Los anestesiólogos del Infanta Leonor de Madrid piden a Sanidad que abra las nueve UCI que tiene cerradas
De los 34 miembros de este servicio, 24 han firmado el documento enviado a Enrique Ruiz Escudero
No es la primera vez que lo piden. Lo hicieron en la primera ola. Y en la segunda. Y han vuelto a hacerlo este miércoles. El servicio de anestesia del hospital Infanta Leonor, en Vallecas, ha escrito una carta dirigida al consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, para que dé la orden de abrir las nueve plazas de UCI que ese centro tiene cerradas desde que se construyó, en 2008. Ante “el contexto de tensión hospitalaria” en el que se encuentran, “es necesario activar los planes de elasticidad pertinentes [protocolos que los hospitales redactaron durante la primera ola para habilitar más espacios donde atender a los enfermos] para aumentar la capacidad de camas de críticos”, se lee en el documento. Pero, añaden, sin “improvisar” esos espacios en lugares como el gimnasio, ya habilitado para pacientes semicríticos. La situación actual y ese plan de elasticidad puesto en marcha, aseguran, “no cumple con los estándares de calidad en la atención a los enfermos críticos”.
No es el único documento que han redactado. Hicieron otro la pasada semana para la dirección y la gerencia del centro. Dos días después, el jueves, tuvieron una reunión con el director médico, que les aseguró que ya se había pedido dicha apertura “en mayo y en junio”, pero que “si el de arriba no firma, no firma”, narra un especialista del hospital. El 18 de enero, en un correo electrónico, el jefe de servicio de Anestesiología ya avisaba a su equipo de que la situación de la pandemia en la tercera ola y la imposibilidad de derivaciones a otros hospitales de pacientes críticos covid hacía previsible la apertura del gimnasio como unidad mixta de semicríticos y críticos.
En noviembre del pasado año, el hospital realizó la canalización de gases necesaria en ese espacio para poder instalar tomas de oxígeno y tratar allí a pacientes graves. Pero eso, explican los facultativos, “no es suficiente”. “Es para todos una decepción que, tras lo vivido en la primera ola, dicho espacio siga cerrado. Teniendo en cuenta que contamos de forma ordinaria en nuestro hospital con ocho camas de UCI, la apertura de nueve camas supondría un aumento del más del 100%. La apertura de esta UCI supondría, además, una mejora sustancial en la calidad de los cuidados, ya que se trata de una unidad con boxes independientes como dictan los cánones de atención de críticos (como la actual UCI y Reanimación). En este tipo de unidades es mucho más factible, entretrolar los brotes de bacterias multirresistentes, individualizar y optimizar la atención de los pacientes, así como garantizar su seguridad y no menos importante, la seguridad del personal”, escriben en esa carta.
En la unidad de cuidados intensivos, a cargo del servicio de esa especialidad y con esas ocho plazas, había ayer seis pacientes de coronavirus, uno de otra patología y una cama libre. La unidad de reanimación, habitualmente llevada por anestesiólogos y usada para los pacientes que salen de quirófano, con seis camas, tenía cinco enfermos de covid y uno más de otra patología, y ya la llevan intensivistas.
La URPA (la unidad de recuperación tras la anestesia), sin boxes aislados, “actualmente tiene capacidad para seis pacientes por limitación de enfermería [no tienen suficiente plantilla], aunque físicamente podrían entrar ocho camas”, explica un facultativo de ese centro; ingresadas ahí hay cinco personas y se está usando, con profesionales de Anestesia, tanto para postquirúrgicos como para pacientes médicos, es decir, que no han salido de ninguna operación. Y la CMA (cirugía mayor ambulatoria) ―sin habitaciones, es un espacio diáfano― se usa actualmente para postoperatorios no graves, ya sean ambulatorios (que no necesitan ingreso) o con hospitalización, también gestionada por los anestesiólogos.
Todo este engranaje tiene poco sentido para 24 de los 34 facultativos de Anestesia que han firmado la carta dirigida al consejero cuando en ese centro hay una UCI sin abrir, como también ocurre en el Infanta Sofía, con 16 camas de críticos cerradas. En ese sentido, también “insisten” en la “derivación de pacientes críticos o con necesidad de soporte intensivo a otros hospitales de la Comunidad de Madrid, en especial al Enfermera Isabel Zendal”. Este centro, arguyen, “se ha creado precisamente con el fin de mitigar la presión asistencial de otros centros en la situación actual de pandemia o en las previsibles situaciones de crisis que se planteen en un futuro”.
Recuerdan que, con el pasado reciente en su hospital, uno de los más afectados durante la pandemia, se “demuestra que la sobrecarga desproporcionada sufrida en la primera ola comprometió la actividad ordinaria programada y asistencial urgente, con una importante disminución de la actividad asistencial no covid”. Lo que “supuso un evidente perjuicio en la morbimortalidad de los pacientes” de su área. La forma de evitarlo, dicen, es “si se coordinan adecuada y eficazmente las derivaciones de los pacientes críticos”.
Ellos, afirman, tienen “alta disposición, buena voluntad y ánimo de cooperación en aras de ofrecer la mejor atención posible”. Y concluyen: “[Durante la pandemia] se ha trabajado con dignidad y con la mayor excelencia posible en situaciones y condiciones laborales que, debido a lo antagónico de nuestra praxis profesional habitual, han tenido en los profesionales de este servicio de Anestesiología un gran impacto psíquico y anímico”.
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