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DJs emergentes: de crear listas de reproducciones en casa a pinchar en directo

Los colectivos transfeministas y LGTBIQ+ organizan talleres de iniciación y recuperan su actividad en las pistas de bailes madrileñas tras la pandemia

El DJ Juma Guerrero, del colectivo NightN01se, pincha durante la fiesta en un club nocturno en Madrid.
El DJ Juma Guerrero, del colectivo NightN01se, pincha durante la fiesta en un club nocturno en Madrid.Claudio Alvarez
Patricia Segura

Una tienda de ropa, un almacén de un polideportivo, casetas en las fiestas de barrio o un gastrobar. Cualquier lugar sirve para pinchar música en directo y armar una buena fiesta. Tras la pandemia, muchos jóvenes han pasado de crear las listas de reproducciones en casa a componer sus propios temas y compartirlos en plataformas digitales para fundar su propio sello. Los colectivos independientes dedicados al mundo del DJ, que organizan talleres y sesiones de platos abiertos para artistas emergentes, recuperan su actividad también en las pistas de bailes madrileñas. Cada vez son más los jóvenes que acuden a estos encuentros multidisciplinares con perspectiva transfeminista y LGTBIQ+, en el que las piezas artísticas y los espectáculos visuales van de la mano de sonidos del neoperreo, hip hop, funk y hardcore.

Es jueves. La reunión empieza a las siete de la tarde en un restaurante ecuatoriano donde los jóvenes se turnan para pinchar. Cualquiera que se atreva a animar la fiesta puede hacerlo desde la mesa del DJ, entre el olor a salchipapas junto al mercadillo de lienzos y pendientes en el local de Ayawaskha, en el distrito de Salamanca. Juma Guerrero, de 27 años, es veterinario: “La carrera me llevó muchos años y estuve muy encerrado. Cuando acabé, descubrí las raves y me encantó el techno”. El madrileño compró una mesa de mezclas y empezó a dar sus primeros pasos en su casa viendo vídeos en Internet: “Si no tengo mi playlist practicada tres veces, no estoy tranquilo. Es como cuando vas a un examen”.

Los jóvenes se reúnen en el restaurante Ayawaskha durante la sesión de platos abiertos en Madrid.
Los jóvenes se reúnen en el restaurante Ayawaskha durante la sesión de platos abiertos en Madrid. Claudio Alvarez

El evento lo organiza el colectivo NightN01se, una promotora que apoya a jóvenes promesas conservando su esencia independiente. Por sus fiestas han pasado artistas reveladores, como Soto Asa o María Sioke, que ya cuentan con millones de seguidores. La plataforma nació en 2019 con la idea de dar un espacio a artistas disidentes que intentan hacerse un hueco en la capital. “En muchas salas te preguntan directamente: ‘¿Eres de techno o de reggaetón?’ Es muy binario todo”, opina Beatriz Fernández, de 29 años, una de las fundadoras del club, que cuenta con más de 2.400 seguidores en Instagram.

“¿Qué es lo que buscamos en una fiesta?” o “¿Qué es lo que nos la ha fastidiado?”, refiriéndose al colectivo queer. Respondiendo a estas preguntas empezaron a redactar su manifesto. “Entonces solo éramos unos pocos que conocíamos este mundo. Es una fiesta en la que huir de los estereotipos y de las identidades que se perciben como convencionales a través de la música de artistas independientes”, explica la madrileña. Pero, asentar la idea no fue fácil. “Al principio, sentía reticencia y paternalismo”, recuerda Fernández que recorre las salas de la capital para ofrecer su propuesta.

Aunque muchos colectivos ya existían desde 2017, como Chica Gang, después del confinamiento surgieron otros con la misma intención. Como DJ Club, formado por 15 jóvenes entre 22 y 28 años. Entre ellos Stiven Senga, de 26 años, que explica sus inicios en 2020: “Quedábamos en casa de una amiga y siempre sacaba la mesa de mezclas. Había una necesidad de crear fiestas para cuando se acabara la pandemia. Pensamos en estar preparados”. Empezaron organizando talleres de iniciación para DJs gratis, a los que se sumaban amigos que querían aprender a pinchar. El madrileño empezó a tocar hace poco más de un año. “Me volví adicto”, admite. Lo suyo es fusionar el afrobeat, el house y la música electrónica: “Ya lo hacía con el Spotify controlando la música. Me gusta interactuar con el público y hago también espectáculo porque lo que quiero es que la gente baile”.

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Los asistentes al evento bailan frente a la mesa del DJ en la sala Costa Social Club de Madrid.
Los asistentes al evento bailan frente a la mesa del DJ en la sala Costa Social Club de Madrid.Claudio Alvarez

Ya es medianoche. La guinda del pastel es sorpresa. La ubicación no se desvela hasta unas horas antes y los nombres de los artistas invitados se mantienen en secreto hasta que suben al escenario. Próxima parada, la sala Costa Social Club, en Chamberí. “¡Bienvenidxs!”, dicen al entrar. Unos 70 asistentes bailan en corrillos entre luces de colores que inundan el local. Sus cuerpos siguen el ritmo frenético frente al escenario de los DJs. “Hemos venido rebotados del restaurante”, dice alzando la voz por el volumen de la música Eva Sánchez, de 31 años, que es la primera vez que acude a este tipo de eventos. “¡La música está genial!”, añade de camino a la barra.

Vuelta a los 2000. Suena Hollaback Girl de Gwen Stefani y My Humps de Black Eyed Peas. La música de artistas de Uruguay y Argentina se fusiona con la de los DJs locales. Los sonidos latinos y electrónicos resuenan por toda la sala, iluminada por luces moradas y verdes, hasta que una actuación de una drag queen cierra la celebración. Ella es Alakrana (28 años, Málaga) que explica el vínculo de lo underground entre artistas que están intentándolo, tanto musicalmente como en la escena drag. “Venimos todos de los márgenes. Yo voy vestida como las muñecas Bratz ―trenzas de colores, tacones de aguja y un mono de cuero negro— y no encuentro ninguna mirada de odio”, dice orgullosa. Así, los que empiezan pueden crear una red de contactos en un evento en el que el beneficio de las entradas se invierte en pagar a los próximos invitados.

“Los jóvenes tienen su propia red donde evolucionan y cambian las tendencias musicales. Ahora el mecenas es la gente que está en Internet y elige lo que quiere escuchar”, explica Eduardo Gramunt (Barcelona, 51 años), director de la escuela Microfusa, que instruye a jóvenes DJs y ha duplicado su número de alumnos en dos años. En 2019 eran 50 y ahora son 120. A su juicio, la pandemia ha forzado un cambio generacional que se refleja en la escena independiente: “El mundo underground tiene un punto de vista más cultural y de análisis, donde el DJ es la conexión neuronal de la fiesta y pone en sintonía a todo el mundo”.

Tras su debut en el escenario, Juma Guerrero explica el objetivo del evento: “No solo se trata de encontrar a gente que quiera pasarlo bien. Para conseguirlo los que vienen deben tener una base de principios sólidos de respeto, sino el jolgorio y la noche se vuelven una locura”.

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