El PP busca un punto de inflexión frente a Sánchez al exhibir todo su poder en la toma de posesión de Ayuso
Casado asegura que hay un cambio de ciclo en una ceremonia a la que no acude ningún ministro
El toque de corneta lo da Isabel Díaz Ayuso el viernes, justo antes de ser investida presidenta de la Comunidad de Madrid: “Hoy empieza el fin del sanchismo en España”, dice en la Asamblea regional. Un día después, este sábado, la plana mayor del PP responde a la llamada exhibiendo todo el poder institucional del partido en la toma de posesión de la líder madrileña. Si el partido vivió la campaña electoral como una forma de reimpulsar la candidatura de Pablo Casado a La Moncloa, su triunfo del 4-M sirve para unificarlo, porque no hay mejor pegamento que el poder. Hasta la Real Casa de Correos se desplazan todos los presidentes autonómicos del PP, que gobierna en Andalucía, Galicia, Murcia y Castilla y León, además de la mayoría de los expresidentes de Madrid. En primera fila, Casado. Y al frente de todos, Díaz Ayuso.
Casado resume con claridad lo que espera el PP de la ceremonia. “Esto me recuerda al año 1995″, dice. “Cuando Alberto Ruiz-Gallardón fue elegido por primera vez presidente de la Comunidad de Madrid había un cambio de ciclo absolutamente imparable a favor del PP”, recuerda, haciendo un paralelismo entre la victoria en Madrid que precedió a la llegada de José María Aznar a La Moncloa y la de Díaz Ayuso, en la que quiere ver un trampolín para sí mismo. “Apenas unos meses después, el PP fue elegido por primera vez para gobernar España”, evoca. “Lo que estamos viendo hoy con Díaz Ayuso y Almeida, lo que se está viendo en Andalucía, en Castilla y León, en Murcia, en Galicia, es la constatación de que los españoles están mirando hacia gobiernos responsables”, añade. “Hemos visto el inicio de una nueva etapa en la Comunidad de Madrid, en la que se va a gobernar en favor de todos los ciudadanos”, amplía, como si el PP no llevara gobernando la región desde 1995.
Es una ceremonia monocolor. Color PP. Ahí están Alberto Núñez Feijóo, el presidente de Galicia; Alfonso Fernández Mañueco, el de Castilla y León; Fernando López Miras, su homólogo de Murcia; o Juan Manuel Moreno Bonilla, el de Andalucía. También el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. Y expresidentes regionales como Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón, Cristina Cifuentes y Ángel Garrido. Todas las familias populares que quedan, de los rajoyistas a los casadistas, pasando por los aguirristas, acuden a la Real Casa de Correos convocados por la corriente que aspira a ser hegemónica en el partido: el ayusismo.
Díaz Ayuso llega hasta el escenario atravesando un pasillo de aplausos que culmina en un abrazo con Casado. Para ella son todas las cámaras y los flashes, todos los guiños de los presidentes autonómicos, y el reconocimiento de los que lo fueron. Le acompañan los portavoces de la Asamblea. De fondo, un tapiz grueso y rojo ribeteado de dorado. Otro símbolo de poder.
Tras dos días de debate político en la Asamblea de Madrid, donde Ayuso detalla sus proyectos legales y confronta ideológicamente con la oposición, la presidenta intenta cambiar de tono. Y arranca su discurso hurgando en las emociones. “Vuelvo a ser presidenta de una región claramente especial, de ciudadanos valientes y solidarios, donde nos hemos dado una forma de vida única”, dice. “Me enorgullezco especialmente de los hombres y las mujeres que me han acompañado en este tiempo, mis consejeros, porque han trabajado, créanme, más de 15 horas al día en los momentos más complicados vividos en décadas”, añade, visiblemente emocionada, recordando la crisis de la pandemia, o la del temporal Filomena, y diciéndose “comprometida con el pueblo de Madrid, con la libertad y con España”.
Esa referencia al conjunto del país de la presidenta regional no provoca inquietud entre los dirigentes populares. El partido está empeñado en mostrar unidad en torno a Casado, que se hace hueco en la foto de familia, justo en el centro de los cinco presidentes autonómicos de su partido. No sale ya en la que retrata a Díaz Ayuso con sus predecesores en la presidencia madrileña. Ni tampoco, claro, en la instantánea que se toma la presidenta con su familia.
Antes se toca el himno de España, que retumba contra el granito de las paredes. Pero no hay ningún ministro del Gobierno de Pedro Sánchez para escucharlo. Un reflejo, quizás, de la gran distancia que separa a las dos Administraciones tras dos años de confrontación continua por la gestión de la pandemia, la política fiscal, la económica y hasta la internacional. Al Ejecutivo central solo le representa su delegada en la región, Mercedes González. Es el día de Díaz Ayuso. Un día clave para el PP, que busca en Madrid el impulso para competir por La Moncloa.
El PP intenta cerrar la polémica con el Rey
Tanto Isabel Díaz Ayuso como Pablo Casado han intentado cerrar este sábado la polémica que persigue al PP desde el pasado domingo, cuando la presidenta de Madrid interpeló a Felipe VI por su papel en la firma de los indultos que prepara el Gobierno central para los independentistas catalanes condenados por el Supremo por su participación en el procès.
Díaz Ayuso ha mencionado al Rey en su discurso, defendiendo su papel, y felicitándole por el séptimo aniversario de su coronación, este sábado.
En la misma línea se ha movido luego Casado en una comparecencia de prensa. "En estos años ha demostrado que está al frente de la Jefatura del Estado de forma impecable", ha dicho. "Lo está haciendo además en momentos complejos, en los que los españoles tienen a su lado a un gran Rey", ha seguido. "Remarcamos nuestra adhesión a la Corona y a Felipe Vi. Solo habrá un responsable [de los indultos], el presidente del Gobierno que propone la medida, y muchos cómplices, los que aplauden esta medida desde partidos políticos".
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