Cómo sumergirse en una bañera de hielo: así es el método Wim Hof que conquista a las celebridades y puede ayudar a reducir el estrés
La tendencia de usar el agua helada como práctica curativa no es nueva, pero exponerse a bajas temperaturas para buscar el santo grial del bienestar se ha popularizado y el culpable es este gurú holandés. Probamos su técnica y el efecto que produce tanto en el cuerpo como en la mente
Toma una fuerte inspiración; mete un pie; luego, el otro; ve bajando hasta sentarte, sin pensarlo, con determinación; trata de no hiperventilar, respira a un ritmo normal. En lo que dura un suspiro te encuentras inmersa en agua helada hasta el cuello o la axila —las dos opciones son igualmente válidas, la elección solo depende de la osadía de cada uno—, y rodeada de 120 kilos de hielo. En Parvati Yoga Málaga, una sala de yoga en el centro de la ciudad andaluza, a mediodía de un soleado día de diciembre, un grupo de siete personas conforma un círculo alrededor de una tina de metal, entonando el mantra om, mientras que dentro de la bañera alguien aguanta los dos grados centígrados que marca el termómetro sumergible. Algunos ya lo han experimentado y otros lo harán después. El frío se cala por cada poro. No hay margen para ningún pensamiento, solo vivir el presente. Estar, existir, que no es poco, dadas las circunstancias. Respirar, sentir y concentrarse en la respuesta del cuerpo.
Los primeros treinta segundos de la inmersión en hielo son cruciales, ya que es el tiempo mínimo que necesita el ser humano para adaptarse y soportar la sensación de gelidez. Según los expertos, los beneficios del frío se experimentan entre los 16 y los 18 grados. En una primera experiencia, sin embargo, se recomienda aguantar solo hasta dos minutos dentro del agua, a pesar de que cuanto menor sea la temperatura más sencillo es adaptarse. “Cuando lo sientas, cuando quieras, ya puedes salir”, indica la instructora Carolina Campuzano, pasado ese margen, que parece corto y a la vez eterno. Es el momento de salir y preguntarte dos cosas: cómo has podido sobrevivir al que probablemente sea el mayor frío al que te has expuesto, de manera voluntaria, habiendo crecido en un país europeo desarrollado entre el siglo XX y XXI. La otra gran cuestión que surge es qué beneficios reportará en tu vida, a nivel físico y mental, haber experimentado este frío que te convierte automáticamente en pariente del mismísimo Yeti. Bienvenido, acabas de probar el método Wim Hof.
Pero, ¿qué es el método Wim Hof y por qué cada vez hay más adeptos en todo el mundo? La tendencia de usar el agua como método curativo no es nueva —ya hablaba el médico griego Hipócrates en el siglo V antes de Cristo de los beneficios del agua fría para los dolores musculares—, pero los baños helados como elemento clave para ayudar a reducir el estrés, fortalecer el sistema inmune, la salud mental y la recuperación física se han popularizado entre famosos y el gran público y uno de los culpables es Wim Hof. Este holandés, apodado El hombre de hielo, ha desarrollado una serie de herramientas en las que puedes preparar el cuerpo a través de la respiración y la meditación y así enfrentarte a cualquier temperatura: “Eres más fuerte de lo que piensas” es uno de sus lemas.
La historia personal de este exatleta y ahora gurú, que recientemente contó en un capítulo de la primera temporada de la serie de Netflix The Goop Lab, centrada en la empresa de bienestar de la actriz Gwyneth Paltrow, es una de las fuentes de inspiración para que muchos piensen que su método funciona. En 1995, y tras una crisis psicótica, su esposa se suicidó y se quedó viudo a cargo de sus cuatro hijos. Fue a raíz de esta tragedia que Hof encontró en la meditación y la respiración una tabla de salvación y comenzó a desarrollar lo que ahora es su método, que lo ha llevado a correr media maratón en el Círculo Polar Ártico o a coronar el Everest en pantalón corto, entre otras proezas.
The cold leads the way toward a spirituality of the mind, a calmness with which you can handle any other stress. It is a spirituality that exists beyond the ego and maintains the soul. And it’s strong! pic.twitter.com/aTm2LkIY0V
— Wim Hof (@Iceman_Hof) October 29, 2022
La fascinación por su historia y su método ha llevado a muchas celebridades como Lady Gaga, Kendall Jenner, Lizzo o la propia Gwyneth Paltrow a probar e incorporar la exposición al frío entre sus rutinas. Concretamente estas dos últimas presumían recientemente a través de sus redes sociales cómo habían comprado una bañera de hielo para sus casas, tal y cómo recogía el diario The New York Times, una tendencia cada vez más extendida y que ha provocado que uno de estos dispositivos, en un mercado cada vez más en alza, pueda costar entre los 4.990 dólares (4.700 euros) y los 26.000 (alrededor de 24.500 euros). “Hace tanto frío que estoy entumecida, pero me ayuda con la inflamación”, escribía a modo de subtítulo Lizzo en un vídeo que colgó en TiKToK, en el que la artista aparece jadeando mientras se da un baño helado de tres minutos.
Pero no solo entre las celebridades hay predisposición a la exposición gradual al frío de las extremidades y el tronco con el propósito de encontrar el santo grial del bienestar. La práctica ha salido de los vestuarios, donde los deportistas utilizan habitualmente el hielo y el agua helada para aliviar la carga muscular provocada por el esfuerzo físico, para llegar al gran público y popularizarse cada vez más entre los talleres y cursos alternativos que ofrecen los centros de mindfulness y yoga. “Antes éramos dos instructores de Wim Hof en toda España. Y así ha sido durante muchos años. Pero el confinamiento y la covid vino a cambiarlo todo; la gente tiene muchas más ganas de descubrir y hacer algo distinto. Ya somos cinco o seis profesores del método en el país, principalmente en Madrid y en Barcelona. En Andalucía sigo siendo la única, además de la única mujer”, reivindica Campuzano, graduada en Fisioterapia e instructora oficial del método Wim Hof desde 2018. La joven malagueña, de 30 años, recuerda cómo dos años antes empezó a tomarse duchas de agua fría para retarse cada mañana y cómo se sentía una rara avis al ir a bañarse en invierno a la playa en Málaga. “La gente me aplaudía desde el paseo marítimo. Ahora ya somos un montón los que nos bañamos”, explica sonriendo.
Lo que terminó de convencerla de que su lugar estaba en aprender para luego enseñar los principios del método del holandés fue un reportaje sobre Hof en la revista Vice. Siete años después, entre el 24 y el 30 de marzo de 2023, Campuzano liderará una expedición a Polonia donde se encuentra la casa de Wim y sede central del método para todos aquellos que quieran profundizar en la técnica de exposición al frío. “Para mí es una filosofía de vida. Aunque no sea para todos, es un método que ayuda a todo el mundo. Tu mente te va a contar que no puedes, que el hielo está frío, que es superdesagradable y que no podrás superarlo; pero si has sentido la curiosidad estoy segura al 100% que puedes hacerlo”, explica Campuzano, que desde el inicio del curso de iniciación advierte a los participantes que el método está contraindicado para mujeres embarazadas y personas que sufren epilepsia. La instructora, además, insiste en el bloque en el que se trabaja la respiración, uno de los tres pilares del método —junto al enfoque mental y compromiso y la exposición gradual al frío—, de la importancia de hacerlo en un ambiente seguro. “Siempre se hace sentado o tumbado, nunca de pie; mucho menos conduciendo, en el agua o haciendo alguna otra actividad que implique riesgo”, especifica.
A este curso acuden todo tipo de perfiles, de personas que van a experimentar su primer chapuzón en el hielo a otras que es su 13ª vez. “Desde la segunda experiencia siempre quiero repetir, aunque me imponga y cada vez mi reacción sea distinta. Eso sí, me ocurre que en cuanto pasan unos meses, y no lo he practicado, el cuerpo me lo pide”, explica Hanane Meziouni, profesora de yoga y una de las alumnas de Campuzano. “Antes de mi primera vez tuve la respuesta típica: ‘¿Meterme en el hielo? ¿Qué me estás contando? Yo vengo de Marruecos, a mí no me gusta el frío”, cuenta esta licenciada en Farmacia nacida en Casablanca, que explica cómo desde que lo introdujo en su rutina no se resfría con tanta asiduidad como antes.
“En los días siguientes al baño me noté con más vitalidad, con más decisión. Inconscientemente te empodera porque te das cuenta de que si eres capaz de enfrentarte a ese autocontrol dentro de la bañera de hielo, las situaciones complejas en tu día a día ya no te desbordan tan fácilmente. Siento que te da una sensación de poderío”, explica al teléfono Sousan Arab, de 29 años y también profesora de yoga, días después de su primera inmersión en hielo. La joven confiesa que la experiencia le ha valido para atreverse a sumergirse semanas después en el mar, en pleno mes de diciembre.
“Es beneficioso para tu sistema vascular y la circulación. Cuando te metes en el hielo tus arterías se contraen y una vez sales se expanden. Con estos baños es como si estuvieras haciendo pesas con ellas, las estás fortaleciendo”, explica Campuzano sobre algunos de los beneficios meramente físicos del método. No hay demasiado estudios científicos sobre las bondades médicas de la práctica, pero sí algunos que confirman que la exposición al frío ayuda a mitigar el dolor muscular y la inflamación, como recoge un estudio del centro médico asociado a la Universidad de Radboud, en Nijmegen (Países Bajos), publicado en febrero de 2022.
Encontrar evidencias sólidas sobre la reducción del estrés, la ansiedad y la depresión de manera directa que ejerce las técnicas de Wim Hof sí que se ha convertido en el verdadero desafío para los defensores del método. “Para aprovecharlo al máximo, se debe invertir mentalmente en él”, escribía Wim Hof en el libro que publicó en 2021 donde lo explica y defiende. Para múltiples investigadores científicos esta afirmación ha sugerido que la buena predisposición y las altas expectativas de los participantes puede dar lugar a experimentar un efecto placebo, tal y como se explicaba en un artículo reciente en el diario The New York Times que también exploraba y profundizaba en las bondades y efectividad del mismo.
Quedan pocos minutos para acabar la experiencia completa. El grupo de participantes ya ha vivido lo que es enfrentarse a Valentina, el nombre que recibe la tina de metal en la que todos se han sumergido en hielo. Algunos han repetido la inmersión, otros han preferido iniciar el proceso de entrar en calor. El método Wim Hof recomienda hacerlo de un modo poco usual: no cubrir el cuerpo con ropa ni secarlo, adoptar una postura a horcajadas, como si se cabalgara un caballo, y con movimientos de izquierda a derecha que salen de la cintura, extender los brazos a un lado y otro, haciendo rotar suavemente el tronco, repitiendo la respiración profunda aprendida en los bloques anteriores del curso. En definitiva, como asegura Campuzano, sacar el calor del interior de cada uno a través de la movilidad. “Dice Wim Hof que sentir es comprender, y ese es uno de los beneficios principales que veo en este método, que te enseña de forma práctica a estar presente, a afrontar las visicitudes de la vida”, reflexiona. “En el fondo, el baño de hielo en Valentina, el bloque de respiración… Es todo actuación, un circo…. Los verdaderos baños de hielo se dan en la vida diaria: esa conversación incómoda con la familia o con tu pareja”. Y para esos baños no hace falta la presencia del hielo, pero sí grandes dosis de valentía.
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