La segunda vida del Zendal: solo 11 médicos tras la covid y 13,8 millones en gastos en 2022
Al transformarse en centro de media estancia, la infraestructura impulsada por Ayuso, que costó más de 150 millones, apenas tuvo profesionales y pacientes
Durante todo 2022, el hospital Enfermera Isabel Zendal, que costó casi 200 millones de euros y fue levantado a toda prisa en lo peor de la pandemia (2020), fue lo más parecido a un hospital fantasma. Apenas hubo tres ingresos al día de media, entendiendo como tales pacientes que al menos pasaron una noche en la instalación, para un total de 1.277. En los nueve últimos meses del año, a su alrededor solo se desempeñaron 11 médicos. En ese tiempo, de las 426 camas instaladas, estuvieron disponibles únicamente 73. Y mantener en funcionamiento esta infraestructura semivacía, la joya de la corona de la estrategia con la que combatió la pandemia del coronavirus la presidenta Isabel Díaz Ayuso, costó 13,8 millones. En paralelo, la Administración buscó funciones para darle sentido al Zendal, como recibir las visitas al esprint de miles de ciudadanos que iban a vacunarse contra la covid; las citas de rehabilitación de supervivientes al virus, a un ictus o a una caída; o servir de sede para coordinar la ayuda a Ucrania tras su invasión por Rusia.
Así consta en la memoria del hospital para 2022, recientemente publicada, y que refleja la poca actividad del centro en la segunda fase de su corta vida: si en abril de 2022 dejó de ser una instalación centrada en atender a pacientes con coronavirus, para transformarse en un hospital de media estancia que acometió casi 9.000 tratamientos, curas y terapias de recuperación, en 2025 será sede de un centro de neurorrehabilitación. Esa tercera metamorfosis supondrá gastar otros 50 millones para por fin llenar de actividad la infraestructura.
“Como bien señala el informe, el hospital ha prestado atención a 1500 pacientes en 2022: por tanto, no es un hospital ni vacío ni sin actividad. Eso es un hecho”, defiende un portavoz gubernamental. “En la región hay casi 1.000 plazas disponibles para la recuperación funcional, y el Zendal en este momento comparte esta asistencia, que está repartida en hospitales como Guadarrama, la Fuenfría, la Poveda o Santa Cristina, y cuyo gasto asistencial se mueven en parámetros similares a los de este centro”, abunda. “En cualquier caso, en este hospital, y en los otros, se salvan vidas con lo que la inversión pública llevada a cabo, se da por buena. El Zendal, como ya ocurriera en pandemia, sigue salvando vidas”.
Así, aunque en el conjunto del año se llegaron a administrar 248.114 dosis de la vacuna contra el virus en el hospital, el grueso se inoculó en enero (115.876). La evolución de esos datos muestra que según avanzó 2022, la covid dejó de ser una amenaza mortal para convertirse en una terrible pesadilla, el recuerdo de un pasado que ya no martirizaba el presente. Eso obligó a reinventar las funciones de un centro que había sido escenario predilecto de la propaganda gubernamental, y que quedaba vacío de funciones por la evolución de la enfermedad.
Y entonces llegó el 1 de abril de 2022, que supuso un cambio radical en el funcionamiento del hospital. Ese día empezó la segunda vida del Zendal como centro de media estancia, con sus consecuencias en los recursos humanos: si durante el primer trimestre de 2022 trabajaron en el centro 525 personas, de las cuales 46 eran facultativos y 392 enfermeras, el resto del año apenas se desempeñaron un total de 198 (11 facultativos y 143 enfermeras).
Esa drástica reducción de la fuerza de trabajo resume la poca actividad de una instalación mastodóntica, que se extiende a lo largo de 80.000 metros cuadrados, y que lleva en el centro de la polémica desde su fundación: la concatenación de contratos otorgados por el procedimiento de emergencia, es decir, a dedo, ha merecido el reproche incluso de la Cámara de Cuentas, que ha acusado al Ejecutivo de falta de “diligencia”.
Cinco pacientes desaparecidos
De hecho, pese a la baja actividad, el funcionamiento del hospital ha costado casi 14 millones de euros en 2022, según su memoria oficial. De ellos, 3,2 millones fueron para electricidad, tres fueron al servicio de limpieza, dos para el de mantenimiento, 1,5 para el suministro de gas, y uno al de seguridad, que entre otras incidencias tuvo que hacerse cargo de buscar a cinco pacientes que habían desaparecido.
“Hemos hecho gala de nuestro rasgo más característico, la flexibilidad”, defienden los gestores del centro en la memoria sobre la actividad de 2022. “Cuando no fue necesario para los hospitales nuestro apoyo en la atención a pacientes con covid, nos convertimos en un centro dedicado a la recuperación funcional integral de pacientes, montando gimnasios y ofreciendo además logopedia, terapia ocupacional y apoyo psicológico, y así continuamos”, argumentan sobre la atención a ciudadanos que han sufrido un ictus, desacondicionamiento por encamamiento prolongado, fractura de cadera u otras causas. “Y aquí seguiremos para lo que haga falta y mientras seamos necesarios”.
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