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Las lágrimas y los sueños cumplidos de Rozalén

La cantautora ha agotado todas las entradas para un emotivo concierto en el WiZink Center, en el que ha interpretado sus temas sociales contra el machismo, racismo y las guerras

Rozalén en concierto en el WiZink Center, en Madrid.
Rozalén en concierto en el WiZink Center, en Madrid.KIKE PARA

Rozalén tembló y lloró ante un público que llenó el WiZink Center, pero se recompuso para cantar. Sus temas le sirvieron para enfrentarse, con estoicismo, a la guerra, el racismo y el machismo. La albaceteña, de 35 años, regresó este jueves a los escenarios junto a su banda para presentar El árbol y el bosque, su cuarto álbum de estudio. “¡Ay, que ganas de llorar tengo! Muchísimas gracias por venir. No me puedo creer que estemos aquí... Sé que poco a poco me iré relajando, pero es un regalazo que compréis una entrada y pueda veros”, confesó.

Antes de empezar, el edificio estaba rodeado de caras felices. Algunos esperaban para entrar al concierto y otros salían de vacunarse, con los brazos al aire y el algodón apretándoles la piel. La misma emoción se percibía dentro, cuando María de los Ángeles Rozalén entonó: “La calidad de la sanidad será intocable”. El público estalló en aplausos al recordar el himno que ella escribió contra la pandemia, Aves Enjauladas.

Con La línea se enfrentó a quienes critican la inmigración. Mientras, a su espalda, en una gran pantalla retransmitieron imágenes de personas que cruzaban vallas con alambres o que navegaban en patera por un mar. “Pensaba que lo de las fronteras era de otra época. Y encima, después de conocer personas, rostros y nombres propios que luchan por sobrevivir, hay una cosa que tengo clarísima: nadie lo hace por gusto”. Y lo relacionó con un verso de Cristina Peri Rossi: “Partir es siempre partirse en dos”.

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La poesía también le sirvió para enfrentarse a la guerra. Recordó unas palabras escritas por Miguel Hernández como preliminares de Justo, un tema que habla la memoria histórica, concretamente de su tío abuelo. Fue el único soldado de su pueblo que no regresó del frente. “Tristes guerras/ si no es amor la empresa. Tristes armas/ si no son las palabras. Tristes hombres/ si no mueren de amores”, recitó. “Cómo cuestan cantar algunas canciones”, declaró.

Las 5.000 entradas disponibles (en el espacio hay 12.000 butacas, pero por medidas de seguridad redujeron el aforo) se vendieron para asistir al espectáculo que da Rozalén, acompañada de su banda y Beatriz Romero, su intérprete de signos. En mitad de la melodía de Este Tren invocó a los asistentes con el grito: “Hemos vuelto”. Su intención era ofrecer “un chute de energía”, pero ella también lo necesitaba: “Estoy dando y recibiendo, es un doble disfrute”.

Con esa espontaneidad, recibió a Fernando Madina, vocalista de Reincidentes. Ambos, con lágrimas en los ojos, interpretaron ¡Ay! Dolores. Esa letra, que habla sin tapujos del maltrato, fue una de las grandes inspiraciones de la cantautora. “Somos lo que escuchamos en la adolescencia, le debemos mucho al rock de este país”, señaló. Aún con la voz quebrada, Rozalén rememoró una frase que le dijo una amiga: “Estás cumpliendo sueños de una generación de tú solita”. Y eso le parece algo tan hermoso que no se quiere acostumbrar.

Esa chica que cantaba en garitos los temas de grupos de rock, creció musicalmente y también se sumó a crear cantos feministas como El paso del tiempo, en la que defiende belleza senil. “LLas arrugas de mi boca, el invierno en mi pelo/ las venas son ramas marcadas en mis manos/ es mi pecho cayendo, postales de verano”, coreó. También interpretó Que no, que no, con la que ganó el Goya a mejor canción original este año, y que aparece en La Boda de Rosa, de Icíar Bollaín. “Si elijo ser mi prioridad/ no es cuestión de egoísmo/ el tiempo de calidad/ parte dedicado uno mismo”, reivindicó por la independencia femenina. “¡A ver si las canciones ayudan a cambiar las cosas, por dios!”, exclamó. Y obtuvo varios síes como respuesta.

En mitad del concierto cambió de ropas y de registro. Pasó de una chaqueta negra y blanca a unos flecos coloridos para interpretar Vivir y El día que yo me muera. Los asistentes se balanceaban en sus asientos, como deseosos de levantarse a bailar, pero mantenían en todo momento la distancia y la mascarilla. La artista, con su tono familiar, se acercó a los asientos para hablar con su madre. “Dice que voy muy cortita. Está por ahí, decidle cosas bonitas”, bromeó. También pidió aplausos para los técnicos. “Son los que hacen todo posible”, afirmó.

El nuevo disco de Rozalén, cargado de todas estas reivindicaciones contiene una canción de amor, A tu vida. “Es de amores nostálgicos, historias que se quedan a medias y espinitas para siempre”, explicó. Y expuso unas palabras que parecía lanzar al público: “Hoy te vuelvo a ver”.

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