Sostener y defender la Cultura
15 artistas de siete países desarrollan otras tantas piezas en la Casa de Velázquez, un centro que tutela el Ministerio de Enseñanza Superior de Francia
Reflexiones medioambientales en torno al agua, exploración del concepto de la alegoría y del feminismo, cuestiones relativas a las representaciones sociales, a la hospitalidad y a la memoria o análisis geopolíticos a través de piezas de arte se descubren cuando se atraviesa el portalón de Casa de Velázquez, en el corazón universitario de la Complutense de Madrid. Cobijados por la Académie de Francia y el Ministerio de Enseñanza Superior de Francia, un grupo de jóvenes han podido dejar volar la imaginación durante un año y preparar al menos un proyecto artístico.
Francia apoya la Cultura y no es un mantra que se repita sin sentido. Lo ha hecho siempre y lo sigue haciendo. En Casa Velázquez, 15 artistas, dos de ellas becadas por dos instituciones españolas, han podido durante un año vivir en Madrid y desarrollar un proyecto artístico que ahora se exhibe en la capital, hasta el 18 de julio, y que el año próximo se podrá contemplar en Nantes y París bajo el epígrafe Itinérance.
La obra de estos 15 autores, de siete países diferentes, salió el jueves de sus estudios y quedó a la vista del espectador. No había vuelta atrás, en las paredes de Casa Velázquez, rodeado de un jardín espectacular y unas casas estudio de lujo, quedó expuesto el trabajo de todos ellos para ser contemplado por otras personas. Pintura, dibujo, vídeo, fotografía, música y arquitectura con diversas técnicas que han envuelto durante un curso la vida de todos ellos. Hasta ahora 91 promociones de artistas residentes han podido impulsar su carrera y desarrollar sus proyectos gracias a la Académie de France.
Fabienne Aguado, directora artística, explica que Itinérance se entiende como “un concentrado, un estado del arte en el sentido más literal con multitud de enfoques e inquietudes que estos últimos meses han habitado la Casa de Velázquez”. Las disciplinas y materiales que trabajan unos y otros tienen argumentarios muy diferentes, pero si hay un nexo común, en el caso de buscarlo, es su preocupación por el futuro de nuestra sociedad trabajado de distintas maneras.
La obra de la mexicana Liza Ambrossio no te deja impasible, en la exposición muestra fotografías succionadas de su proyecto La etapa de la brujería y una versión de su móvil con peces bruja Un cruel suspiro. Estos peces disecados dan vueltas en el móvil colgado en el techo de su estudio, son animales que se venden tal cual en los mercados de México y se alimentan de cadáveres o de peces agonizando. Con sus obras investiga las fortalezas y debilidades de la mente. “El pasado, el presente y el futuro se entrelazan para crear una narración que se alimenta de símbolos alusivos a la brujería, mitos, recuerdos y leyendas” explica Ambrossio. La artista, además de la beca francesa, tiene expuesta en Casa de América Naranja de sangre en el marco de PhotoEspaña.
Un bate de béisbol de cristal sobre guijarros puntiagudos y pequeños dibujos inspirados en los Compton Cowboys de Los Ángeles que terminarán en una obra de mayor tamaño es lo que presenta Bianca Argimon. Sus proyectos son fruto de otros experimentos artísticos. Le interesa la geopolítica y por ello los dibujos que ha realizado “hablan de nuestro tiempo, de este planeta enloquecido. Ahí están las excentricidades de nuestra sociedad a través de fábulas modernas que contienen mil y una historias paradójicas, absurdas y cómicas”. Argimon, que anteriormente no había trabajado como documentalista, está preparando un vídeo sobre la extorera Cristina Sánchez y su alumna Raquel Martín, quien recientemente salió a hombros tras su faena en una novillada en la plaza de Arles.
Laía Argüelles investiga materiales y fotografías para que cobren una vida diferente con su intervención y montaje. La serie Marinas, explica, “es el resultado de ir uniendo varios fragmentos de fotografías en blanco y negro, reorganizados en un políptico que forma un nuevo paisaje”.
Las historias y los personajes que se sitúan en el margen de sociedad —contrabandistas, emigrantes, exiliados o aventureros— que se inscriben entre lo visible y lo invisible y revelan modos de vida fuera de lo común es lo que le interesa a Ivan Castiñeiras. Con sus historias ha conseguido realizar la película Deuses de pedra y Geografías íntimas, a medio camino entre el documental y la ficción. Las películas abordan cuestiones geopolíticas relacionadas con las fronteras y la territorialidad. Aborda el paso de la infancia a la adolescencia de Mariana, una niña que mantiene un estrecho vínculo con su paisaje y con las leyendas aun presentes en el espacio.
El investigador Julien Deprez ha creado una máquina que es la que pinta las obras en las que trabaja. Su proyecto gira en torno a la experimentación tanto conceptual como técnica. Desarrolla robots dedicados a la pintura y el grabado, que permiten realizar grandes producciones abstractas, dando lugar a una reflexión sobre la propia técnica: ¿Cómo combinar un medio clásico y tradicional como el grabado con máquinas digitales contemporáneas? Los dos grabados que se exhiben están inspirados en las zonas periurbanas de Madrid. Ver a su máquina pintando es un verdadero espectáculo.
El trabajo artístico de Guillaume Durrieu no se limita a la pintura para la que sigue un protocolo invariable: una secuencia de gestos ordenados y definidos ya en los dibujos preparatorios, que realiza de una sola vez. De esta forma, genera “signos” pictóricos que organiza por motivos, como reminiscencias visuales y persistentes de la modernidad. Durrieu compone, entre otras creaciones, música de películas, produce discos de vinilo y una esceneografía para el Theatre du Chatelet. Por si esto no fuera suficiente, escribe y crea recetas gastronómicas.
A los 15 años, cuando viajaba desde Francia al pueblo español de su bisabuela en Castellón, empezó a grabar y fotografiar todo lo que le llamaba la atención. En Madrid, se ha dedicado a desarrollar su vídeo sobre el pueblo de Chóvar. Emma Dusong desarrolla el trabajo en torno a la voz humana para promover experiencias vivas, emocionales y sensoriales. Compone y escribe todas sus obras vocales, que expone en forma de instalaciones móviles, vídeos, grabados, objetos y performances. En un libro acordeón, La corneta (2021), Tere, una de las vecinas de Chóvar, comunica mediante un bando, tras hacer sonar la corneta, la venta de legumbres y verduras del huerto materno. No les hace falta WhassApp, el sonido de ese instrumento en muchos pueblos de España significa una nueva noticia para la comunidad.
El compositor Francisco Ferro ha estado estudiando el desarrollo de técnicas de escritura musical que generan en la audiencia la percepción de un espacio físico, apoyándose especialmente en las investigaciones psicoacústicas y en la psicología cognitiva de Zohar Eitan y Roni Granot. Desde entonces, para enriquecer esta línea de investigación, se interesa por métodos procedentes de otras disciplinas que permiten evocar la profundidad espacial, recurriendo a los aspectos ligados a la arquitectura en trabajos anteriores o a la pintura en sus producciones más recientes.
Los metales y su oxidación se han colado en la vida de esta artista plástica para crear pinturas e instalaciones. Silvia Lerín manipula el material mediante pliegues, cortes, superposiciones creando formas hasta alcanzar un equilibrio en la composición. En su trabajo, destaca la importancia de la relación física con el material. Investiga y explora sus posibilidades expresivas para crear obras que sugieren objetos, lugares o experiencias y que, tras una pausada observación, desencadenan una especie de reconocimiento del objeto, del lugar o de la emoción que lo inspiró mediante nuevos caminos de la imaginación.
Una de las paredes de la casa estudio de Clara Marciano está ocupada por un dibujo de grandes dimensiones, Paseo (2021), en el que aborda temas como las catástrofes relacionadas con el cambio climático, la subida del nivel del mar, la contaminación, la crisis migratoria y las desigualdades norte-sur. En él hay referencias a la ciudad en la que ha estado viviendo el último año, Madrid, pero sin perder de vista que lo que ocurre en el dibujo podría situarse en cualquier lugar del mundo. “La dependencia de determinadas energías por el ser humano como el petróleo podría llevarle a su autodestrucción”, explica en su lugar de trabajo. En la exposición muestra cinco cuadernos de dibujo que utiliza a diario para reflejar lo que siente o lo que terminará siendo su obra final. Hay tantas historias dentro de uno de sus grandes dibujos que en cada trozo de papel va narrando fragmento del mensaje final.
Hay lugares en España de los que hablamos poco o casi nada como el Sanatorio de Fontilles, la última leprosería de Europa. En ella residen 15 personas, la más joven tiene 70 años. A la cineasta Callisto McNulty le interesó conocer el centro y comprobar cómo en el siglo XXI existe tal diferencia de mundos entre quienes residen en él y aquellos que viven al otro lado de la barrera. Se trasladó allí y comprobó que era un lugar aislado, separado de la ciudad por un muro. La artista entiende que “la leprosería se convierte en el símbolo de un límite entre dos mundos arbitrariamente separados” y se cuestiona esta frontera, encontrándose con sus habitantes en el umbral de las fortificaciones. En la exposición exhibe un extracto de película rodada, Fontilles (2021), así como una fotografía enmarcada, La muralla (2021) dos maquetas y una composición de fotografías, mapas y recortes de periódicos. McNulty trabaja especialmente con archivos que actualiza y con los que abre espacios para voces marginales que han sido poco o mal escuchadas.
La ingente cantidad de noticias que surgen a diario sobre el tema elegido por Alessandra Monarcha Souza y Silva Fernandes, un asunto que después de años sigue resultando traumático dependiendo de la zona de España en la que uno se encuentre. El trasvase Tajo-Segura. Los proyectos personales de Alessandra Monarcha indagan en la figurabilidad de los fenómenos urbanos y territoriales. Su trabajo apuesta por la necesidad de considerar las situaciones concretas de lo urbano y lo rural como reacciones lógicas a la utopía del infinito actual, propio del proyecto moderno.
No menos espinoso es abordar la relación de España con su pasado colonial en Marruecos. Adrian Schindler ha invertido dos años en el trabajo de Tetúan, Tetuán a través de medios gráficos, fotográficos y cinematográficos. Analiza el imaginario que España ha creado frente al otro marroquí, árabe o musulmán denominándole moro.
E inquietante es el trabajo pictórixo de Xi Lei. Sus obras conducen a situaciones desconcertantes que interpelan al espectador de forma sútil e intrigante.
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