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Ayuso se apunta al ‘y tú más’ para defender a su pareja: “Si empezamos con inspecciones en la izquierda, se caen abajo la mitad”

La presidenta de Madrid, que negó que su novio hubiera cometido cualquier delito, lo admite ahora implícitamente en un tenso intercambio con la oposición

Juan José Mateo
La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene en el pleno de la Asamblea, este jueves.
La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, interviene en el pleno de la Asamblea, este jueves.Javier Lizón (EFE)

Apenas tres semanas después de defender la inocencia de su pareja, acusada de dos delitos de fraude fiscal que suman más de 350.000 euros, y de uno de falsedad en documento mercantil, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha cambiado de guion este jueves. Ha ocurrido en la Asamblea regional. Asediada por las preguntas de la oposición sobre la polémica, la líder conservadora ha abandonado su línea argumental precedente ―”hay un caso turbio de todos los poderes del Estado contra mi pareja”― para intentar diluir las responsabilidades de su novio, el comisionista Alberto González Amador, con el argumento de que la mayoría de los políticos también tiene algo que ocultar.

“Si empezamos con inspecciones fiscales uno a uno, cómo pagan a la mujer o al hombre que trabaje en su casa, cómo pagan sus negocios, qué propiedades tienen, se caen abajo la mitad”, ha dicho señalando a la bancada de los diputados de izquierda, que se dividen los representantes de Más Madrid y el PSOE. “Les animo a que me fiscalicen por mi gestión, y no por mi vida sentimental, que no le compete a nadie”, ha añadido.

“Utilizan su vida para intentar atacar al adversario político, desguazando su vida particular, llenándolo de tramas y de grandes mentiras, cuando aquí una trama se monta con dos de pipas”, hasta este punto llega Ayuso tras escuchar cómo el líder del PSOE, Juan Lobato, y la portavoz de Más Madrid, Manuela Bergerot, que meten una y otra vez el dedo en la llaga, echando sal en una herida que no se cierra por muchos intentos que haga el PP de suturarla y olvidarla.

“Es como una adolescente enamorada, que ahorra cada euro de la paga de los padres para comprarle un detallito a su pareja”, le ha dicho Bergerot. “Por eso, cuando reciben 3.200 millones de los fondos covid, deciden pagar las facturas de 1.300 al grupo Quirón”, ha añadido, en referencia al gigante sanitario, que es el principal cliente de la empresa de la pareja de la presidenta. “Sus prioridades son tan transparentes como inconfesables”, ha subrayado.

“Teníamos sospechas por su pisito y por eso lo denunciamos. No hemos tardado ni dos semanas en saber que su reforma es ilegal”, ha continuado. Y ha rematado: “Lo han revelado los periodistas a los que pone en la diana a través de su jefe de gabinete [en referencia al bulo distribuido por Miguel Ángel Rodríguez contra dos redactores de EL PAÍS]. Ahora entendemos sus mentiras y amenazas. Cuanto más sabemos de su vida personal, más se descompone su personaje”.

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Es ahí donde la oposición coincide en poner la diana. Porque si Ayuso se ha construido durante su lustro en el poder una imagen de política próxima y cercana, sometida a las mismas vicisitudes que el resto de los ciudadanos, tanto el PSOE como Más Madrid quieren resaltar que vive una vida alejada de la media. “¡Cómo se progresa en Madrid!”, ha ironizado Lobato sobre su viaje a Chile. “La gente pasa de ir en un golfito al bar a tomar una caña y unas aceitunas con hueso a ir en un coche de lujo de club en club”, ha seguido. “O de vivir en pisitos de 60 metros cuadrados a grandes pisos y dúplex de lujo”, ha rematado.

Como reveló EL PAÍS, las obras en el apartamento en el que conviven Díaz Ayuso y González Amador fueron objeto de dos órdenes municipales de “paralización y/o cese inmediato” en las que se conminó al comisionista a solicitar una nueva autorización. Sin embargo, el empresario, que ya era pareja de Ayuso, no lo hizo. No consta que tramitara la petición en ninguna de las tres bases de datos municipales donde se inscriben los trámites urbanísticos y desobedeció ambos requerimientos: siguió las obras al menos hasta el 29 de diciembre, según el documento de un perito que las visitó. Es más, según otros seis testigos directos, la obra continuó hasta meses después.

Sin embargo, la presidenta ha minusvalorado este jueves la importancia de que un cargo público resida en una vivienda reformada en esas circunstancias, que incluyeron una inundación de aguas fecales en un restaurante situado en el bajo del edificio, que acabó cerrando. “¿Por qué cerró el bar de la casa que reformaba mi pareja antes de que fuera a vivir, cuya placa arriba era de la vivienda oficial de la época de Franco que tacha decenas de inmuebles de todo Madrid?”, se ha preguntado la presidenta regional mientras la acompañaban las risotadas de los diputados del PP.

“La trama de corrupción del novio de Ayuso”, ha seguido. “¿Puso suelo radiante o calefacción central convencional? ¿Orientó el aire acondicionado al norte o al sur? ¿Orientó el aire acondicionado al norte o al sur o en la azotea? ¿De verdad es el periodismo de investigación?”, ha cuestionado. “Les animo a que me fiscalicen por mi gestión, y no por mi vida sentimental, que no le compete a nadie”.

Sin embargo, resulta que la persona con la que convive Díaz Ayuso afronta un caso penal por una denuncia de la Fiscalía basada en una investigación de Hacienda que habría detectado un presunto fraude fiscal de más de 350.000 euros. Un hecho que la presidenta intenta difuminar por una triple vía. Primero, reducirla a una cuestión privada. Segunda, intentar normalizarla al extender la idea de que el resto de los diputados tampoco resistiría el escrutinio de los inspectores. Y tercero, señalar los “escándalos” que ha dicho que afectan a la mujer del presidente Pedro Sánchez, Begoña Gómez, en relación con el rescate de Air Europa, y que el Grupo Parlamentario Popular ha bautizado como “begosfera”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.
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