informática forense a través de un máster oficial. “Creo que es lo que más va a estar en auge. Los delitos informáticos y la ciberdelincuencia no dejan de aumentar y los dispositivos siempre están ahí”, cuenta. Arribas, que sí apunta a la Policía Científica, cuenta que también hay empresas, como aseguradoras, que investigan en caso de incendio o accidente. “Pero he de decir que esta labor la lleva principalmente la Policía. Por lo privado es más complicado”.

Morales baraja varias opciones e intenta encaminarse a medida que se va formando. “Una gran vía que se está abriendo es el ejercicio de la criminalística en laboratorios privados”, cuenta. Para él, una de las ventajas que ofrece un centro privado propio es poder dedicarse a varias disciplinas dentro de la criminalística.

En el caso de Criminología, Hernáez cuenta que muchos optan por cursar un máster u otro grado. La profesión, dice, no está regulada y los titulados pueden acceder a numerosos puestos de trabajo de los que no conocen sus nombres. “Les dicen dónde pueden trabajar, pero no de qué. Y cuando buscan ofertas con la palabra criminólogo, no las van a encontrar”. Como una de las principales salidas menciona la seguridad corporativa y, en Cataluña, con competencias en prisiones, la ejecución penal.

Otras opciones, que pueden requerir formación adicional o aprobar una oposición, pasan por el ejercicio como detective privado, la asistencia a víctimas, atención a menores, el desarrollo como asesor… “Todo esto es cualificación y posibilidades. Luego está el problema de las realidades”, señala Guardiola. “Es un mapa profesional complejo”, asevera, “pero en el que los titulados van encontrando un espacio y lo encontrarán cada vez más”.

Un colegio de criminalistas

Debido a su reciente implantación, los criminalistas no cuentan con un colegio profesional. Cristian Arribas, estudiante de último curso, considera que es fundamental y ya se ha interesado por su constitución. “Veo que es necesario, igual que lo tienen los abogados o los médicos. Porque de esta manera podemos poner en valor las necesidades de este colectivo profesional y defender nuestros intereses laborales”, asegura.


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