El protocolo de educación para situaciones de covid conduce a los profesores “a un agujero negro”

El protocolo para mantener a raya la covid-19 en los centros educativos es una auténtica chapuza para Lupe Perea. Profesora de inglés de primaria en el colegio Capitán Cortés, en Carabanchel, y madre de Candela, una niña de 18 meses, se encuentra sumida en “un agujero negro” creado por la Administración que está poniendo en riesgo en primer lugar a su madre, una mujer de 70 años con patologías previas con la que siente que está “jugando a la ruleta rusa”. Pero también a sus alumnos y sus compañeros. Su queja se extiende como la pólvora entre el profesorado.

“Mi hija empezó con fiebre la semana pasada y dejé de llevarla a la guardería. Y el sábado recibí una llamada de la escuela porque otro niño había dado positivo. A partir de ahí todo es un despropósito”, afirma la profesora. Hasta este martes no le dieron cita para hacerle la PCR a la niña, que se encuentra con síntomas claros, y no le darán el resultado hasta el jueves. Mientras, ¿Puede y debe quedarse con su hija durante la semana? “La directora de mi centro se remite al manual de permisos y licencias y me dice que tengo que ir a trabajar. Y como la niña está en cuarentena, la tengo que dejar con mi madre sabiendo que la puedo estar contagiando”, lamenta.

El protocolo de Sanidad solo establece la cuarentena obligatoria para la profesora en caso de que la niña dé positivo, pero no especifica qué debe hacer durante los días en que está esperando los resultados. Si sale negativo, Perea respirará. Si sale positivo, la abuela habrá estado expuesta al virus “por mi culpa”. “¿Qué mierda de conciliación es esta?”, se queja. Su centro la obliga a ir a trabajar, siguiendo las instrucciones de la Comunidad de Madrid. En caso de que falte por el cuidado de un familiar, le restarán cada día el 50% de su sueldo, durante un máximo de cuatro.

La primera semana de la vuelta al cole se saldó con un total de 26 clases aisladas por positivos. Hasta ahora, hay 168, según datos actualizados de la consejería de Sanidad.

Sandra Vicente también es profesora del colegio infantil La Paloma, en la Latina, y en su caso denuncia un protocolo absurdo que lo deja todo “a la improvisación”. “La Consejería se lava las manos y les carga de presión a los directores, que en general son los coordinadores covid”, lamenta. En su centro, una clase de primaria y su tutora han sido confinados por el positivo de un niño de cuatro años. “Sin embargo el profesor de inglés, que también estuvo en esa aula varios días, debe ir a trabajar. Encima es el padre de uno de los niños de la clase confinada. ¿Qué sentido tiene eso?”, cuestiona.

Los directores, por su parte, asumen un papel para el que les han preparado durante un curso de dos tardes, están desbordados y no tienen un teléfono de la Administración al que llamar para preguntar qué se debe hacer en determinados supuestos. Cuando hay un positivo en un centro, la dirección no consigue contactar con Salud Pública y comenzar el protocolo. Entonces los propios centros y las familias se autoconfinan ante la falta de notificaciones oficiales y de las pruebas (PCR) para todos los implicados.

“Los casos están aumentando. Lo constatamos por la información que nos llega en la segunda semana de curso y los centros no tienen el apoyo sanitario que necesitan. Es urgente que se desarrollen medidas para cuando lleguen los siguientes alumnos a las aulas y además medidas de conciliación”, denuncia Isabel Galvín, de CC OO.

Este jueves, 17 de septiembre, iniciarán las clases 4º, 5º y 6º de Primaria; un día después, 1º y 2º de la ESO y FP de grado básico y medio.