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El inesperado resurgir del esoterismo: pasatiempo o espiritualidad

Son muchos quienes ya no preguntan a los astros para saber su porvenir, sino como método de conocimiento personal, casi terapéutico, al tiempo que la figura de la bruja se recupera como reivindicación feminista. Hoy al horóscopo y otras artes herméticas se accede desde lugares tan inesperados como el humor o el diseño

Una joven en una tirada de tarot.
Una joven en una tirada de tarot.janiecbros (Getty Images)

Ni la del DJ ni la de los canapés, últimamente, la mesa más concurrida durante todo tipo de celebraciones es aquella en la que se tiran las cartas. Erika Gómez, tarotista especializada en eventos que ha trabajado para la cadena hotelera Hilton o la marca de lujo Louis Vuitton, asegura que cada vez encuentra a más gente dispuesta a hacer cola —perdiéndose parte de la fiesta— para sentarse unos minutos frente a ella. “Personas que de forma privada nunca acudirían a una lectura de tarot están deseando hacerme consultas cuando trabajo en un evento; he llegado a presenciar peleas por el turno”, explica. “Como trabajo en celebraciones, mis lecturas son rápidas, concretas y siempre en un tono positivo”, continúa. Los temas por los que le preguntan, según cuenta, son los de siempre: “Amor, trabajo, salud… normalmente por ese orden”.

Sin embargo, esta presencia exitosa de tarotistas, videntes y médiums en inauguraciones de hoteles, en galerías de arte o en bodas es mucho más reciente que las preocupaciones de quienes les consultan. Una prueba más de que el horóscopo y otras artes herméticas están de moda, se practican entre amigos y que a su público habitual, formado por aquellos que las abrazan como legado y por curiosos o desesperados en busca de resultados inmediatos, se le suman millones de jóvenes que acceden a ellas desde lugares tan inesperados como el humor, el diseño, el arte contemporáneo o el feminismo. Es difícil saber —ocurre con cada fenómeno surgido en internet— si este renovado interés de las generaciones millennial y Z por el ocultismo es algo lúdico, irónico o fingido.

Charas Vega gestiona la cuenta @charcastrology en Instagram (en la que relaciona signos zodiacales con sucesos de actualidad) y ha publicado Me lo han dicho los astros, una novela sobre una joven periodista, materialista y escéptica, que recibe el encargo de revitalizar la sección de horóscopos de su periódico. Charas cree que, en tiempos de autoficción y continua reconstrucción de las identidades, el horóscopo ha enganchado a muchos jóvenes porque apela al yo y a cómo nos definimos. “En las redes sociales creamos una idea sobre lo que somos y tu signo es un brazo más. Con la astrología haces un trabajo de autocrítica y miras hacia zonas de ti mismo que en otras condiciones no mirarías”, añade. Los memes de Charcastrology o la sección que Charas conduce en el programa Tardeo (Radio Primavera Sound) son ejemplos perfectos de este uso de las referencias zodiacales como vía de escape o como atajo para tratar otras cuestiones. “Yo hago memes de astrología muy absurdos donde hablo, la mayoría de veces, de cultura. He aprendido a disfrutar de esa narrativa, pero lo que hago es humor y me gustaría no tener que repetirlo tanto”, explica la autora, que no oculta que en su método no hay conjuros ni tiradas de cartas. “Me baso en las cosas que me gustan o en lo que está pasando. Uso la aplicación Google Keep y voy apuntando lo que se me ocurre”.

Algo parecido hace Rafael López en @Afirmacion.es, otra cuenta muy popular en Instagram con 176.000 seguidores. Él transforma el formato de las afirmaciones o el refuerzo positivo (una práctica o creencia, entre el coaching y la cábala, que consiste en repetirse algo a uno mismo hasta que lo invocado sucede) en un contenido crítico y divertido que, en sus palabras, “trata problemas comunes y mundanos”. “Las corrientes de memes y de contenido que más impacto están teniendo son las que critican un poco al sistema y proporcionan un alivio o un descanso”, expone López, que considera que su cuenta está relacionada con las “nuevas espiritualidades”, aunque se aproxime a ellas en forma de parodia. “Al principio me escribía gente que practica el tema de afirmar a diario, no les gustaba ver algo que ellos se toman en serio envuelto en una capa de sarcasmo. Pero ya he dejado de recibir esos mensajes y creo que ahora se entiende un poco mejor que la cuenta es un medio de escape y está pensada para hacer reír”.

En el terreno de la crítica más académica, Calibán y la bruja, de Silvia Federici, es, quizá, el ensayo más importante sobre la persecución que sufrieron las mujeres durante los albores de la modernidad y el capitalismo. Según indica Federici en su introducción: “La caza de brujas trató de destruir el control que las mujeres habían ejercido sobre su función reproductiva y sirvió para allanar el camino al desarrollo de un régimen patriarcal más opresivo”. Así, durante siglos, la etiqueta de bruja habría servido para señalar y disciplinar a cualquier mujer que reclamara su autonomía personal o que cuestionase un régimen de conocimiento dominado por hombres. Con estos antecedentes históricos, no es de extrañar que los feminismos contemporáneos reivindiquen la figura de la bruja.

Y precisamente en la intersección entre moda, feminismo y magia se sitúa la marca de joyería Morgana Sanderson, que prepara pequeñas piezas llenas de símbolos. Sus fundadoras, Gloria Buecher y Elena Carrasco, cuentan que para crearlas se inspiran en “películas de los noventa como Jóvenes y brujas y El retorno de las brujas, en la estética de la época victoriana, el mundo prerrafaelita, la primera fotografía, los personajes mitológicos, el surrealismo o en libros sobre la mujer en el arte como Las hijas de Lilith, de Erika Bornay”. Ellas son conscientes de que todo lo relacionado con el ocultismo siempre ha estado ligado a las mujeres: “Pitonisas, curanderas, hechiceras y brujas… El papel de aquellas mujeres que más tarde fueron asesinadas era curar. Poseían un amplio conocimiento y manejo de la botánica y plantas psicoactivas como la belladona y la adormidera. También ejercían de comadronas, ayudando a la población campesina que no tenía recursos. Para nosotras, la brujería es una manera de reivindicar el papel de la mujer. Nos apropiamos de un término negativo como el de bruja y lo convertimos en algo nuevo y poderoso”.

“La magia puede ayudarte a conectar contigo mismo. La lectura del tarot o la taseomancia [la interpretación de los posos del té, vino o café] sería, en realidad, un trabajo introspectivo que te ayuda a analizar y valorar algunos aspectos de tu vida que quizá no te habías cuestionado”, piensan Gloria Buecher y Elena Carrasco. Coinciden con Nuria Navarro, una joven artista murciana que trabaja con las cartas “como modo de autoconocimiento”. Hace algunos meses, Navarro expuso Superabundante en el Centro Párraga, en Murcia, una instalación artística que “surgió buscando en tiendas y webs de productos esotéricos. Unos sitios un poco locos en los que ofrecen jabones quitapenas, extractos vencedores, colonias atraeclientes, friegasuelos dinero ven a mí, o esencias amarra a tu hombre”. “Fue un trabajo con el que disfruté mucho creativamente porque me dejé llevar por la sensación de estar haciendo algo muy irracional, muy estúpido y muy gracioso”, recuerda la artista.

La exposición de Nuria Navarro ilustraba cómo buena parte de la magia contemporánea oscila entre la trascendencia y la frivolidad, y ella misma reconoce que la atracción que siente por las tiendas esotéricas (“porque despliegan una fantasía, casi siempre egoísta, muy entrañable”) en ocasiones se transforma en preocupación: “Juegan a solucionar problemas bastante serios (adicciones, falta de amor, crisis económica, rupturas…) como si compraras ibuprofeno”. En cualquier caso, Navarro, que sabe lo que es recurrir al tarot “en una época oscurilla” de su vida, seguirá trabajando con materiales ocultos, sagrados o misteriosos, y es que, según dice, arte y magia “pueden funcionar de manera conjunta o llegar a ser lo mismo, como ha sucedido durante otras épocas”.

En El péndulo de Foucault, la novela en la que Umberto Eco ensayó la fórmula del bestseller esotérico, uno de los protagonistas, un editor que se ve enredado en una conjura misteriosa, comenta que en tiempos oscuros es casi “un deber cultural” ofrecer al público “el rayo de esperanza de lo sobrenatural”. Las creadoras de Morgana Sanderson conocen bien las dificultades que enfrentan los jóvenes contemporáneos y saben que sus joyas, coleccionables como si fueran amuletos, sirven para que sus clientas se diviertan fantaseando con poderes sobrenaturales: “Nuestro público mayoritario son mujeres de nuestra generación [nacidas a principios de los noventa] que, como nosotras, crecieron con Sabrina, cosas de brujas. Conectamos con ellas a través del universo que hemos creado: las historias que esconden nuestras joyas, los posts sobre mujeres que nos inspiran, contenido relacionado con el horóscopo o la luna... un universo en el que nos gustaría vivir”. Que la magia exista o no es irrelevante para disfrutarlo.

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