El PP de Madrid respalda a Ayuso en su apuesta por concentrar cuanto antes todo el poder regional
La dirección regional traslada a la nacional el apoyo mayoritario a que su congreso sea cuanto antes
Isabel Díaz Ayuso ha ganado este viernes una escaramuza en su lucha con la dirección nacional del PP por controlar el partido en Madrid. La presidenta de la comunidad ha logrado que Pío García Escudero, en nombre de la dirección regional popular, le traslade a la dirección nacional de Pablo Casado que hay un respaldo mayoritario a su pretensión de que el congreso autonómico del partido se celebre lo antes posible dentro del calendario previsto del primer semestre de 2022. Aunque la iniciativa no tiene el peso suficiente para cambiar el criterio de la dirección nacional, que sigue sin fijar la fecha del cónclave, sí ha supuesto un espaldarazo para Díaz Ayuso, que ha vivido una jornada tormentosa, dentro y fuera de la sede de Génova.
― Bastante carajal tengo con lo mío, arranca diciendo la presidenta de Madrid.
El carajal al que se refiere la política conservadora es el resultante de liderar la Comunidad de Madrid y mantener al mismo tiempo un pulso con el secretario general del PP, Teodoro García Egea, para organizar sin más dilación el Congreso del partido regional. Y el carajal del que no quiere hablar cuando se le pregunta es el resultante de la sentencia judicial que constata que la reforma del edificio ante el que habla, Génova 13, fue pagada en negro. Así, justo antes de participar en la reunión de los órganos de dirección del PP de Madrid, Díaz Ayuso certifica que acude a un escenario lleno de fantasmas. Cuando habla, el pasado se impone al presente.
Porque aquí, en Génova 13, el entonces vicesecretario Fernando Martínez Maíllo anunció en 2018 que Cristina Cifuentes dejaba de ser la presidenta del Partido Popular de Madrid, dejando vacante un puesto que ahora ambiciona Díaz Ayuso, y que le permitiría acumular tanto poder como su antecesora o Esperanza Aguirre.
Y porque aquí, este viernes, precedida por el rumor que avisa de la tormenta, aparece Esperanza Aguirre, investigada en el caso Púnica y autora de una definición que todo el mundo entendió dedicada a Pablo Casado, García Egea y todos los que se oponen a que Díaz Ayuso concentre el poder en Madrid: los “chiquilicuatres” y “niñatos” de Génova.
“Vengo para pedir que no haya más dilaciones indebidas para el Congreso regional”, dice la expresidenta, feliz de volver a estar en su salsa, rodeada de micrófonos.
Aguirre se suma así a la tesis de los consejeros de Díaz Ayuso, que consideran que el cónclave no debería pasar de marzo, frente a la dirección nacional, que cree que hay plazo hasta junio. Su voz es la primera de muchas que se expresan en la misma línea, según tres fuentes presentes en la cita, que se celebra a puerta cerrada. Aunque hay quien dice que no ve tanta diferencia entre que el congreso sea en marzo o en junio, la mayoría de intervinientes pide acelerar los plazos. Entonces, Pío García Escudero, que está al mando en Madrid desde la dimisión de Cifuentes, deja de dar turnos de palabra. Se acerca la hora de comer, y todos están viniendo a decir lo mismo: que apoyan la candidatura de Díaz Ayuso a presidir el PP de Madrid.
“No creo en hiperliderazgos, ni pretendo concentraciones de poder”, expone la aspirante dentro de la sede, donde la gran decisión del día es dar cuenta de la dimisión de los presidentes del PP de Miraflores de la Sierra, Pedrezuela, Ribatejada y Torres de la Alameda.
“No hay que airear problemas internos, son totalmente estériles”, pide Andrea Levy, concejal en el Ayuntamiento de la capital. “No podemos estar centrados en crear problemas”, añade. E insiste: “Se equivoca quien esté en la polémica y la desunión”.
Nada resume mejor lo divisivo que está resultando para el PP que la dirección nacional ponga palos en las ruedas del proyecto de Ayuso, la estrella política del momento, el mejor activo electoral del partido, y, por todo ello, una amenaza para el liderazgo de Casado.
¿No sirvió para nada la foto de la unidad en la convención de Valencia, tomada a principios de este mismo mes? ¿No han mejorado las cosas entre la baronesa y quienes ocupan los despachos de la planta séptima?
“Están igual”, contesta, rotundo, un político con predicamento en el PP nacional y el PP de Madrid, y que defiende la posición de Díaz Ayuso. “No se trata de llevarse mejor o peor. Se trata de que hay que dar certidumbre a la gente y al partido”, añade, sumándose a la reclamación de que el congreso madrileño sea como tarde en marzo, para que así de tiempo de lanzar a los candidatos municipales de 2023. “El trabajo hecho por dirección actual ha estado muy bien. Y tras el 4-M toca reimpulsar el partido para las elecciones de 2023″.
“Pero hay otras regiones en la misma situación que Madrid”, se queja una fuente cercana a la dirección nacional, que no ve qué necesidad hay de acelerar los plazos, ni de tensar el ambiente. “Lo calientan todo de tal manera... van a romper, pero no lo conseguirán porque se trabaja para llegar a la presidencia del Gobierno [con Casado]. Y para eso hay que trabajar unidos”, añade. “Están presionando a mucha gente”.
A pesar de la presión en la junta para adelantar la fecha del congreso del PP de Madrid, en la dirección nacional transmiten que nada ha cambiado y que “se mantienen los plazos del calendario”, informa Elsa García de Blas. Este fue aprobado en la junta directiva nacional, y establece que los congresos uniprovinciales (como Madrid) se celebrarán en el primer semestre de 2022, después de los pluriprovinciales. El congreso será “cuando corresponda”, aseguran fuentes oficiales, y no está previsto que se celebre antes del mes de marzo, apuntan fuentes de la dirección nacional de la máxima solvencia. Esto es, Génova no cede a la presión y mantiene el pulso ante los afines a Isabel Díaz Ayuso y su exigencia de que el cónclave sea antes de esas fechas para no incumplir los estatutos. En Génova hay un gran malestar con Ayuso y su equipo, a quienes reprochan haber creado una grieta interna que no existía y que perjudica a Pablo Casado.
Pero este viernes la sangre no llega al río. Muchos no dicen en público lo que expresan en privado. Y durante la cita, Díaz Ayuso insiste en un mensaje conciliador. “Es mi responsabilidad que no haya divisiones”, reconoce la presidenta regional tras subrayar su lealtad a Casado. “El Congreso será cuando decida el partido, y lo acataré”.
“Creo que hay paz: solo falta que digan fecha del congreso para terminar con este rollo macabeo”, amplía un colaborador de su confianza.
“Tenemos que remar todos juntos para que Pablo Casado sea presidente (de España) más pronto que tarde”, dice Pablo Montesinos, vicesecretario nacional.
Es una llamada a la unidad, que es lo que ocurre cuando hay división. A un lado, Díaz Ayuso y sus partidarios. Al otro, García Egea y los cercanos a Casado. Y en el horizonte, controlar el PP de Madrid como paso previo a poder optar a presidir el partido a nivel nacional si el líder actual pierde por tercera vez unas elecciones generales.
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