“Protege el corazón contra los venenos. Protege el cerebro de los malos encantamientos. Protege contra las mordeduras de serpiente. Calma la cólera. Da valor, fortaleza. Atrae la bondad”. Así es el hechizo con el que comienza Brujería, el último disco de La Bien Querida. Hace más de un año que no lo ha podido compartir en directo en Madrid. Lo volverá a hacer el 17 de enero, en el Teatro La Latina, cuyos recovecos está deseando conocer. “Vine de pequeña con mi familia y fue el primer teatro en el que estuve en Madrid”, recuerda. Tocará en acústico, dentro del ciclo Madrid Brillante. Las entradas volaron al salir a la venta. Esta semana se ha anunciado que habrá un segundo pase. Empieza el año con un doblete matinal.
Entre murales y plantas. Ana Fernández-Villaverde vive en un piso señorial cerca de la Plaza Mayor. “Antes vivía un matrimonio sin hijos. La señora de la casa era muy moderna”. Las paredes tienen murales pintados por la cantante y compositora. En el pasillo hay un jardín francés repleto de aves del paraíso. “Mezclo todo tipo de estilos, es un mejunje”, explica. Conviven animales exóticos, montañas tropicales y pinturas venecianas. El cabecero de su cama es una tabla enorme que cambia cada cierto tiempo. “Me canso y la vuelvo a pintar”. La cocina es la misma que aparece en la portada de Romancero, su primer disco, que publicó en 2009. Aprendió a tocar bajándose los acordes de canciones que le gustaban. “Los armarios son originales de los años 50”. Tiene plantas por todas partes. “Me gusta mucho cuidarlas”. Se le dan especialmente bien las kentias.
Disciplina diaria. Está trabajando en su séptimo disco. “Ahí estoy, con las canciones. Me gustaría tenerlo para este año nuevo. A ver qué pasa”. No suele escuchar sus discos. “No me los pongo nunca. Hay canciones del primer, segundo y tercer disco que no he vuelto a escuchar jamás”. Escribe a diario. “Al menos lo intento. Todos los días me encierro en el despacho. Me siento cada día, pase lo que pase. Hay días que pierdo muchísimo el tiempo”. ¿Con qué? “Entro compulsivamente en Instagram y en Twitter, aunque no me interesa nada. Entro a leer distintos periódicos, pero no profundizo en las noticias. Conozco a mucha gente a la que le pasa lo mismo”. También compone para artistas como Soleá Morente. Todos los días va al gimnasio. “Me encanta el deporte y me sienta bien para la cabeza”. De vez en cuando se escapa a El Retiro a patinar con su hija.
Flechazos artísticos. La autora de temas como Dinamita, Los jardines de marzo o Un gatito tiene una vida cultural muy activa. Siempre hay una película, una exposición o un concierto que le interesa. Hace unos días fue a ver a Sen Senra. “Me gustó mucho”. Siempre atenta a lo nuevo, entre sus cómplices están los chicos de Carolina Durante y de Axolotes Mexicanos. También Alizzz, el productor del momento. “Me gusta mucho lo que hace. Es un tío muy lúcido, tiene muy buenas ideas. Con C. Tangana hace un tándem buenísimo”. Ana conoce a gente que le interesa por Instagram. Así hizo con el dibujante Mario Rivière, al que tenía fichado por las portadas de los libros de La Felguera, y le echó el lazo para Brujería. Al actor e incipiente director Omar Ayuso también lo conoció por esa red. “Vino a casa y tuvimos un flechazo artístico mutuo”. Le hizo una canción para Madrid se mata, un vídeo suyo sobre la ciudad en la pandemia.
Versión oscura. Hace un par de semanas La Bienque, como se la conoce amistosamente, publicó una versión de Soy rebelde, que lanzó Jeanette. “Hay muchísima gente a la que no le gustan las versiones, yo la primera, pero estoy muy contenta con cómo ha quedado. He conseguido mantener el espíritu naif de la canción, aunque le he dado un toque más oscuro”. Manuel Alejandro, su autor, es una referencia absoluta para ella. También New Order, The Cure, Lana del Rey o Cigarrettes After Sex. Brujería es un disco dedicado a la Sociedad Secreta Domingo Escarlata. “No existe”, aclara. ¿Pertenece ella a alguna asociación desconocida? “No, pero me gustaría. Todo lo oculto y lo secreto me atrae”. Antes de despedirse, descubre un nuevo proyecto. “Estoy preparando un papel como protagonista para un corto”, suelta. Va a explorar sus capacidades como actriz. “El director confía mucho en mí”. Ella también en él.
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