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Atada a la prostitución por un rito vudú con alcohol e hígado de gallina: “Morirás si no pagas tu deuda”

Una sentencia contra un matrimonio de nigerianos en España refleja la explotación de una compatriota tras una ceremonia mística. La policía afirma que es uno de los últimos casos en los que se usó este método

Una mujer que ejerce la prostitución en el polígono industrial de Villaverde.
Una mujer que ejerce la prostitución en el polígono industrial de Villaverde.DAVID EXPOSITO
Patricia Peiró

La propuesta llegó desde la lejana y ansiada Europa. “Te podemos traer a cuidar a un niño y también a prostituirte, y tendrás que pagar toda tu deuda”, le dijeron unos compatriotas afincados en España. 20.000 euros. Ella nunca habría pensado dedicarse a eso, pero lo que tenía a su alrededor no dejaba lugar a la esperanza. Su situación económica en Nigeria era desesperada y además tenía una relación tormentosa con su padre y la nueva mujer de este. Un día de julio de 2016, antes de comenzar el peligroso trayecto hacia España, dos mujeres celebraron un rito de vudú con el que le hicieron creer que quedaba vinculada sin remedio a los compatriotas que la iban a acoger en su nuevo destino. “Morirás si no pagas tu deuda”, le advirtieron. Y bajo esa amenaza estuvo sometida durante más de un año a un matrimonio que la esclavizó sexualmente en burdeles y en polígonos.

En esa ceremonia de brujería, la mujer tuvo que comer hígado de gallina y beber alcohol y se comprometió firmemente a cumplir con sus pagos. Además de hacerle temer por su propia vida, también le recordaron que estaba en peligro la de la familia que dejaba en Nigeria. Con esta mochila a sus espaldas, emprendió el camino. Pasó por Agádez (Níger), ciudad patrimonio de la Unesco, y llegó a Trípoli (Líbia), donde permaneció dos meses. Allí, la subieron a una embarcación con 200 personas y llegó a Sicilia (Italia). Un cómplice del matrimonio en España la trasladó a Milán y después la trajeron a Getafe (Madrid) en coche. Era diciembre de 2016. En ese momento, la deuda ya había ascendido a 25.000 euros y además le cobrarían 220 euros al mes de manutención. La mujer se convirtió en su captora, una sombra que no se separaba de ella ni la dejaba salir de casa. El hombre empezó a ofrecerla a distintos clubs.

El testimonio que ofreció esta mujer a la justicia muestra el detalle de una realidad que parece invisible, a pesar de que sucede en las calles y resplandece con las luces de los burdeles de carretera. La víctima, que es testigo protegido, fue incluso enviada a locales de alterne de otros puntos de España, pero la falta de documentación hizo que no se fraguara ninguna de estas posibilidades. Aunque llegó a trasladarse en autobús hasta Ponferrada (León). La tardanza en la aceptación de la solicitud de asilo, hizo a los explotadores optar por otra vía de beneficio: la calle. Así, la mandaron bajo la supervisión de otra mujer a las esquinas del polígono de Villaverde, en Madrid. De siete de la tarde a diez de la mañana. Cada lunes debía entregar su recaudación y, mientras estaba en el polígono, Sandra la llamaba cada hora para controlarla.

Hasta que en septiembre de 2017, la mujer vio la posibilidad de escapar. Irónicamente, lo hizo cuando su captora había salido de casa para ir a la iglesia. En esos nueve meses de actividad, la mujer había entregado 4.200 euros a sus explotadores. Había apuntado todas sus cuentas meticulosamente en un cuaderno con el logo de una marca de ron. Cuando la policía entró en la casa del matrimonio, encontró tarjetas de un club de alterne de Salamanca y otros enseres personales de la mujer, como un papelito con la dirección de su familia en Nigeria. Según ellos, la mujer se escapó para evitar pagar el alquiler de la habitación en la que dormía, aseguraron que la trataban como una más de la familia y que ejercía la prostitución “libremente”.

La investigación de la Brigada Provincial de Extranjería de Madrid concluyó, sin embargo, que Sandra, la mujer, era la que controlaba todo y daba las órdenes. “En los casos de trata de mujeres nigerianas es habitual que la voz cantante la lleven las mujeres”, apunta una fuente policial experta en esta materia. Los audios extraidos de los móviles del matrimonio no dejaban lugar a dudas. En uno de enero de 2018, la mujer hablaba de castigos a otra víctima que se negaba a prostituirse. En otro, un hombre le dice al marido: “Estás subidito porque te traes chicas a Europa, contaré todo lo que hacéis tú y tu mujer a la policía”. Fue también Sandra la que indicó a esta mujer que iba a permanecer encerrada bajo llave porque no tenía documentación en regla y le escribió en un cuaderno la historia que tenía que contar cuando acudiera a la oficina de asilo. Fue también ella la que la obligó a practicar un nuevo rito de vudú y con la que hablaba durante el viaje desde Nigeria a España.

La Audiencia Provincial de Madrid condenó a ambos a ocho años de prisión por un delito de trata e inmigración ilegal, una sentencia que el Tribunal Superior acaba de confirmar. El principio del fin de su pesadilla, llegó con un encuentro un día en el polígono de unas mediadoras de la asociación Apramp, dedicada a combatir la trata. Muchas de las mujeres que hacen estas rondas de contacto han sido previamente víctimas de explotación sexual, así que saben de lo que hablan. Ellas consiguieron que la mujer acudiera a la sede a hablar y allí, con otra superviviente de la trata también nigeriana, le contó toda su historia. Y le confesó que creía en el vudú. Para la justicia, el testimonio de esta testigo protegido es “firme, persistente y sin fisuras”.

Este es uno de los últimos casos en los que el vudú es un elemento fundamental en la dominación de la víctima. “Poco después, los líderes de Nigeria hicieron público que revocaban los efectos de estos rituales sobre las víctimas de trata. Esto hizo que prácticamente desaparecieran de nuestras investigaciones. Ahora, estas redes se han volcado en otros delitos, como la falsedad documental y las estafas”, apuntan fuentes policiales. En efecto, en marzo de 2018, Ewuare II, un gobernante nigeriano, promulgó un decreto contra el tráfico de personas y exhortó a las mujeres a no pagar la deuda a las mafias. Esta noticia llegó a las víctimas y tuvo un efecto inmediato en el uso de esta práctica.

La brujería ha pasado a un segundo plano en la trata y la explotación de mujeres con fines sexuales, pero casos como el de esta testigo protegida reflejan que las cadenas con las que son retenidas no necesitan ser físicas.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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