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Desahucio en la tercera edad: Amparo, de casi 70 años, se queda en la calle tras un “rosario de desgracias”

Primero una empresa de desokupación y ahora una sentencia judicial dejan a esta mujer sin casa. Llevaba seis años sin pagar el alquiler, después de un cúmulo de enfermedades

Jacobo García

La mañana de este viernes, con estricta puntualidad, se ejecutó el alzamiento ordenado por un juzgado de Madrid y desde hoy Amparo Espino engrosa la lista de seis personas diarias que en Madrid deben dejar su casa por no poder pagar el alquiler o la hipoteca. Este viernes, el rostro de la crisis de la vivienda es una mujer que en pocos meses cumplirá 70 años.

Hay golpes de suerte que cambian la vida de una persona de la noche a la mañana. Otros golpes, en cambio, son de mala suerte, y provocan el efecto contrario. Rachas en las que todo se complica y parece “que te ha mirado un tuerto”, explicaba Amparo en su antigua casa un día antes de que llegara la policía. “Entonces se suceden todas las desgracias juntas y un día vas a comer a un restaurante y al día siguiente estás en Cáritas rellenando papeles para conseguir una ayuda”, decía sentada en un salón donde la programación de Telecinco sonaba de fondo.

Amparo Espino nació en un pueblo de Ourense que hoy tiene tres habitantes, dos dedicados a la ganadería y uno a la construcción. Hace varias décadas se vino a vivir a Madrid. Se casó, tuvo un hijo y después se divorció.

Durante ese tiempo trabajó en lugares como la fábrica de Panrico o una residencia de ancianos de Paracuellos, su último trabajo. Hasta que un día, hace nueve años, cuando volvía de trabajar, salió del coche y metió el pie en una alcantarilla abierta y se dobló la pierna en tantas partes que los médicos hicieron un puzle con los trozos para que pudiera volver a andar. Dejó la silla de ruedas y, dos años después, le dio un cáncer de pecho al que logró derrotar después de mucha radioterapia. Comenzaba a sacar la cabeza cuando hace dos años tuvo un infarto. El primero. Y, finalmente, hace 15 días, le pusieron un marcapasos.

Perdió su empleo después de una baja prolongada y cada vez gastaba más en medicinas, pero el alquiler no dejaba de subir. Entonces dejó de pagar el alquiler un mes, luego dos, luego tres… llegó la pandemia y todo se fue complicando más y más. Desde hace cinco años no paga el alquiler del bajo en el que vive desde hace 10. Este viernes, a las 12 de la mañana, a la calle Carlos Solé, número 20 de Vallecas, llegó un secretario judicial con la orden de desahucio y Amparo, que en abril cumplirá 70 años y tiene un 39% de discapacidad certificada, pasará a la indigencia.

“Mis últimos años son un rosario de desgracias. Y no he tenido dinero para pagar el alquiler”, dice Amparo sin aportar mayores argumentos. “Pero es que esta casa fue una vivienda pública y hay que luchar porque siga siendo pública y no pase a ser un piso más para especular”, añade. Amparo se refiere a su casera, que se hizo con una vivienda del Ivima (hoy Agencia de la Vivienda Social) por la que ha pagado “una cantidad ridícula mientras a mí me cobraba 600 euros de alquiler”, dice sobre un piso de protección oficial con derecho a compra por el que la dueña pagó 17.000 euros en 2001.“La dueña no ha intentado negociar. Solo quería echarme con todo tipo de artimañas”, dice Amparo en un salón lleno de bultos.

Según los últimos datos del Consejo del Poder Judicial (CGPJ), hasta septiembre de 2024, seis personas cada día son expulsadas de su casa en la capital. Unas 60 a diario en toda España. Después de casi una década bajando el número de desahucios, entre el verano de 2023 y el de 2024 se frenó una tendencia descendente, y aumentaron los desahucios. Aunque entre julio y septiembre de 2024 hubo un ligero descenso, en la España “que va como un cohete” de Pedro Sánchez y en el Madrid “locomotora de España” de Isabel Díaz Ayuso, siete de cada 10 desahuciados no puede pagar el alquiler a su casero y otros tres no pueden pagar la hipoteca al banco.

A pocas calles de ahí, la dueña del inmueble, Isabel Ponce, se retuerce con estas explicaciones. “Lleva seis años sin pagar alquiler, ni luz, ni agua, ni mantenimiento y que todo lo que dice es falso. No es vulnerable”, dice.

La dueña de la casa ha utilizado varias estrategias hasta llegar al alzamiento de este viernes. Hace dos años contrató una empresa de desokupación. En 2023, un grupo de 13 matones se presentó en casa de Amparo, pero la PAH, la Plataforma Antidesahucio de Vallecas, llegó a tiempo. Este periódico cubrió en 2023 aquel intento de desalojo donde lo más llamativo fue el compadreo entre la Policía Nacional y la empresa de desokupación. Aquello terminó mal, pero la vía judicial siguió su camino y, seis años después, llegará, teóricamente, a su fin.

-¿Oiga, es cierto que su piso es del Ivima?

-Era, responde la propietaria a una llamada de EL PAÍS

-¿Es cierto que usted y su familia tienen cuatro pisos más que fueron de protección oficial?

-A nadie le importa las propiedades que yo tenga, concluye.

Hay una frase en la película En los márgenes (2022) cuando el hijo del protagonista, Luis Tosar, le pregunta a su padre que por qué trata de hacerse el bueno con gente a la que no conoce, pero a la que un banco está a punto de quitar la casa si después se comporta de forma miserable en su día a día. Entonces el padre le contesta que uno es como es, pero que, a veces, las cosas aparecen delante de los ojos y entonces ya no puedes evitar implicarte.

La PAH de Vallecas, la plataforma antidesahucios, son el Luis Tosar de esta película y media docena de militantes de la plataforma pasaron esta noche en la casa de Amparo para tratar de resistirse pacíficamente al desalojo. Otras cien personas esperaban con los petos verdes en la calle para gritar a los funcionarios que hacían su trabajo: “vergüenza, vergüenza”, decían desde la acera de enfrente. El colectivo de vecinos que se movilizan cada día por Madrid para exigir que la vivienda deje de ser un bien de consumo, la mayoría gente joven, vio finalmente como primero llegaba la policía y después el secretario judicial. Amparo y sus casi 70 años dormirán hoy en casa de uno de ellos.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.
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