Enfadarse con un compañero de trabajo: ¿cómo evitar que los conflictos laborales se conviertan en algo personal?
Contar con mecanismos para solucionar enfrentamientos en la oficina no solo beneficia al individuo, también es interesante para cualquier corporación. Gestionarlos desde la asertividad y buscar la negociación suelen ser los mejores cortafuegos para evitar llevarse el problema a casa
La guerra de apagar o encender el aire acondicionado; la molestia que genera escuchar cómo el compañero de mesa aporrea el teclado con todas sus ganas o no entender la razón por la que fulanito ha dicho tal cosa en una reunión. Estas y muchas otras son fuentes habituales de conflicto en el trabajo, problemas menores que terminan creando situaciones de tensión entre compañeros. En trabajos presenciales es fundamental que, para lograr un mejor desempeño del equipo, las relaciones sean positivas entre los que comparten profesión y espacio, pero no siempre es fácil. Tampoco significa que todos tengan que ser amigos, pero suele ser importante intentar que incluso los que menos se entienden puedan tener un trato cordial. Ahora bien, mantener un buen nivel de bienestar laboral no solo depende de los empleados, también pasa por crear entornos donde el que trabaja se sienta cómodo para desempeñar sus tareas y, por tanto, la convivencia con los demás sea más fácil.
Es así como se busca evitar el tan afamado síndrome burnout, que ataca a aquellos que sufren un estrés laboral crónico y cuyos síntomas empiezan por sentir una profunda desmotivación, desinterés por lograr sus objetivos, cansancio o fatiga y sentimientos negativos cíclicos por el trabajo, entre otros. En este sentido, la relación con los compañeros con los que se comparte la jornada tiene un papel fundamental, pues en aquellas empresas en las que se ha extendido una dinámica de estrés generalizada la probabilidad de que surjan conflictos entre los trabajadores crece considerablemente. Si al desasosiego producido por una gran carga de trabajo se le suma el hecho de tener que lidiar con los enfados de tus iguales o superiores, el sentimiento de malestar se multiplica.
El remedio, por tanto, no solo pasa por buscar una solución a los enfrentamientos personales, sino que consiste en resolver satisfactoriamente las desavenencias que surgen en el día a día respecto a las diferentes formas de pensar o de trabajar, para que no acaben afectando a la relación entre compañeros. Contar con los mecanismos adecuados para solucionar los conflictos no solo beneficia al individuo, también es algo que resulta interesante para cualquier corporación que, si consigue mantener un clima de trabajo sano, tendrá mayor capacidad para retener el talento de sus trabajadores y maximizará su rendimiento.
En este sentido, el doctor Alfredo Rodríguez Muñoz, especialista en psicología de las organizaciones y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, señala que actualmente se trabaja mucho en el área de la recuperación del estrés a través de dos grandes vías: “La de la desconexión psicológica, que tiene que ver tanto con lo que a nivel personal puede hacer una persona para salir de la dinámica del trabajo ―como deporte o alguna otra actividad estimulante de evasión― como con lo que algunas empresas están implementando para que se produzca esa desconexión”. Se refiere, por ejemplo, a la obligatoriedad de desconectar el móvil fuera del horario de trabajo que, aunque en España no es una práctica muy extendida, sí se está implementando en otros países. “La segunda vía tiene que ver con la promoción de la salud a través del sueño. La buena calidad del sueño facilita romper con el estrés que genera tener conflictos en el trabajo, irse a casa más irritable y, como consecuencia, dormir peor o menos tiempo. En este contexto, lo que al día siguiente puede ser un conflicto normal, el empleado lo va a interpretar probablemente como algo mucho más grave por esa acumulación de cansancio y estrés que arrastra”, continúa el profesor.
En muchas ocasiones, estas discrepancias en torno al desempeño del trabajo tienden a generar también bandos, una especie de grupos de aliados con los que se comenta la jugada de lo mal que se ha comportado este o aquel. Cuando el desahogo entre compañeros se vuelve una conversación habitual en la que nos recreamos en los conflictos de unos y otros, el problema principal tiende a colectivizarse, generando ambientes de trabajo tóxicos en los que las relaciones sociales están muy deterioradas. Eso no significa que no se pueda buscar refugio u opinión en alguien de nuestra confianza, pero hay que pensar que cuando un conflicto profesional nos afecta, gestionarlo desde la asertividad suele ser el mejor cortafuegos para evitar llevarlo al territorio personal.
Según la psicóloga Elisa Sánchez, especialista en salud laboral y recursos humanos, en casos de conflicto laboral lo ideal es buscar la negociación. Es decir, llegar a acuerdos con quien se ha generado cierta tensión, pero desde una postura asertiva, “mostrando empatía e intención de querer solucionar los problemas, incluso si para ello tenemos que ceder en algunas cosas”. La también profesora de la Universidad a Distancia de Madrid aclara que hay que tener cuidado incluso con las desavenencias nimias, porque en ocasiones pueden generar situaciones de violencia o acoso normalizado. Si nos vamos al ejemplo fácil, dejar de hablar a un compañero o reducir al máximo las interacciones con él es, sin duda, una forma de violencia que puede llegar a derivar en acoso. “Solucionar los problemas entre compañeros mediante acuerdos es fundamental para evitar que vayan a más, pero si se traspasa esa barrera hay que saber que las empresas están obligadas por ley a tener procedimientos de gestión de situaciones de acoso que impidan que los conflictos internos hagan mella en la salud mental de sus empleados”, añade Sánchez.
Sobre llevarse los problemas a casa, es decir, continuar dándole vueltas a un conflicto laboral una vez que hemos salido por la puerta del trabajo o durante los descansos, Sánchez aconseja evitarlo al máximo. “Muchas veces pensamos que seguir dando vueltas al tema es beneficioso porque te desahogas, pero se ha demostrado en diferentes investigaciones que eso es contraproducente porque no hace más que alargar la situación de estrés. El cuerpo no sabe diferenciar si estás teniendo esa situación de estrés ahora mismo o si es tu cabeza la que le está dando vueltas una vez que ya ha pasado. Por eso, acotar las conversaciones sobre temas negativos es una pauta prioritaria en todo tipo de conflictos”, aclara.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.