Amor y honor, las fuerzas que mueven el teatro de Lope de Vega
Eduardo Vasco vuelve a la obra del dramaturgo del Siglo de Oro más tradicional con una adaptación de ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’, una drama de honor villano en la España rural
El sonido de las percusiones marca el ritmo del enfrentamiento entre dos hombres que no tienen nada en común. Uno es un señor, el otro un humilde aldeano; uno imparte las normas, el otro está a punto de descubrir que las leyes no valen para todos. Lo que empezó como una lucha por el amor de la misma mujer se acaba de convertir en un drama de honra que sobrevive al paso del tiempo y se adapta a la modernidad. Vuelve a los teatros la obra maestra de Lope de Vega Peribáñez y el Comendador de Ocaña, bajo la dirección de Eduardo Vasco y con la adaptación de Yolanda Pallín, en escena en el Teatro Fernán Gómez hasta el 27 de febrero.
Han pasado más de dos décadas y casi una decena de títulos desde la primera vez que Vasco (Carsi, Espejo de víctima o La ruta de Don Quijote) llevó al Fénix de los ingenios a escena. “Me gusta leer a Lope, escenificarlo. Es el diversificador de la realidad, sus versos no necesitan ningún esfuerzo para que fluyan y se conviertan en parte del actor”, reflexiona Vasco. Peribáñez, una de las obras más notables del dramaturgo del siglo de oro, fascinó al dramaturgo madrileño sobre todo por la esencia de su historia, que representa una respuesta imprevisible ante un abuso de poder que parece imparable. “Esta historia nos enseña que cuando el sistema falla el camino que toma el ciudadano siempre es extremo. Nos habla de los peligros de los gobernantes que no guardan sus propias leyes, probablemente el aspecto más contemporáneo de esta puesta en escena”.
La historia es la del villano que se enfrenta al poderoso. Durante la celebración de la boda de Peribáñez (interpretado por Rafael Ortiz) y Casilda (Elena Rayo), el Comendador de Ocaña (Alberto Gómez Taboada) sufre una cogida por uno de los toros de la fiesta. Casilda se encarga de cuidarlo, y este acaba enamorándose de ella, provocando los celos de Peribáñez. Para acercarse a ella, el Comendador invita a su marido a unirse al ejército cristiano contra los moros, y este se marcha a Toledo a cargo de una tropa de soldados. Sospecha, sin embargo, que el comendador intentará conquistar a su esposa en su ausencia, y vuelve para esconderse en su casa. El descubrimiento de que tenía la razón destapará una serie de problemas de difícil resolución.
Rafel Ortiz supera la condición cómica de su personaje para sumergirse de lleno en la tragedia y cumple con la visión de Lope de Vega del pobre villano que consigue plantear cara a los poderosos, algo impensable en 1614, fecha de publicación de la obra. “Peribáñez decide no ceder ante los abusos y lucha por su dignidad personal hasta las últimas consecuencias. Se convierte en el defensor de la dignidad humana, una característica muy moderna y que sin embargo representa uno de los valores universales del ser humano”, hace hincapié el director.
El actor en primer plano
Vasco —quien, junto a la Compañía Nacional de Teatro Clásico y a Noviembre Compañia de Teatro, ha llevado al escenario nueve obras del repertorio de Lope de Vega— se mantiene fiel a su manera de hacer teatro. El actor y la palabra se mantienen en primer plano; la música, que compone él mismo, en directo y tocada con los instrumentos más tradicionales de la España rural; y una adaptación sin artificios, para que el público pueda sentirse partícipe y disfrutar de un clásico. “La consideración de los dramaturgos del Siglo de Oro como autores para eruditos nos parece un disparate. El habla de Lope parece natural, no es nada construida, no hay razón de complicar la misma naturaleza de la obra”, dice el director, que además recuerda cómo los autores áureos escribían teatro en primer lugar para contar historias y entretener a la gente sencilla. “Y claro, en ocasiones, también para producir en ellos una reflexión”.
En diferentes ocasiones Peribáñez y el Comendador de Ocaña ha sido reconocida por la crítica por su calidad literaria antes que como pieza de acción dramática, algo que no ha frenado a Yolanda Pallín, cofundadora de la Noviembre Compañía, a la hora de adaptar la obra. Vasco reconoce que la clave del éxito haya sido respetar cuanto más posible el texto: “Esta versión tiene de moderno que está destinada al público de hoy. No pretendemos hacer de nuestras formas las protagonistas del hecho teatral, la obra tiene ya suficiente fuerza y entidad para llegar al espectador. Ahora mismo lo fácil es superponerte a los grandes maestros, cuando deberíamos acordarnos de que somos solo una mosca infinitesimal al lado de ellos”.
Amor y poder
Además de la lucha entre el villano y el poderoso, el gran protagonista de la obra de Lope de Vega es el amor. En una sociedad segregada y rota como la que el dramaturgo presenta en Peribáñez, el Comendador está convencido de merecerlo todo y considera inútiles los esfuerzos de todos los que están por debajo en el escalafón de la sociedad. En este escenario desesperado, sin embargo, el amor auténtico de Peribáñez y Casilda representa una victoria sobre la autoridad de los matones como el Comendador. Solo el tiranicidio puede resolver la tensión entre estos dos mundos tan distintos y permitir a Peribáñez defender a Casilda, no como propiedad —aunque sufra de celos cuando piensa que lo está traicionando—, sino como parte de su familia.
En el Arte nuevo de hacer comedia, Lope de Vega recuerda que “los casos de honra son mejores, porque mueven con fuerza a toda gente”. Así, Peribáñez, que lucha para salvaguardar la vida honorable de su familia, se convierte en el chivo expiatorio ideal de la poética del Fénix de los ingenios.
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