Benin City: el epicentro de la trata en Nigeria
La desigualdad, la explotación y la magia negra encierran a miles de mujeres en este tráfico de personas con destino Europa
Solange saca un rosario del bolso y lo aprieta antes de comenzar en voz alta la plegaria. Hay musulmanes y cristianos, pero el objetivo es el mismo: pedir protección para un viaje de no más de seis horas por una de las regiones más verdes y frondosas del país. Pero también, una de las más inseguras por peligro de secuestros y asesinatos. El minibús de 16 plazas serpentea los 29 puestos de control que el Ejército nigeriano tiene instalados en la carretera que sale de Port Harcourt, en el Delta del Níger, en su ruta hacia Benin City, más al noroeste, en dirección hacia Lagos, la capital económica de Nigeria, la primera potencia africana, que el próximo 16 de febrero elige presidente. Los soldados armados inspeccionan los vehículos. Los pasajeros callan. Miran al suelo. Todo en orden. El conductor arranca y vuelve a subir el volumen de la serie Los corruptos, que se proyecta en la televisión del vehículo y que es interpretada por la pareja de gemelos más famosa del país. Hace tan solo una semana que la policía ha declarado el Estado de emergencia en esta carretera que se dirige hacia el corazón del Estado de Edo, epicentro de la trata sexual con destino Europa.
Edo, junto a los Estados de Rivers y Bayelsa, en el suroeste nigeriano, frente al golfo de Guinea, se enfrentan a una situación de desamparo, una violencia estructural causada por las duras condiciones de sus habitantes, dependientes de la agricultura y sometidos a una suerte de reinos de taifas donde varios grupos con armamento sofisticado y tácticas de guerrillas presionan a los diferentes gobiernos para controlar el flujo de petróleo que circula por el subsuelo. Pero también por la inactividad política durante el periodo de legislatura que condena al olvido a esta región.
"Me engañaron. Creía que mi paso por Libia sería cuestión de días, pero tuve que estar trabajando como esclava sexual durante tres años"
Una violencia que se reproduce sistemáticamente contra las mujeres. Marie Lensel, coordinadora de proyectos de Médicos Sin Fronteras en Port Harcourt, explica que la situación es muy delicada. “Cada día", señala Lensel, "nos llegan casos de mujeres violadas, abusos físicos, y adolescentes que se han quedado embarazadas y que representan un estigma para sus familias”.
El corazón de esta trata sexual se encuentra en Benin City, capital de Edo, de mayoría cristiana. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde abril de 2017 hasta la fecha, se ha ayudado a más de 10.000 migrantes nigerianos irregulares a regresar a sus hogares procedentes de Libia, de los que el 48% son del estado de Edo. Ya en 2017, la misma OIM alertaba de que la cifra de posibles víctimas de trata sexual que estaban llegando a Italia por las rutas migratorias había aumentado en el periodo 2014-2016 un 600%. La mayoría provenía de Nigeria. Las jóvenes de este país africano que habían sufrido el periplo hasta el país transalpino había crecido de 1.454 en 2014 a 11.009 en 2016. Y el 80% de estas chicas, de edades entre 13 y 24 años, eran según valoraba la OIM, víctimas potenciales del tráfico con fines sexuales.
Así lo confiesa Alice, de 23 años, recién llegada desde Trípoli, Libia, junto a su bebé de dos meses fruto de una violación: “Me engañaron. Creía que mi paso por Libia sería cuestión de días, pero tuve que estar trabajando como esclava sexual durante tres años. Todavía no he podido avisar a mi familia porque tengo vergüenza de que no me acepten como madre soltera”.
Quien conoce bien esta realidad en Edo es la hermana Florence, de la congregación Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús. Antes de ser monja trabajaba como abogada por los derechos de los más vulnerables y ahora no se amilana al señalar con el dedo. Nigeria ha crecido rápidamente para convertirse en la economía más grandes de África, pero la desigualdad también ha aumentado. “Generaciones de mujeres de Edo”, dice la hermana Florence, “han trabajado como prostitutas, de forma voluntaria o involuntaria, en Europa, enviando remesas del trabajo sexual que cubren la economía local. Está tan arraigado que los funcionarios han sido testigos de familias que trafican con sus hijas, con la expectativa de que se beneficiarían de las ganancias de las niñas”, explica mientras toma declaraciones a los repatriados que acaban de llegar.
Destino Italia
Muchos de los desafíos a los que se enfrenta Nigeria y que el próximo presidente tendrá que afrontar tienen una raíz extranjera. “En el caso de la trata sexual, Italia es el principal país receptor de trabajadoras sexuales procedentes de Benin City. Si esto ocurre es porque hay demanda. Hay engaños y mafias organizadas que han creado un puente peligroso y que está desestructurando nuestras sociedades”, se lamenta Gloria Omorwy, editora jefa del diario local Sunday Observer.
"Muchas de nosotras no queremos vender nuestro cuerpo para tener que ahorrar algo de dinero"
Una realidad que ha plasmado la periodista norteamericana con residencia en Roma Barbie Latza en su libro Hoja de ruta al infierno. Sexo, drogas y armas en la costa de la mafia. Según Latza: “Muchas víctimas de tráfico sexual ven maniatado su destino en Italia de dos maneras: la maldición de Juju o magia negra y el abono de las deudas a las madames, a quienes deben pagar por haber llegado a Europa”. El respeto al poder tradicional del Oba, el rey del antiguo Imperio de Benín, está presente en cada esquina, aunque su pasado glorioso se ha perdido en la historia. Aún así, en marzo del pasado año, el actual Oba, Ewuare II, promulgó un decreto contra el tráfico de personas y trató a través del vudú de forzar a las víctimas del tráfico sexual a no pagar la deuda a las mafias.
“La narrativa de la magia negra es muy suculenta para Europa, pero los poderes tradicionales también están tratando de revertir la trata sexual sin perder tiempo en maldiciones”, explica Emmanuel, investigador y periodista, desde Igun Street, calle patrimonio de la UNESCO donde se pueden comprar bustos del Oba en bronce. Desde uno de estos pequeños comercios, Vanessa, de 22 años, habla de la prostitución de una amiga. “Mira, me crié junto a Clarice”, explica mientras muestra la foto de perfil de su amiga en Facebook, “y ahora se encuentra en Roma trabajando como prostituta. Su familia también lo sabe. Pero muchas de nosotras no queremos vender nuestro cuerpo para tener que ahorrar algo de dinero. Si algún día voy a Europa trabajaré en todo caso haciendo trenzas a nuestras paisanas”.
Como afirmó recientemente el nigeriano Wole Soyinka, primer africano en ganar el Premio Nobel de literatura: “Nigeria necesitaba una transformación radical para las próximas elecciones y comenzará con los jóvenes. Les sigo diciendo que combinen sus fuerzas, que no se desesperen y que, sobre todo, se movilicen para cambiar las cosas”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.