600 kilos de cocaína en cajas de plátanos, el gran negocio del ‘capo’ que enterraba el dinero entre olivos de Toledo
La policía desarticula una organización criminal liderada por La Rubia, el cabecilla de un clan que tenía 30 inmuebles y 35 coches de alta gama. Hay un guardia civil en prisión
Cada cierto tiempo, los vecinos de esa nave de la localidad madrileña de Fuenlabrada, recibían plátanos gratis. Era una instalación dedicada a la maduración de la fruta, pero las bananas llegadas desde el otro lado del Atlántico eran lo de menos. En el interior del cartón de las cajas había cocaína en cantidades industriales, más de 600 kilos de droga, unos 130 millones de euros en cocaína. Como cabeza destacada de todo el tinglado estaba La Rubia, el jefe de un clan de Toledo, apodado así por el color de su pelo, cuyo único lujo había sido cambiarse la dentadura por una blanca y reluciente. Sus amigos le llamaban colmillo blanco y con esa lustrosa sonrisa dirigía una de las redes de narcotráfico más activas del país.
Desde que la policía desarticuló la organización dedicada a recibir y distribuir la droga, ya no se regalan plátanos en esa nave de Madrid. Se trataba, en realidad, de una red compuesta por varios grupos delictivos en la que cada uno jugaba un papel, como una Unión Temporal de Empresas. Estaban los encargados de la recepción, almacenamiento, distribución y venta. 38 personas han sido detenidas, de las que siete, los máximos responsables, permanecen en prisión. Entre los receptores estaban ciudadanos dominicanos, colombianos y venezolanos, compinchados con clanes gitanos que distribuían la droga en Albacete, Toledo, Jaén y Ciudad Real. La operación Ramo se desarrolló en dos fases entre noviembre y diciembre.
Una vez que se había extraído la droga de las cajas de plátanos, la llevaban a otra nave en Getafe donde había un laboratorio. Después la transportaban hasta diferentes guarderías, el término para denominar a los almacenes en los que se dejan los estupefacientes hasta que se trasladan a los puntos de venta. También la guardaban en camiones con caletas, así se llama a los escondites dentro de los vehículos más o menos sofisticados. Estos vehículos estaban estacionados en la calle o en aparcamientos. El punto de venta final eran narcopisos de diferentes localidades controlados por los clanes que vendían a los consumidores. En total se han llevado a cabo 38 registros entre estos puntos de distribución, casas de los miembros de la organización, fincas y almacenes.
La Rubia, uno de los líderes, vivía en Mora (Toledo), donde había comprado muchas fincas gracias al dinero obtenido del narcotráfico, según las investigaciones policiales. “Él era el que adquiría la droga a diferentes proveedores, a veces le llegaba escondida en muebles que después encontramos en su casa, pero ya vacíos de droga”, ha especificado el inspector del Grupo XV de la Jefatura Superior de la Policía de Madrid. Entre los detenidos hay un guardia civil de esta localidad, que permanece en prisión desde diciembre. Es en estas fincas, donde La Rubia enterraba entre los olivos sus fajos de billetes, al estilo Pablo Escobar.
Precisamente en este municipio es donde se iniciaron las investigaciones. El negocio, los coches lujosos y los extraños movimientos del clan implicado no pasaron desapercibidos en el pueblo toledano. Los agentes observaron en sus vigilancias cómo La Rubia y su mujer emprendían viajes “relámpago” en la madrugada en un vehículo conducido por una persona de su máxima confianza “con la única finalidad de entregar la droga a clanes que controlaban su venta en las barriadas” de diferentes localidades. La red usaba a menores y personas desfavorecidas para distribuir la mercancía a los consumidores finales.
Otra detención
La Rubia había sido detenido un año antes de esta operación por narcotráfico. Su esposa, venezolana, jugaba un papel importante en el entramado. “Funcionaban como clanes dedicados al negocio familiar, donde las mujeres llevaban la contabilidad”, ha especificado el inspector que ha liderado las pesquisas, en la que han intervenido 50 investigadores. Muchos de los arrestados ya tenían antecedentes por tráfico de drogas. La droga provenía de Ecuador y Costa Rica, pero la investigación no ha esclarecido a través de qué puerto entraba en España hasta llegar a Toledo y Madrid.
Además de la adquisición de propiedades inmobiliarias, los integrantes de la red criminal habían comprado muchos coches de lujo para blanquear el dinero obtenido con la venta de pollos de cocaína. La Rubia mantenía la fachada de que se dedicaba a la compraventa de estos coches de alta gama. Se han requisado 35 vehículos y 360.000 euros en metálico. La justicia también ha embargado de forma preventiva más de 30 inmuebles. Los investigadores calculan que el monto de todos los bienes confiscados asciende a un millón y medio de euros.
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