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Un árbol frutal conquista las calles de Madrid

La variedad más plantada de este peral de flor es la ‘Chanticleer’, de la que hay 2.500 ejemplares

Árboles frutales Madrid
Perales en flor, en el parque de El Retiro.Antonello Dellanotte
Eduardo Barba

Los parientes de las rosas son algo más que flores. A este grupo pertenecen una miríada de plantas que producen unos frutos que deleitan nuestro paladar: manzanas, albaricoques, frambuesas, ciruelas, fresas, acerolas, membrillos, cerezas, nísperos, moras, melocotones… y también semillas, como la almendra. Todas estas se engloban en la familia de las rosáceas, que cuenta con más de 2.000 especies. En jardinería utilizamos muchas de ellas con fines meramente ornamentales, como ocurre con la reina de las flores, la rosa (Rosa spp. y variedades). Sin las rosáceas no podríamos disfrutar de muchos jardines, tal y como hoy los conocemos, debido a su gran importancia. Por ejemplo, entre los siglos VIII y IX, el emperador Carlomagno dispuso un listado de plantas que debían ser cultivadas en los jardines de todas las ciudades de su territorio. En el casi centenar de especies recogidas en el Capitulare de villis, hasta 10 rosáceas eran imprescindibles, la mayoría árboles frutales.

En nuestros días los árboles siguen teniendo su lugar en la ciudad, ya que sin ellos las calles se convertirían en páramos rendidos a la fealdad y desaprovecharíamos los innumerables beneficios que el arbolado procura al ciudadano. Los niveles de estrés de las personas que pasean a la vera de sus copas descienden, y se ha comprobado asimismo que puede ser un factor que haga disminuir la delincuencia. ¡Va a resultar cierto eso de “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”!

La variedad de especies que extienden sus ramas sobre el asfalto madrileño se ha ido diversificando en los últimos tiempos, en pos de potenciar la biodiversidad y evitar así los problemas que surgen cuando se utilizan solo unas pocas. Como en todo, ha habido experiencias con árboles que han sido exitosas, y, en otros casos, un rotundo fracaso. Entre estos fiascos también encontraríamos alguna rosácea, como el japonés Prunus serrulata Kanzan. Nos lo cuenta Gilberto Segovia, ingeniero agrícola: “Esta ha sido la variedad de cerezo de flor más popular de todo Occidente, debido a que ha funcionado muy bien en ciudades del centro y del norte de Europa. Pero cuando se introdujo aquí, los calores y la sequedad ambiental del verano fueron fulminantes para él. Se plantó mucho, incluso como árbol de alineación en las calles. De todos esos cerezos ya quedan en pie muy pocos”, incapaces de resistir los extremos del clima castellano.

Flores de peral, en la calle de Marcelo Usera.
Flores de peral, en la calle de Marcelo Usera.Eduardo Barba

Uno de los sitios en los que se podía disfrutar de la floración de este cerezo tan bello era la céntrica calle de Arenal, que une la plaza del Teatro Real con la Puerta del Sol. Pero aún los viandantes que pululan por esta histórica vía pueden regocijarse estas semanas con la floración muy especial de otra rosácea de la que todavía no habíamos hablado: el peral. Si bien no se trata del que nos regala la jugosa fruta, ya que este solo cuenta con unos minúsculos frutos, sí que nos baña con otras bondades, como su bella estética. Su nombre científico, Pyrus calleryana, ha derivado en el popular de peral de Callery, que era un misionero que introdujo este árbol en Europa en el siglo XIX desde China y Vietnam, sus lugares de origen. En aquellas regiones su madera dura y de grano fino sirve para construir muebles, como taburetes.

En Madrid capital, la variedad más plantada de este peral de flor es la Chanticleer, como detalla Antonio Morcillo San Juan, autor de una preciosa guía de bolsillo con los árboles más frecuentes de nuestra ciudad. Morcillo, subdirector general de Conservación de Zonas Verdes y Arbolado del Ayuntamiento de Madrid, cuenta que hay “hasta 2.500 ejemplares de peral Chanticleer en la ciudad, que se introdujo en el año 2003. Las calles en las que hay mayor presencia son las de Sierra de Atapuerca, en Las Tablas, con unos 140 ejemplares, o la misma Gran Vía. Aunque también se cultivan otras variedades, como la Redspire, la President, la Aristocrat, la Bradford… con lo que llegamos hasta los 7.000 ejemplares de estos perales de flor. Estas últimas variedades se encuentran sobre todo en el distrito de Vicálvaro, en El Cañaveral, como en la calle Imperio Argentina”.

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Al igual que otros perales, incluidos los autóctonos, su otoñada es espectacular, de colores rojizos muy llamativos, aún más debido a sus hojas brillantes. La copa de estas variedades ya citadas es estrecha, tendiendo a formas cónicas, lo que permite que puedan plantarse en calles pequeñas y que sus ramas no interfieran en las construcciones aledañas, sin necesidad de poda. Ahora ya no hace falta pedir peras al olmo, se las podemos pedir directamente a los Pyrus calleryana.

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.

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