Los relojes de sol de la colonia que jugó en Segunda
La Colonia Moscardó fue el primer proyecto de vivienda pública de la capital
“Un reloj de sol es una cosa sencillísima. Hay un elemento que se llama estilo, que arroja sombra según se va moviendo la Tierra. Deberían estar perfectamente orientados al sur, pero qué sucede, que salvo que la superficie se construya específicamente para eso, es complicado que así sea, de ahí que cada uno conlleve su propio diseño. Cuando se mira la hora, hay que sumarle dos horas en verano y una en invierno. Si te fijas en este, está dando perfectamente la hora”, explica con orgullo Juan José Caurcel (Guadalajara, 73 años), profesor de matemáticas jubilado.
Lo hace a los pies de un reloj de sol unos siete metros de alto y dos de ancho situado en la pared lateral de un edificio de la Colonia Moscardó, en Usera. Es uno de los 14 que hay en el barrio -el proyecto original contemplaba la instalación de 33, incluidos cuatro con significado astronómico-. Fue un proyecto conjunto del diseñador Alberto Corazón y de Juan José, que se encargó de la gnomónica. “Coincidiendo con la restauración del barrio, que se inició en 1982, se buscó darle una identidad histórica y cultural, de tal manera que siempre te encontraras con uno y con el símbolo del sol que los acompaña”, recuerda Juan José.
El origen de la colonia Salud y Ahorro -su primer nombre- data de 1929. Era el primer proyecto de vivienda pública de la ciudad. Tras las casas “baratas” y las casas “económicas”, llegaron las casas “ultrabaratas”, con viviendas de entre 40 y 45 metros en edificios de hasta tres plantas. De estilo racionalista, una práctica distribución interior permitía albergar dos o tres habitaciones, un salón, un comedor y un aseo. Hacia la zona sur de la colonia hay un sector de casas de una planta que replica la sencillez en el diseño de los bloques: dos muros de carga albergan unos 40 metros de planta. Una ventana, la puerta y otra ventana. Tejado a dos aguas con teja plana. Patio trasero.
Mientras una vecina barre en bata la calle, otro retira hierbas de un parterre de la acera. Una suerte de pacto no escrito indica que cada vecino es responsable de lo que hay delante de su vivienda. Los relojes de sol enlazan con la identidad de un barrio con mucha personalidad. Los característicos porches que cobijan las entradas de las casas y que acogen la numeración de cada portal comparten tipografía con los cronómetros. En la renovación de 1982, además, triunfó la idea de que cada propietario dispusiera de un pequeño balcón en la fachada a nivel de calle. Hoy, salvo alguna excepción, son pequeños jardines que dan verdor a la zona. A la puerta de una de las casas bajas charlan tres vecinas. El sonido de un altavoz instalado en una furgoneta va subiendo a medida que se acerca. “¡Atención, señora¡ Ha llegado “Tapizados de muebles” para tapizar sus muebles, sillas, sillones, tresillos, puertas, taburetes, mecedoras, descalzadoras, hacemos fundas a la medida con un 50 y un 60% de descuento”, dice.
La furgoneta avanza en dirección avanza hacia otra de las señas de identidad del barrio: el estadio del Club Deportivo Colonia Moscardó, un equipo de fútbol que este año celebra su 75 aniversario. La entidad tiene unos 400 jugadores en 21 equipos. Cuenta con 196 socios. El estadio, con capacidad para unas 3.500 personas, combina partes renovadas con otras que harían las delicias de los amantes de ese fútbol que ya no existe: tiene paraavalanchas. “El año pasado entró una nueva directiva, formada por ex jugadores que tienen apego al club y al barrio, y se ha profesionalizado e invertido mucho”, explica sobre el césped artificial Antonio Marlasca (46 años, Madrid), coordinador del fútbol base del club.
“Aquí hubo partidos con más de 12.000 espectadores. Había que poner gradas supletorias”, cuenta el periodista Juan Carlos Casas (55 años, Madrid), autor del libro “Yo dejé huella en Usera”, que recoge la historia del club. “La relación de los vecinos con el club era muy estrecha, pero con el cambio generacional se ha ido perdiendo la identificación. La mejor época del club fueron los años que van de 1968 a 1972, cuando lograron el ascenso a Segunda División. Fue, en la temporada 70-71, el único campo de tierra de la categoría. El derbi pasó a ser contra el Rayo Vallecano, en lugar de contra el Carabanchel”. El Moscardó descendió ese año en última posición.
En una de las salidas del sur de la colonia, hay una reproducción de un reloj de sol de bolsillo. Que también los hay. Un óculo hace las veces de brújula y señala el norte. La mejor hora para acudir a la colonia y hacer la ruta es, por cierto, a partir de las 10:30, cuando la luz comienza a alcanzar los relojes.
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