Madrid descarta cubrir el Templo de Debod como sugiere Egipto y le pone un vigilante digital: “Hoy el monumento no corre peligro”
El Ayuntamiento, tras analizarlo durante los dos últimos años, anuncia un “plan de conservación preventiva” elaborado por la fundación Santa María la Real basado en la monitorización telemática
No se cubrirá, por ahora. La decisión final llegará en 2023. El icónico Templo de Debod, la construcción egipcia de más de mil años de historia donada por Egipto a España en 1968 e inaugurada en 1972 como monumento urbano en los alrededores de la plaza de España, no contará en los próximos meses con una cubierta para su conservación. Seguirá al aire libre, como hasta ahora. El cubrimiento del monumento era una sugerencia de Egipto, que no veía con buenos ojos su mantenimiento sin cubiertas. La última crítica llegó hace solo dos años. El ministro egipcio de Antigüedades, Jaled El-Enany, respondía así en una entrevista con EL PAÍS:
—¿Si España no cubre el templo, como han hecho otros países receptores para prevenir su deterioro, Egipto reclamaría su propiedad?
—Me parecería inconcebible que un país como España, de una gran cultura y civilización, no protegiese el templo de Debod de su destrucción. En caso contrario, tendríamos que discutirlo con nuestros colegas españoles. España tiene una doble responsabilidad sobre un monumento salvado por la Unesco y regalado por Egipto.
Dos años después, aunque la idea planeó entre los expertos de Patrimonio de la capital de España, la opción del cubrimiento ha pasado a un segundo plano. La decisión llega tras dos años de un minucioso estudio elaborado por la Fundación Santa María la Real, una entidad privada sin ánimo de lucro fundada por el arquitecto y viñetista de este periódico José María Pérez, más conocido como Peridis. Representantes del equipo de Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid y de la organización privada, han presentado esta mañana el nuevo rumbo para conservar el monumento: “Plan de conservación preventiva del Templo de Debod”. El edificio, a juicio de los expertos del Ayuntamiento, “no requiere de actuaciones inmediatas. El monumento no corre un peligro inminente”. Ahora, este plan se remitirá al Museo Arqueológico Nacional, a la Dirección de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, al Colegio Oficial de Arquitectos de la región, al Centro Superior de Investigaciones Científicas y al Ministerio de Cultura. “El objetivo es contar con su colaboración para debatir de forma conjunta sobre el tratamiento que el templo requiere en el próximo otoño”, ha anunciado el director general de Patrimonio del Ayuntamiento, Luis Lafuente. Y ya en 2023, mediante un congreso internacional, determinar finalmente si se cubre o no.
Un plan digital
Los representantes de la Fundación Santa María creen que con este monumento hay que llevar la conservación hacia una gestión más digital. La complejidad de la conservación de los bienes culturales, en especial los que ocupan los centros históricos de las ciudades, exigen herramientas específicas. Han desarrollado un instrumento digital que evalúa todos los elementos. Si esto se aplica de manera rigurosa, han anunciado, permitirá aumentar la esperanza de vida del edificio. ¿Cómo funciona? Los gestores del Templo de Debod tendrán acceso a un panel de control que actuará como un gran depositario de conocimiento. Se han encontrado 90 riesgos identificados, todos menores. “Es un análisis global”, puntualizan. Tampoco se han descartado la restricción de las visitas en un futuro. “Por el momento, no”, ha dicho el representante del Ayuntamiento.
Un regalo con condiciones
En 1959, Egipto hizo pública la decisión de donar cinco templos a los Estados que más recursos destinaran a la campaña de salvamento de los monumentos nubios. La partida esencial de la inversión era la dedicada a la conservación de estos edificios. La Unesco impuso una condición que los elegidos debían cumplir para garantizar el buen estado: debían ubicarse en el interior de museos abiertos al público. Los templos de Dendur, Taffa, Ellesiya y el portal del templo de Kalabsha cumplen este requisito. El más famoso es el de Dendur, en el Metropolitan de Nueva York.
La excepción es el de Debod, el más grande de los cinco. En 1972 se decidió montarlo —y contradecir a la Unesco— al aire libre, en el solar del antiguo Cuartel de la Montaña, en un extremo del parque del Oeste, lugar privilegiado para las puestas del sol. Hoy es uno de los reclamos turísticos de la ciudad, donde decenas de miles de personas lo visitan cada año.
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