Guillermo Hita: “Si no existe un manual de alcalde, muchísimo menos de alcalde frente a la pandemia”
El regidor de Arganda del Rey y presidente de la Federación de Municipios de Madrid denuncia el desamparo que sufrieron las corporaciones locales en lo peor de la crisis sanitaria
En la plaza de la Constitución de Arganda del Rey (Madrid) impera el barullo. Subida a la escalinata del consistorio, una novia engalanada de blanco se retira la mascarilla y posa frente a la cámara. Quien parece ser su padre la agarra del brazo y sonríe. Entretanto, otros familiares trajeados vitorean a los recién casados. Sus silbidos se elevan hasta la sala de plenos y el primer edil, Guillermo Hita, se asoma a un ventanuco para contemplar la escena: “El pueblo recupera la vida poco a poco”.
Pregunta. Usted enfermó de coronavirus ¿Cómo está?
Respuesta. Ahora, perfectamente. Me infecté durante los primeros días de la epidemia. Siempre tuve síntomas ligeros, algo de fiebre y mucho dolor corporal. Mi mujer, sin embargo, se vio más afectada y requirió atención médica. Ingresó en el Hospital Universitario del Sureste.
P. ¿En qué situación se encontraban entonces las urgencias?
R. Había una extraña sensación de tranquilidad, nunca las había visto tan poco concurridas. El gerente del hospital me contó después que aquellos días los enfermos con otras dolencias dejaron de acudir al centro por miedo. Según lo que me transmitió, la UCI estuvo al máximo de su capacidad, pero no se desbordó. En Arganda nunca olvidaremos la importante labor que desempeñaron los médicos y enfermeros.
Arganda, en datos
- La renta bruta media de sus vecinos alcanza los 24.500 euros, situándose en el segundo tercio de la tabla de la región.
- Algunas zonas residenciales, como Los Villares, se encuentran entre el 10% más rico del país.
- A finales de junio, se han infectado de coronavirus 225 vecinos de Arganda y fallecieron 20 de ellos.
P. ¿Cómo se gestiona una crisis sanitaria con el virus alojado en casa?
R. Fueron momentos muy difíciles. Atendí la situación familiar, claro, pero no podía dejar de lado al pueblo. Nadie sabía exactamente qué hacer, cómo actuar. Si no existe un manual de alcalde, muchísimo menos de alcalde frente a la pandemia. Echando la vista atrás, tuvimos que tomar decisiones improvisando. La gente pasó mucho miedo y desde el Consistorio procuramos que sufrieran lo menos posible. Para evitar el pánico, tratamos de hacer ver que había alguien al volante
P. En la conducción, ¿se sintió acompañado por las Administraciones central y autonómica?
R. Los municipios madrileños se han visto desamparados ante la gestión de la crisis sanitaria. Desde el primer momento, hemos funcionado de acuerdo a nuestro propio criterio. Nunca recibimos directrices claras ni recomendaciones. Además, tuvimos que hacernos cargo de cuestiones que escapan a nuestras competencias, como la sanidad, la educación o las residencias de ancianos. Eso es terreno de la Comunidad y yo hubiera querido coordinarme con la presidenta.
P. La Policía Municipal cumplió un papel en el control de las residencias.
R. Efectivamente. En Arganda y en otras ciudades enviábamos a la policía a que realizara un chequeo diario de los mayores internos. Sus estadillos recogieron el número de contagiados, aislados y fallecidos. Después, esos datos se remitían a la Comunidad. Lo más lógico habría sido que las residencias se medicalizasen e implementaran una red informativa interna. Pero no fue así. Y sin la colaboración de los ayuntamientos, la situación se habría vuelto si cabe aún más caótica.
P. Ante la falta de directrices, ¿quién lo asesoraba?
R. Los consistorios cuentan con un servicio de salud pública, dedicado en condiciones normales al abastecimiento de aguas, los mercados municipales y otras cuestiones ordinarias. No tenemos epidemiólogos, pero sí ese equipo de profesionales. Siempre estuve en contacto directo con ellos. Igual que con los vecinos, cuyos problemas me orientaban a la hora de tomar decisiones.
P. ¿Cómo se comunicaba con ellos?
R. Arganda es un pueblo gigante. Mantiene las características sociológicas y culturales de un municipio pequeño, pese a que ha crecido mucho. Por esa razón es importante que el alcalde mantenga la cercanía con sus vecinos. Yo tengo un teléfono a su disposición y durante la pandemia he recibido centenares de llamadas y mensajes. Llegué a atender personalmente a 300 personas en un solo día.
P. ¿Qué le contaban?
R. Muchos necesitaban solo hablar, que alguien los tranquilizara. Otros tenían problemas económicos o de alimentación y buscaban a quien pudiera llevarles la compra a casa. También hubo quien llamaba para hacer donaciones al Ayuntamiento o vecinos que nos criticaban con dureza. La experiencia tuvo mucho de consultorio. Aunque a mí también me valió de mucho. Gracias al contacto directo con los vecinos, desde el primer momento fuimos conscientes de la repercusión social que iba a tener la crisis sanitaria. La aprobación del ingreso mínimo vital en el Congreso de los Diputados es muy importante porque liberará recursos municipales para enfrentar la pobreza y la desigualdad que vienen. En todo caso, aquí, en Arganda, el 17 de marzo ya empezamos a dar ayudas de emergencia a quien lo solicitaba. En 24 horas depositamos en sus cuentas corrientes unos 200 euros para la compra de alimentos y bienes de primera necesidad. En seguida montamos un servicio de cáterin a domicilio, destinado a los mayores que comían en los centros de día y a los niños que perdían su beca de comedor.
P. ¿Les daban de comer pizza como Ayuso?
R. En Arganda el servicio no lo realizó Telepizza, sino las mismas empresas concesionarias de los colegios públicos de la zona. Tratamos siempre de que el menú fuera equilibrado. La comida basura contribuye a la estigmatización de las personas que atraviesan dificultades. Hubo una polémica con el consejero de Educación, Enrique Ossorio, porque le transmití mi desacuerdo con el sistema que instauró para solventar durante la crisis sanitaria las becas de comedor. Hubiera sido mejor que su Consejería nos transfiriera el dinero a los Ayuntamientos, pues muchos ya estábamos llevando ayudas alimenticias a los chavales en sus casas.
P. Acaba de firmar un acuerdo de reconstrucción y reactivación consensuado con el resto de partidos ¿Durante lo peor de la pandemia contó con el mismo respaldo de la oposición?
R. Hemos aprobado un conjunto de 50 medidas fiscales, de fomento de la actividad económica, para el empleo y la formación y de ámbito social. El paquete entero asciende a tres millones de euros, que para un municipio como este supone mucho dinero. Tengo que agradecérselo al resto de partidos, a los sindicatos y a la patronal. Los acuerdos no llueven del cielo, hay que alcanzarlos. Siempre habrá diferencias políticas y está bien que así sea. Pero el proyecto común es más importante. Ojalá se llegara a esta clase de pactos en las tres administraciones del Estado. Un gran acuerdo vertical, que nos ayude a ser efectivos y a buscar recursos públicos. El momento lo requiere y los ciudadanos también.
Un funcionario de Hacienda representando a los municipios
Guillermo Hita (Madrid, 1965) es físico de formación y funcionario del cuerpo de Gestión de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en el Ministerio de Hacienda. En su adolescencia ya estuvo vinculado al Partido Socialista de Arganda del Rey, ciudad que gobierna desde 2015. Ese mismo año llegó a la presidencia de la Federación de Municipios de Madrid, que agrupa a los 179 alcaldes de la región. “Siempre he tenido vocación de servicio público y decidí dar el salto a la política para incrementar mi compromiso. Viniendo del funcionariado, la vida pública se ve de otra manera, porque conoces la mecánica institucional”.
El regidor de Arganda critica que Isabel Díaz Ayuso desatienda a los municipios de la región: “La presidenta solo se reúne con el alcalde de Madrid, el resto es como si no existiéramos. Pero estamos aquí y reclamamos atención”. A su juicio, los gobernantes madrileños se enfrentan a tres desafíos durante la desescalada: minimizar los contagios, paliar la desigualdad social e incentivar la recuperación económica. “Nos vamos a encontrar con los límites de nuestras propias competencias. De ahí la importancia de los pactos entre las distintas autoridades, es una forma de potenciar la capacidad de la Administración. Reclamaré siempre la utilidad de la política”.
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