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El renacer de las vocaciones científicas

La pandemia ha disparado la demanda para cursar estudios relacionados con la biología, la farmacia o la química

Estudiantes en un laboratorio de la Universidad de Granada.
Estudiantes en un laboratorio de la Universidad de Granada.Fermin Rodriguez (NurPhoto via Getty Images)

Uno de los efectos (otro más) de la pandemia de la covid-19 es que ha multiplicado el interés de los jóvenes por los grados relacionados con la investigación. De alguna manera, el coronavirus ha concienciado a buena parte de la población de la importancia de invertir en ciencia y ha puesto de relieve la labor de los científicos en su lucha contra reloj para conseguir vacunas con las que salvar vidas.

Esta atracción de los estudiantes hacia las titulaciones científicas se ha traducido en un aumento generalizado de las notas de corte para acceder a carreras derivadas de disciplinas como la biología. Y algunos grados como el de Bioquímica, Biotecnología o Biomedicina, que abarcan áreas de trabajo como la sanitaria, la agroalimentaria o la industrial, están entre los más solicitados. “Lo que más motiva a los chicos y chicas que llegan a la Facultad es todo ese misterio relacionado con el entorno celular, genético, microbiológico y bioquímico, que tiene mucho que ver con la realidad que nos ha enseñado la covid-19”, afirma el presidente de la Conferencia Española de Decanos de Biología, Pedro Casero.

Precisamente la diversidad de enfoques, incide Casero, es uno de los puntos fuertes de esta titulación, por lo que es posible que en el futuro aún se diversifique más, en busca de nichos más específicos. En su opinión, el nivel de formación que las universidades españolas de biología ofrecen a sus egresados es comparable a la del entorno universitario europeo, anglosajón y americano. “Cuando salimos a trabajar o a investigar fuera de España, nuestros colegas extranjeros no notan la diferencia. El biólogo está bien considerado cuando sale al exterior”, añade.

Algo similar ocurre con Farmacia. Desde que estalló la pandemia, el papel activo de las industrias farmacéuticas en busca de la vacuna ha hecho que se acentúe la preferencia por este título. “El farmacéutico se ha convertido en uno de los pilares de nuestra sociedad”, señala Melina Díaz desde la Fundación CYD (Conocimiento y Desarrollo). En esta institución confirman que hasta la irrupción de la pandemia, los futuros universitarios optaban por carreras con futuro laboral y rápida empleabilidad. Pero a raíz del confinamiento, muchos de sus gustos cambiaron y fijaron su atención en profesiones imprescindibles muy vincu­ladas a las consecuencias inciertas y temidas del SARS-CoV-2. Ese efecto contagio de las historias personales y humanas detrás de cada investigador ha traído consigo mayores vocaciones científicas.

Solicitudes al alza

La decana de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, Beatriz de Pascual-Teresa Fernández, constata que este año ya han recibido más de un 30% de solicitudes de admisión, una tendencia que comenzó a manifestarse el curso pasado. Las necesidades generadas por la covid-19, como el desarrollo de métodos de diagnóstico rápidos o la investigación de nuevos fármacos y medicamentos, explica estas cifras. “El análisis de la enfermedad y su impacto ha impulsado la investigación en aspectos muy importantes para el farmacéutico como la epidemiología, la salud pública o la educación sanitaria. Podemos dar por seguro que la pandemia se incluirá en todos los programas de las asignaturas”, vaticina la decana.

Algo similar ocurre con los estudios de Química, una rama de la ciencia con aplicaciones en prácticamente todos los ámbitos y muy relacionada con otras disciplinas como la Biología, la Física, las Matemáticas o la Inteligencia Artificial. De ahí el éxito de los dobles grados o itinerarios. Esta transversalidad, sumada a las aplicaciones de la química en la vida real durante este año marcado por el coronavirus, también ha incrementado las peticiones de solicitudes para cursar este título. “Los alumnos han tenido la oportunidad de ver el papel que ocupa la química en condiciones muy duras”, remarca la presidenta de la Conferencia Española de Decanos de Química, Pilar Bermejo.

Más allá de la investigación en los laboratorios, ha sido esencial, por ejemplo, para detectar el virus en las aguas residuales y poder anticiparse así a futuros brotes, o en el desarrollo de nuevos productos y materiales desinfectantes. “La química es una ciencia viva que evoluciona rápidamente, y más en estos tiempos de ­revolución tecnológica”, sostiene Bermejo.

Precisamente la tecnología y el avance de los sistemas virtuales de datos están detrás de algunas de las nuevas titulaciones que algunas de las universidades españolas de referencia brindaron en el curso 2020-2021. Es el caso de los grados en Bioinformática (UAB), en Ingeniería Biomédica (UAM), en Ciencias de Datos e Inteligencia Artificial (UPM) o el doble grado en Ciencia e Ingeniería de Datos y Tecnologías de las Telecomunicaciones (Universidad Carlos III). “Si vinculamos estos nuevos grados con la salud, es muy posible que, dado el avance natural de la tecnología —que se ha acelerado aún más por la pandemia—, surjan titulaciones más nuevas y específicas. Y los estudiantes necesitarán una fuerte formación en competencias digitales, con un enfoque muy transversal”, avanzan desde la Fundación CYD.

El germen del interés arraiga en las aulas de secundaria

Los expertos coinciden en que es fundamental fomentar las vocaciones científicas de los chicos y chicas que cursan ESO y bachillerato. De hecho, existen planes financiados con dinero público enfocados a iniciativas como el bachillerato STEM, diseñado para fomentar los estudios de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas entre los alumnos durante su formación preuniversitaria. También muchas universidades participan en distintos programas con el objetivo de interactuar con los estudiantes de secundaria, quienes suelen agradecer este tipo de actividades. Aun así, el nivel en formación científica de los jóvenes que aterrizan en las Facultades desde los institutos es mejorable. “En matemáticas, física y química, los chicos tienen carencias importantes”, lamenta la farmacéutica Beatriz de Pascual-Teresa. “Los alumnos deberían llegar con mejor formación en química, se dedica poco tiempo a su estudio en bachillerato y reciben muy poca formación práctica”, coincide Pilar Bermejo.

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