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Del “me gusta la fruta” al “corrupto y violento”: la catarata de descalificaciones de Ayuso en medio de las acusaciones de Sánchez

El presidente del Gobierno y la mandataria madrileña han intensificado en las últimas semanas su choque con peticiones cruzadas de dimisión

Pedro Sanchez y Ayuso
El presidente de gobierno, Pedro Sánchez, recibe a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en La Moncloa en julio de 2021.Andrea Comas

Noviembre de 2023. Pedro Sánchez protagoniza el debate para su investidura como presidente en el Congreso. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, le escucha desde la tribuna de invitados. Los largos meses de enfrentamientos que separan a ambos desde la llegada de la baronesa al poder, en agosto de 2019, están a punto de estallar a raíz de la polémica que rodeó a Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta madrileña, al conocerse que cobró una comisión de una empresa que a su vez había firmado un contrato con Madrid para traer mascarillas desde China en lo peor de la pandemia. “Un posible caso de corrupción relacionado con la presidenta de la Comunidad de Madrid”, dice el presidente del gobierno sobre un asunto desestimado sin imputaciones en el terreno judicial. “Hijo de puta”, reacciona Ayuso, según confirma su equipo tras sostener en un primer momento que había dicho “me gusta la fruta”. Casi un año después, el desencuentro entre los dos líderes alcanza este lunes su punto culminante: la baronesa rechaza acudir este viernes a La Moncloa para reunirse con Sánchez dentro de la ronda de reuniones bilaterales del presidente con líderes autonómicos, al considerar que este la ha difamado.

Díaz Ayuso se refiere a dos intervenciones de Sánchez. La primera fue el miércoles pasado, cuando el jefe del ejecutivo la incluyó en el abecedario de la corrupción del PP, pese a no haber sido imputada ni condenada nunca: “Tápense un poco, porque de la A de Ayuso a la Z de Zaplana tienen un caso de corrupción para cada letra del abecedario”, dijo en el Congreso. Y la segunda fue el jueves, cuando Sánchez pidió su dimisión por el caso que afecta a su pareja, Alberto González Amador, investigado por la presunta comisión de dos delitos de fraude fiscal, argumentando que “presuntamente” Ayuso se habría “beneficiado indirectamente” del enriquecimiento del empresario. Sin embargo, en lo que va de legislatura nacional, y arrancando con aquel “me gusta la fruta” de noviembre, la presidenta de Madrid, que se dice víctima de “una campaña inaceptable” de difamación, le ha dedicado una profusa catarata de descalificaciones al presidente de España.

“Hijo de puta”, “el gobernante más corrupto y violento de Europa”, aspirante a “tirano de ultraizquierda”, “meme de un presidente de una república bananera”, “autoritario”, “violento”..., para empezar. Para seguir, Ayuso ha acusado a Sánchez de ser responsable de la “normalización del crimen en España”, como dijo durante un viaje a Chile en referencia a los acuerdos del PSOE con Bildu y los indultos a los independentistas catalanes. También ha presumido de no ir de “llorona, como hace Sánchez”, en una entrevista con OkDiario, donde afirmó que el líder de los socialistas era socio de la banda terrorista ETA: “Son todos el mismo proyecto”. En junio, la presidenta regional tachó al presidente nacional de “gobernante seducido por políticas propias de caudillo bolivariano”, además de ser quien encarna “el proyecto más autoritario y corrupto”. Ese mes también dijo que “sanchismo es chavismo” y “todo lo que hacen es violento”, descalificando al presidente como un “estafador” que debía abandonar La Moncloa y acusándole de ejercer el “matonismo democrático” en el contexto de las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial.

Antes de las vacaciones de verano, llegó un momento crítico: Díaz Ayuso dio cobertura institucional a un viaje a Madrid del presidente de Argentina, Javier Milei, un líder extranjero que, entre otras cosas, había llamado a Sánchez “totalitario”, había tachado de “corrupta” a su esposa, y que también había acusado al Gobierno español de “poner en riesgo la seguridad de las mujeres españolas” al “permitir la inmigración ilegal”.

El paso del verano, con su correspondiente pausa en la lucha partidista, no hizo que amainara la tormenta del choque. Todo lo contrario. El mismo 4 de septiembre, tras anunciar Sánchez la ronda de reuniones con presidentes autonómicos en la que Ayuso ha decidido ahora no participar, la líder conservadora le acusó de querer “justificar el robo que planea a Madrid y la ruptura del modelo territorial a la medida de sus socios secesionistas”. Su afirmación, lanzada en la red social X (antiguo Twitter), se basó en que Sánchez apostara por crear un sistema de financiación “más justo” y criticara los “regalos fiscales a los de arriba”, en una clara alusión a las rebajas de impuestos que patrocina el Ejecutivo de Madrid.

Solo un día después, Ayuso azuzó a los barones del PP a no acudir a las reuniones bilaterales convocadas por Sánchez para debatir de financiación autonómica. “Este Gobierno va a intentar sobornarnos uno a uno en La Moncloa”, auguró.

Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, en la entrega del Premio Cervantes a Luis Mateo Díez el pasado abril.
Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, en la entrega del Premio Cervantes a Luis Mateo Díez el pasado abril.Samuel Sánchez

La propuesta de la baronesa madrileña sacudió internamente al PP, donde sus homólogos sí estaban dispuestos a acudir a la cita, como han demostrado luego haciéndolo. Las aguas no volvieron a su cauce ni siquiera cuando los conservadores adoptaron la posición común de no debatir con el presidente sobre financiación autonómica más que en un cónclave conjunto, como la conferencia de presidentes.

Así, durante el debate del estado de la región, Díaz Ayuso entonó su discurso más regionalista para confrontar con el Gobierno de España. “Se construye una dictadura ante nuestros ojos”, dijo el 12 de septiembre y en referencia a Sánchez, al que acusó de lanzar “mentiras” contra “la región más importante de España”.

Apenas cuatro días después, el 16 de septiembre, la presidenta de Madrid insistió en esa tesis al afear a Sánchez el supuesto diseño de un “sistema ad hoc para perjudicar a Madrid con el abrazo del oso”.

Y a finales de ese mes, el día 30, en la reunión del comité ejecutivo del PP de Madrid, Ayuso acusó al PSOE de haber creado “una maquinaria de comprar voluntades, elecciones y escaños” con dinero público. No aportó pruebas ni explicaciones. Pero insistió en la idea, como otros portavoces de su Ejecutivo, para así atacar los pactos del PSOE con Junts y ERC en el Congreso y el Parlamento de Cataluña.

La presidenta de la Comunidad de Madrid y su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, durante el debate del estado de la región el pasado septiembre.
La presidenta de la Comunidad de Madrid y su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, durante el debate del estado de la región el pasado septiembre.Rodrigo Jiménez (EFE)

Aquella intervención, como las demás, fue el fruto de un plan coordinado que ha vivido en octubre un lento in crescendo en las críticas a Sánchez, hasta culminar, por ahora, en el rechazo a reunirse con este en La Moncloa. Así, en las últimas semanas el gobierno de Madrid al completo ha atacado las políticas de Sánchez; el partido ha organizado en la Asamblea una comisión de investigación centrada en el supuesto “trato de favor” recibido por su mujer, Begoña Gómez, en la Universidad Complutense; ha transmitido que no descarta convocar al presidente a ese órgano; y el poderoso jefe de gabinete de la líder, Miguel Ángel Rodríguez, ha asumido un papel protagonista en la estrategia de desgaste.

Al final de la jornada del 7 de octubre, el exsecretario de Estado en el gobierno de José María Aznar afirmó que al día siguiente, martes, el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, quedaría imputado por presunta revelación de secretos al impulsar el desmentido de un bulo sobre la pareja de Ayuso difundido precisamente por el Ejecutivo madrileño. “El fiscal general del Estado va p’alante”, escribió en la red social X, replicando tuits parecidos de abril, junio, julio o septiembre sobre Gómez, el hermano de Pedro Sánchez, David Sánchez Pérez-Castejón; o el exministro José Luis Ábalos.

En paralelo, Ayuso ha empleado el otoño para asegurar que “ETA está más fuerte que nunca y está consiguiendo sus fines”, en alusión a la reforma legal (apoyada “por error” por el PP y Vox) que beneficiará a presos etarras. También ha justificado así la investigación a Gómez en la Asamblea: “Lo que no puede convertirse al final [la Complutense] es en un lobby que nace en la mesa del presidente del Gobierno y se acaba convirtiendo en un centro de intercambio de favores entre empresas, porque vamos a llegar a la colonización de todo”. Incluso ha acusado al PSOE de “estalinista” por defender en bloque a la esposa de Sánchez.

Así se llegó hasta el 11 de octubre. Aquel día, Ayuso reclamó a Sánchez que dimitiera “inmediatamente”, tras conocerse el informe de la Guardia Civil que deja al exministro Ábalos al borde de la imputación. “Que los ciudadanos digan en las urnas si quieren tapar la corrupción o quieren un país que recupere la normalidad”, añadió, exigiendo elecciones anticipadas. “Ni compromiso con la regeneración, como él dice, ni transparencia: el presidente intenta tapar una grandísima montaña de corrupción que le va a llevar a su dimisión”, afirmó Díaz Ayuso.

“Solo hace falta una letra del abecedario para señalar la verdadera corrupción que rodea a Sánchez: la B de Begoña”, lanzó el 16 de octubre para responder a que Sánchez le incluyera en el abecedario de los supuestos casos de corrupción del PP.

Las quejas de Ayuso

Al día siguiente, Díaz Ayuso se pronunció en la Asamblea sobre la investigación del Supremo que afecta al fiscal general. “El ciudadano está indefenso ante un Gobierno que utiliza prácticas mafiosas”, opinó, antes de que Sánchez pidiera su dimisión por el caso que afecta a su pareja.

Este lunes, Ayuso ha sostenido que Sánchez la difamó con esa intervención y la del día anterior en el Congreso, y ha justificado así su rechazo a acudir a La Moncloa.

“Hoy hace diez años que falleció mi padre, llevo cinco defendiendo su nombre, soportando todo tipo de insidias, de calumnias”, ha dicho en referencia al caso Avalmadrid. “Lo han hecho para intentar destruirme emocionalmente”, ha seguido. “Tienen que ir a lo personal, porque en las urnas no pueden, y porque no tengo nada”, ha añadido. “Me han llamado asesina, genocida, loca, ida, corrupta... y no lo hace uno cualquiera, lo hacen el presidente del gobierno, 22 ministros y todos los cargos socialistas, da igual en el rincón de España en el que se encuentren”, ha cerrado en referencia a las críticas que recibe de ministros como Óscar Puente, Pilar Alegría u Óscar López, que este lunes, a resultas de su rechazo a acudir a La Moncloa, ha dicho que “[Ayuso] ha convertido la Comunidad de Madrid en el epicentro del fango y de la corrupción y siempre dobla la apuesta”

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