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Más pacientes esperando durante más tiempo una operación

La demora media para una cirugía en Madrid ha crecido un 63% entre abril de 2019 y el mismo mes de 2021, ha pasado de 44,8 días a 73,1

Sala de espera de Urgencias del Hospital Universitario de la Princesa, en Madrid, en enero de 2020.
Sala de espera de Urgencias del Hospital Universitario de la Princesa, en Madrid, en enero de 2020.VICTOR SAINZ
Isabel Valdés

Fernando González tiene 55 años, 45 kilómetros que recorrer en coche a diario para llegar a trabajar, ocho horas en ese trabajo para el que le hace falta fijar la vista, una catarata y nueve meses esperando a que se la quiten. Cuando cogió el teléfono la mañana de este lunes acababa de salir del Hospital Infanta Sofía, en San Sebastián de los Reyes: “Me tocaba vacunarme y he aprovechado para hablar con Atención al Paciente, a ver qué pasa con mi operación, que la catarata va a más y yo aquí sigo”. La respuesta, “que todo ha estado parado por el virus y que hay que esperar”.

Es imposible saber con certeza cuántas personas hay como este mecánico industrial, pero los últimos datos disponibles de la Comunidad de Madrid reflejan que entre abril de 2021 y el mismo mes de 2019 —no se puede contabilizar 2020 para comparar desde la llegada del virus— la demora media para los pacientes que están en lista de espera estructural para una cirugía ha crecido en un 63%: ha pasado de 44,82 días a 73,10. Una subida que afecta, sobre todo, a quienes más días les faltan para que llegue su cirugía. En 2019, los que aguardaban más de 180 días para ser operados eran 357, el pasado abril eran 7.769, un 184% más; y para los que lo hacían entre 90 y 180 días se ha duplicado, de 6.816 a 12.583.

Esos números, dice Manuel de Castro, responsable de Atención Hospitalaria de la Asociación de Médicos y Titulados superiores son “solo lo que se ve”. “No se puede siquiera dimensionar el problema, pero nos enfrentaremos a ello en breve, contando con que la covid nos deje en paz y se pueda recuperar del todo la actividad”, apunta. Madrid es el territorio con menor lista de espera según el último informe del Ministerio de Sanidad (de junio de 2020). De Castro explica que “la situación nunca cuadra con los números y siempre hay una realidad oculta”.

Tiene que ver con algunas “singularidades” de la Comunidad: “Como que en Madrid solo se incluye al paciente si ha llegado al preoperatorio, no antes, es decir, si ya ha pasado por el servicio de Anestesia y se le han hecho las pruebas pertinentes. O que no se puede estar en dos listas de espera a la vez aunque necesites las dos y aunque no entren en conflicto. Primero una, luego la otra”.

La emergencia ha hecho que durante los últimos 15 meses el foco mediático haya estado en la pandemia. También el esfuerzo del sistema sanitario. Mientras, el resto de patologías continuaban su curso, más o menos atendidas. Lo oncológico, atendido, lo urgente, atendido. El resto, en espera, de forma mayoritaria. Ese paréntesis, irreal, refleja una situación igual de irreal y ha dependido de varios factores.

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Por un lado, del paciente, que no siempre ha querido ir al hospital por la situación que los centros han afrontado durante meses, sobre todo en la primera ola. “Ha habido muchísimas menos inclusiones de las que debieran porque la gente no ha llegado”, dice de Castro, “ya fuera el diagnóstico desde atención primaria u hospitalaria, el sistema estaba colapsado”.

Por otro, de la capacidad de los centros para mantenerle el pulso a la pandemia mientras intentaban recuperar a los enfermos de siempre, los que llenan a diario y de forma habitual los pasillos y las consultas. Y después de muchos meses de crisis sanitaria, “el desgaste de ese esfuerzo se nota”, añade de Castro: “Hay menos plantilla. Más bajas, más excedencias, llegan las vacaciones y hay fugas de médicos a otras comunidades, a otros países y a la privada, que está haciendo una campaña brutal de captación de personal”.

Las cirugías perdidas

Solo entre marzo y abril de 2020, según datos internos a los que tuvo acceso este diario, se perdieron más de 50.000 operaciones. Entre marzo y agosto, esa cifra ya ascendía a 93.000. A punto de entrar al pasado verano, con la desescalada del primer estado de alarma, los hospitales madrileños pergeñaron lo que se llamó “plan de elasticidad”, unos protocolos que fijaban cada movimiento que habían de hacer para volver a poner en marcha los recursos necesarios si volvía el virus. Junto a esa previsión, se hizo otra, la de cómo empezar a recuperar lo que la covid se había llevado por delante.

El director médico del Clínico San Carlos, recordaba hace justo un año cómo su centro había paralizado prácticamente la actividad: “Tres meses sin poder responder a todo aquello que no fuera urgente”. En febrero de 2020 hubo en ese hospital 2.544 intervenciones quirúrgicas, en abril de ese mismo año, 91. Al igual que el Clínico, la mayoría de públicos de la Comunidad. En el de Torrejón —donde el 25 de febrero del año pasado llegó el primer paciente de coronavirus que se conoció en Madrid—, hubo 143 operaciones en abril, supusieron 1.188 menos que en el mismo mes de 2019.

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Poco o nada de lo que pretendían pudieron recuperar el pasado verano. La segunda ola llegó mucho antes de lo que esperaban profesionales y expertos. En agosto las UCI comenzaron a llenarse de nuevo y con esa nueva llegada de críticos, la incapacidad de mantener los quirófanos operativos. El problema del coronavirus no es solo que suponga el cierre o la reducción de la actividad hospitalaria para evitar la transmisión dentro de los centros, es también que provoca una ocupación de las unidades de cuidados intensivos; cuando estas ya no pueden estirarse más, de otras áreas como las de recuperación tras la anestesia.

Sin lugares para el postoperatorio de los pacientes o para las complicaciones que puedan surgir durante una cirugía, los hospitales no pueden operar. Y esas unidades apenas hace unas semanas que bajaron del 100% de su capacidad estructural, es decir, de las camas específicas de UCI sin contar con otros espacios. Han estado prácticamente en una ola continua desde agosto de 2020.

Esa es la razón por la que Teresa S., profesora en un colegio de Madrid, lleva esperando más de un año a que le cambien una prótesis que quedó mal tras una mastectomía. Tiene 44 años y unas cuantas cirugías en su haber: “Por eso sé cómo funcionan las listas de espera”. Dice que cuando el problema fue oncológico, “fueron dos semanas”, para el resto, “a veces tres meses, a veces seis”, pero nunca como hasta ahora.

Pocos días antes de que se declarara el estado de alarma, en marzo de 2020, acudió al cirujano plástico para ver cuándo podrían operarla. Ahora, cuando entra a mirar cómo va esa lista de espera con un código que facilita la Administración, ve que la última persona a la que han operado en el servicio que le corresponde con características parecidas a las suyas estuvo 208 días esperando. “Aplazamiento por huelga, ponía al lado de mi nombre el año pasado en verano. O aplazamiento por conflicto, ponía después”. Tiene delante 65 personas. “Los oncológicos van primero, qué duda cabe, es tan obvio que ni hace falta decirlo, el problema es que no haya margen para poder dar la misma atención a todos los pacientes”.

"Madrid necesita un plan de desescalada para las listas de espera"

Eva López, secretaria de Políticas Sociales y Sector Público de UGT, el sindicato que advirtió de las cifras de la lista de espera la semana pasada, apunta a la tendencia “a la baja” de los indicadores asistenciales de los hospitales madrileños: “Cuando empiece a haber camas libres en las unidades de reanimación, cuando las UCI se vacíen de pacientes covid, habrá que llenarlas con las patologías habituales”.

Asegura que era “previsible” lo que iba a suceder, y que Madrid necesita “un plan de desescalada para las listas de espera”. El verano, añade, trae un “panorama” que ya sin pandemia "no es bueno”. “No tendrían que notarse las vacaciones ni el periodo estival si se cubriesen las plazas. Los profesionales necesitan descansar y como Administración tienes que tener eso previsto para poder dar atención a la población, que no elige cuando se pone mala o cuando necesita una operación”.

A la pregunta de si existe alguna planificiación especial de cara al verano para poder recuperar todo lo atrasado, la Consejería de Sanidad no ha respondido a este diario. Y, detrás de cada número, dice López, “hay una persona que necesita atención”.

Manuel de Castro, responsable de Atención Hospitalaria de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores, añade que “los pacientes no están recibiendo la calidad asistencial que merecen”. Además, ahonda, “ahora habrá algunas correcciones de las listas de espera”, por ejemplo, “una prótesis de cadera que hace un año hacía falta y ya no es viable, y ya solo caben medidas paliativas para esa cadera”. Y ese ejemplo, a de Castro, le recuerda también cuántas cosas se habrán “quedado por el camino y no se puedan recuperar, nunca”.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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