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Citas de Quirón a las cuatro de la madrugada para hacer caja con la lista de espera pública: las pruebas de un sistema roto

La empresa gestiona cuatro hospitales públicos que atraen a pacientes de todo Madrid por sus bajas demoras, pero la población local asignada a esos centros, que no le reportan un ingreso extra, soporta retrasos de incluso más de un año

Fernando Peinado

A veces la Comunidad de Madrid guarda un extraño silencio sobre las decisiones que toma en su sanidad. Por ejemplo, a partir de 2019 varios hospitales públicos gestionados por la empresa Quirónsalud comenzaron a citar a pacientes para hacerles resonancias en un nuevo turno de madrugada. Sus máquinas funcionan sin descanso, como las de una fábrica que nunca deja de producir. Pasada la medianoche del sábado en el Hospital de Villalba, en la sierra, los pacientes entraban a la sala de espera tras pasar por un pasillo y una recepción desiertos en los que solo se escuchaba un zumbido eléctrico. “Parecía que yo era la protagonista de una película de miedo”, decía Karen Angove, de 51 años, mientras esperaba su turno. “Pensé que abajo en el sótano había una morgue”.

Para estos pacientes las resonancias nocturnas son una experiencia insólita; para Quirón son un negocio redondo. A cambio de un dinero extra abonado por el Ejecutivo autonómico, la empresa absorbe a los madrileños desesperados por las crecientes demoras en los hospitales 100% públicos. La decisión es parte de una estrategia más amplia que engloba a las consultas y a las cirugías y ha disparado el número de pacientes externos atendidos por los cuatro hospitales de Quirón en la red pública. La cara B de este fenómeno son los retrasos de un año o más que soporta la población local, por la que Quirón no recibe un ingreso adicional.

Esta disfunción se nota en el Hospital de Villalba, un centro de la sierra madrileña relativamente pequeño y distante, que al año recibe a más de 30.000 madrileños del resto de la región. El objetivo es hacer 26 resonancias entre la medianoche y las ocho de la mañana. Los pacientes, citados cada veinte minutos, no se cruzan con ni un solo empleado hasta llegar a la sala de diagnóstico de imagen, donde un técnico con bata les espera junto a la máquina en forma de tubo.

Karen Angove es una paciente de fuera de zona que ha conducido por las carreteras de la sierra 45 minutos, desde el pueblo de Venturada, para llegar a su cita a las 00.50. Trabaja cuidando a abuelitos y tiene la espalda hecha polvo, por eso necesita que se la miren. Lleva tres años viniendo a este hospital porque el trato, dice, es mejor que en el hospital que le corresponde, en San Sebastián de los Reyes. “Me encanta la rapidez”, cuenta mientras espera sentada a solas. Por cada resonancia a un paciente externo, la Comunidad paga a Quirón 130 euros; 199 si es con contraste.

La satisfacción de Angove contrasta con las quejas de múltiples vecinos del entorno del hospital que han hablado con EL PAÍS sobre esperas abultadas para algunas consultas y cancelaciones abruptas por parte del centro. Empezaron a notar las demoras después de la pandemia. Estos retrasos han coincidido con el incremento sostenido de pacientes externos para servicios de cualquier tipo, que han pasado de 7.508 el primer año de funcionamiento completo del hospital, en 2015, hasta 33.486 en 2023.

Carmen Cabrera, vecina de la zona de 65 años, ha sufrido retrasos varias veces. El 10 de junio, tras ser revisada por una enfermera, solicitó cita para que un dermatólogo le viera unos lunares que le preocupaban porque ya le habían extirpado antes tres carcinomas. Se la dieron para el 1 de septiembre de 2026, es decir casi un año y tres meses después. La demora es tan larga que hace inverosímil el dato que aparece en la web autonómica de 6,66 días de espera media para ver a un dermatólogo en Villalba.

Envió una reclamación y le adelantaron la cita, en este caso al 9 de septiembre de este año. Ha tenido experiencias similares con citas para digestivo (espera inicial de ocho meses) oftalmología (un año y un mes) y ginecología (cuatro meses).

Cabrera es una profesora jubilada que sabe defenderse en este sistema, pero cuenta que otros vecinos con menos recursos se callan y aguantan. Tampoco son conscientes del incentivo perverso que ha creado el sistema para atraer a pacientes externos en aparente detrimento de la población local. “Esto es un chiringuito de Quirón”, protesta.

El sistema fue diseñado en tiempos de la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, que introdujo la libre elección, es decir que cualquier madrileño pueda ser atendido en el hospital que quiera. Así, si un paciente recibe una cita con mucha demora en su hospital o centro de salud puede cambiarla por internet o teléfono y es frecuente que aparezcan huecos más convenientes en los hospitales públicos de gestión privada.

La idea de la libre elección era favorecer una competición entre hospitales para incrementar la calidad del servicio, pero el problema, dicen los críticos, es que solo un puñado de hospitales tienen el aliciente económico de atraer a pacientes de fuera, y estos son precisamente los cuatro de Quirón (la Fundación Jiménez Díaz, Valdemoro, Villalba y Rey Juan Carlos de Móstoles) y otro del grupo Ribera Salud (Torrejón). La contienda es asimétrica porque los hospitales públicos 100% incurren en costes por cada paciente de fuera de zona y los otros cobran por cada uno de estos que entre por la puerta.

No es casual que los campeones de las citas externas sean esos cinco hospitales públicos de gestión privada: en 2023, la Jiménez Díaz recibió a 84.082 pacientes externos, el Rey Juan Carlos a 64.820, Villalba a 33.486, Torrejón a 24.377 y Valdemoro a 20.173.

No se conocen los datos del año pasado porque el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso los ha omitido por primera vez en la memoria anual del Sermas, donde han aparecido durante más de una década. La oposición de izquierdas ha visto esta supresión como una prueba de complicidad con Quirón, que en los seis años de Ayuso ha cobrado más de 5.000 millones de euros.

Quirón está obligada en Villalba a dar servicio a 127.000 personas de ocho municipios (Collado Villalba, Alpedrete, Moralzarzal, Becerril de la Sierra, Cercedilla, Navacerrada, Collado Mediano y Los Molinos). Pero aquí se nota a simple vista la avalancha de pacientes externos. El parking se ha quedado pequeño y cientos de coches aparcan en descampados o sobre las aceras.

Por atender a la población local de los cuatro hospitales de Quirón, la Comunidad paga al año a la empresa una cantidad fija que para 2025 estaba presupuestada en 715 millones de euros. Luego, en un proceso que toma años, se calcula “la facturación intercentros”, es decir se abona un plus por la asistencia a pacientes entrantes y se restan los pacientes salientes. Esto es así para todos salvo la Fundación, que no pierde dinero por los pacientes que se fugan.

¿Discriminados?

Los pacientes del área de Villalba dicen que hay servicios que funcionan ágilmente y otros que se han estancado. A Mónica Camarzana, una vecina de Alpedrete de 47 años, el hospital le ha cancelado citas en varias ocasiones sin darle de inmediato una alternativa. Le ha pasado en oftalmología y ginecología. Ese problema también lo ha tenido Julia Ramos, de 74 años, en traumatología. Y una paciente de Collado Villalba, Teresa Tamarit, de 43 años, recibió en febrero de este año una cita de dermatología para diciembre del 2026, es decir casi dos años después. Irónicamente, la web autonómica informa de que el retraso para dermatología en febrero era de solo 2,09 días de media. Según la Consejería de Sanidad, no es lo mismo la demora media que una demora puntual en una especialidad.

No queda claro si el problema reside en que los datos de listas de espera publicados en la web pública son irreales o si el hospital está discriminando a la población local. La Comunidad asegura que no se discrimina a nadie y recalca que Villalba es uno de los hospitales con menos fuga de pacientes propios y, según las encuestas internas de satisfacción, el que tiene una población de referencia más fidelizada.

Sin embargo, Comisiones Obreras sospecha que sí hay doble rasero. Samuel Mosquera, responsable de este sindicato para el sector sanitario privado en Madrid dice que las tarifas más elevadas son el motivo de esa supuesta distinción. “Nuestros trabajadores nos confirman que se da cita preferente a los pacientes externos, pero no podemos demostrarlo, al menos como para tramitar una denuncia”.

Mosquera explica que las pruebas deben ser concluyentes y recuerda que en mayo fue archivada la querella por estafa de un trabajador de la Fundación Jiménez Díaz que denunció que el hospital registraba a pacientes de urgencias como si estuvieran en planta, lo que implicaba un precio 30 veces superior.

CCOO denuncia que el negocio de Quirón con sus hospitales concesionados no se traduce en mejoras laborales para su plantilla. A principios de mes inició un proceso de asambleas para movilizar a los trabajadores. Los técnicos que hacen resonancias nocturnas (en Villalba, Valdemoro y Rey Juan Carlos), se han quejado de que la empresa no les deja tomar pausas y de que no se haya reforzado la seguridad.

Las resonancias nocturnas han sido noticia desde hace años en otros lugares de España. Se ha informado de casos en hospitales públicos de gestión pública en Málaga, Guadalajara o Cataluña. A diferencia de Madrid, en esos supuestos el objetivo era reducir la lista de espera que afectaba a la población local y no intervenía un ánimo de lucro. La Consejería no ha precisado a EL PAÍS si las pruebas nocturnas se hacen en algún hospital público 100% de Madrid.

Los pacientes que participan en este experimento de las resonancias para noctámbulos lamentan el sacrificio, pero se resignan. Paz de Castro, vecina de Alpedrete de 67 años, dice que cuando la citaron por escrito para las “04.00 am” se presentó a las cuatro de la tarde porque ni remotamente se imaginaba que pudieran citarla de madrugada. Tras perder su turno, llamó y le ofrecieron dos huecos: las 02.00 o las 04.30. Tomó el segundo. “Es una faena pero lo prefiero a esperar un año”, dice.

No está tan contenta otra paciente que esperaba su turno el sábado de madrugada. María E., vecina de Moralzarzal, decía que le parecía “una vergüenza” que el hospital solo le hubiera dado opciones nocturnas. Hoy está aquí porque ha debido escoger una noche de fin de semana para así no faltar al trabajo el día siguiente.

Esta paciente se hizo la resonancia en la rodilla, pero su traumatólogo no la verá hasta mayo. Esa otra cita se la habían dado en junio, es decir, deberá esperar casi un año desde que la solicitó. ¿Cuánto tiempo se demora la consulta de traumatología según la web oficial? 17,2 días. Aquí, nadie se lo cree.

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Sobre la firma

Fernando Peinado
Es reportero de la sección de Madrid desde 2018. Antes pasó ocho años en Estados Unidos donde trabajó para Univision, BBC, AP y The Miami Herald. Es autor de Trumpistas (Editorial Fuera de Ruta).
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