El presidente de la Asamblea avala que el PP de Ayuso tilde de “mafia” y “organización criminal” al Gobierno de Sánchez
Enrique Ossorio, exvicepresidente regional, impide una protesta del PSOE con el argumento de que su partido también fue criticado en legislaturas pasadas
Cuando Carlos Díaz-Pache, el portavoz parlamentario del PP de Madrid, acusa este jueves al Gobierno nacional de ser “una mafia” y al presidente Pedro Sánchez y a su esposa, Begoña Gómez, de liderar “una organización criminal”, sus palabras parecen normalizadas por años de choques viscerales en la Asamblea, y homologadas por las duras intervenciones previas de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que la víspera dice vivir “en un estado policial”. Pero no. Para nada. La bancada del PSOE, liderada por la secretaria de organización regional, Marta Bernardo, protesta. Esas expresiones, se queja, afectan al decoro de su grupo parlamentario. El presidente de la Asamblea, Enrique Ossorio, la corta y apaga el micrófono. En un gesto sorprendente, el exnúmero dos del Gobierno de Ayuso avala las descalificaciones al Ejecutivo central porque, dice, en el pasado las hubo parecidas sobre ejecutivos del PP y hay un informe contundente de la UCO sobre el exministro José Luis Ábalos en el caso Koldo. Así, la oposición suma una queja más a la lista en la que apunta lo que considera ejemplos de parcialidad que revientan la deseable neutralidad institucional de Ossorio.
Al pleno de control al Gobierno de Ayuso de este jueves se llega tras dos semanas de máxima tensión. La anterior, Sánchez vincula a la presidenta regional con la corrupción, y pide su dimisión, a raíz del caso que afecta a la pareja de la baronesa, el empresario Alberto González Amador, investigado por la presunta comisión de dos delitos de fraude fiscal y uno de falsedad en documento mercantil. Esta, porque Ayuso rechaza participar en la ronda de reuniones bilaterales en La Moncloa convocada por el presidente del gobierno, y llega a decir que vive en “un estado policial”.
Con todas esas tensiones de telón de fondo, la sesión vuelve a ser un combate sin sutilezas, hipérbole va, hipérbole viene, en el que los argumentos quedan para mejores días. Y por una vez no es Ayuso quien golpea más duro, ni Manuela Bergerot, la líder de Más Madrid, dos caras de una misma moneda. Ese papel lo juega Díaz-Pache, el portavoz del PP en la Asamblea.
“Esto no es un Gobierno, es una organización criminal dirigida por los Kirchner de Pozuelo, los mismos que nos tienen sometidos, vigilados y coaccionados”, dice la mano derecha de la presidenta en el Parlamento. Y luego se dirige a Más Madrid: “Aquí, la ultraizquierda en bicicleta no hace más que tapar la corrupción obscena del PSOE para que nadie recuerde que Mónica García se sienta en el Consejo de Ministros con toda la mafia”.
El partido de Bergerot, que un día escuchó cómo Ossorio daba a sus diputados “por imposibles”, no reacciona. Sin embargo, en el PSOE sí que saltan todas las alarmas. La diputada Bernardo levanta la mano, pide la palabra y así arranca un diálogo con Ossorio, que la acaba silenciando.
“Ya está bien de insultar al partido socialista, y al Gobierno de España, aquí los únicos imputados son...”, acierta a decir Bernardo antes de que Ossorio le apague el micrófono y comience a contestarle.
“Yo le voy a explicar”, empieza el presidente del Parlamento. “Llevo aquí muchos años”, sigue. “He oído que se ha dicho que el PP era una organización criminal 500 veces”, añade, recordando, por si alguien no lo sabía, que ese es su partido. “Lo he oído yo aquí”, insiste, antes de arrancar una justificación de las palabras de Díaz-Pache que enciende las protestas de toda la oposición de izquierdas: “Ahora resulta que el informe de la UCO y el juez dicen que el señor Ábalos, número dos del PSOE (...), acabo muy rápido, no se preocupen, ¿se quieren callar? (...) Vamos a tranquilizarnos. No le doy el turno y ya está”.
Hay gritos y protestas. La chispa que acaba de saltar enciende un fuego que no deja nunca de arder durante la sesión. Porque hay más diputados del PP que utilizan el término “mafia”. Y otros del PSOE que les recriminan su actitud.
“Ver para creer”, se queja, por ejemplo, Daniel Rubio. “Que un partido condenado por organización criminal hable de otros, es una vergüenza en términos políticos”, sigue. “Están desestabilizando la democracia, algún día nos arrepentiremos de la política tan sucia que hacen ustedes”.
Las hipérboles, en todo caso, se lanzan de una bancada a otra. El tono de confrontación total que marca la política madrileña cristaliza especialmente entre los muros de su Asamblea. Y así, poco a poco, se sientan precedentes para que se convierta en normal algo que hasta hace poco sería impensable.
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