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Madrid frente al coronavirus: la tropa no quiere al general

Burgueño, el polémico asesor de Díaz Ayuso para el coronavirus, se enfrenta a un aumento exponencial de los casos entre las críticas de los profesionales, que no olvidan que impulsó las privatizaciones en la sanidad

Antonio Burgueño, junto a Enrique Ruiz-Escudero e Isabel Díaz Ayuso.
Antonio Burgueño, junto a Enrique Ruiz-Escudero e Isabel Díaz Ayuso.

—Como ciudadano, si yo sé hacer algo estoy a disposición de las autoridades y de mi país.

La voz de Antonio Burgueño se escucha rotunda al otro lado del teléfono. A los 78 años, el hombre elegido como asesor para la crisis del coronavirus por Isabel Díaz Ayuso suena igual que un general preparado para la batalla. “Tenemos un problema”, reconoce el viernes, antes de que ayer el número de contagiados y fallecidos en la región se disparara hasta los 3.544 y 213, respectivamente. Sin embargo, el reto que afronta este médico para frenar la pandemia va más allá de la capacidad de expansión del virus. El ejército de profesionales sanitarios que forman la primera línea de batalla en el combate contra el SARS-CoV-2 le ha recibido de uñas y dientes. En el sector nadie se ha olvidado de que defendió la privatización de la gestión de seis hospitales, y la externalización de la de 27 centros de salud, durante su etapa como Director General de Hospitales de la Comunidad (2008-2014). Y menos los trabajadores.

Todo queda resumido en la reunión que mantiene el jueves la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, con los representantes sindicales de CCOO, SATSE, UGT, AMYTS y CSIT-UP, a los que la presidenta adelanta, como hace también con los gerentes de los hospitales públicos y privados, que va a crear un mando único con el que coordinar toda la sanidad madrileña, poniendo al servicio de la crisis todos sus recursos disponibles.

—Traer a Burgueño es un torpedo en la línea de flotación, le afean los representantes de los trabajadores, según el relato de Mariano Martín Maestro (CCOO). Ha sido el ideólogo de privatizar la sanidad y los profesionales están completamente en contra, le recuerdan a la presidenta.

—¿Y si tiene buenas ideas?, contesta Díaz Ayuso durante la cita, siempre según el relato de los sindicatos.

—Pues si las tiene que las comunique a la consejería, pero ponerle a la cabeza crea una división tremenda, le responden.

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“Y a la presidenta le cambió la cara”, asegura después Martín Maestro.

En las horas previas a que se produzca esa conversación, en el Gobierno de Díaz Ayuso descubren a un hombre con “un montón de ideas”. “Este pilota”, concluyen.

Ideas. Hace años que Burgueño defendió “la financiación directa” de los pacientes a los médicos de cabecera, “30, 40 o 50 euros” por visita, dijo, para cimentar una relación más estrecha entre las dos partes y motivar a los profesionales. Impulsó, también, el modelo Alzira, poniendo en marcha las concesiones a un privado de las obras de construcción y la gestión de hospitales públicos. Participó, además, en la creación del primer hospital con que Madrid imitaba en partes la fórmula valenciana: Valdemoro, público de gestión privada. Y durante años alimentó de ideas los proyectos sanitarios de los consejeros de Esperanza Aguirre e Ignacio González.

Pagar al médico 50 euros

“Esta persona está colaborando de forma desinteresada con el Gobierno de la Comunidad, como muchos otros particulares y empresas, para combatir de la mejor forma posible y desde todos los ámbitos los efectos y consecuencias del coronavirus”, explican desde la Comunidad, que cedió a Burgueño un lugar de privilegio en algunas de las reuniones clave para organizar la respuesta de Madrid a la pandemia. De hecho, se le ve en varias fotografías con Díaz Ayuso. Un detalle que refleja su capacidad para influir y que no ha pasado desapercibido a los críticos.

“Han nombrado asesor del gobierno en esta crisis nada más y nada menos que al arquitecto de las privatizaciones sanitarias de los años pasados”, se quejó el sindicato MATS en una carta enviada a Díaz Ayuso. “Con él, ustedes están recuperando a toda la guardia pretoriana de Esperanza Aguirre, con Lasquetty al frente de la Consejería de Hacienda”, se leía en el texto. “Por eso, la decisión que han tomado, abriendo la colaboración de la sanidad pública y la privada, es —por lo menos— poco fiable”, se añadía. “Desde aquí le hacemos dos preguntas muy sencillas: ¿el coste de esta operación es cero o, por el contrario, ustedes han acordado que les pagarán a ellos por cada enfermo atendido? Segundo: ¿Esos hospitales privados van a atender a lo largo de esta crisis el mismo tipo de pacientes que los públicos o van a hacerles un trasvase de las patologías más leves?”.

La Comunidad aún no ha determinado qué contraprestación obtendrán los hospitales privados por atender a los enfermos del coronavirus, cediendo sus recursos y sus camas. La urgencia de la situación, con el sistema sanitario público al límite y la presidenta regional reclamándole al Gobierno que compre respiradores automáticos (para tratar las neumonías asociadas al coronavirus), o equipos de protección para los sanitarios, ha obligado a tomar medidas drásticas.

“Situación excepcional, medidas excepcionales”, dicen en la Real Casa de Correos, donde se preparan para lo peor.

“Va a ser muy duro, muy difícil, viene una ola muy fuerte de afectados y fallecidos”, dijo el sábado por la noche Díaz Ayuso en una entrevista televisiva. “Queda lo peor. Va a ser traumático”, añadió la presidenta de la Comunidad de Madrid, que afronta la crisis en diálogo constante con el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz-Escudero, y rodeada de dos de sus fichajes más polémicos: Ángeles Pedraza como gerente del 112, puesto al que llegó sin experiencia previa en la gestión de emergencias de este calibre… y Burgueño.

“La llegada de Burgueño es claramente un paso atrás muy importante”, lamenta el secretario de Sanidad de UGT, Julián Ordóñez, sobre el fichaje, que irrumpió anunciando en una entrevista con el boletín sanitario Sanifax que Madrid superaría los 10.000 casos positivos; que sería necesario atender a contagiados en hoteles o pabellones (como luego se ha oficializado); y que había que plantear una reorganización de los hospitales que centralice la asistencia de los afectados por el coronavirus en determinados centros, liberando al resto para seguir con la actividad asistencial habitual.

Miles de firmas en contra

No hizo falta que se conocieran esas declaraciones para que empezaran las protestas de algunos de los profesionales más destacados en la lucha contra el virus.

“Respetuosamente le solicitamos que reconsidere el nombramiento de Antonio Burgueño como coordinador frente a Covid-19, una persona que cuenta con el rechazo de gran parte de la sanidad madrileña”, llegó a escribir en sus redes sociales José Ramón Arribas, jefe de Enfermedades Infecciosas de La Paz-Carlos III, originalmente designado por el Gobierno de Madrid como portavoz para la crisis. Y subrayó: “Esta crisis necesita consenso y unidad”.

Además, más de 7.000 personas han apoyado que se reconsidere su fichaje, firmando la petición de la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid.

No es la primera vez que el sector pide la salida de Burgueño, médico de formación, y con un currículo de prestigio, que incluye décadas de trabajo en el sector privado como director general de HM Hospitales o director asistencial de Adeslas.

Ocurrió en 2013. Madrid se llenó de miles de personas en defensa de la sanidad pública. La marea blanca pidió entonces la dimisión de tres personas: Ignacio González, presidente regional; Javier Fernández-Lasquetty; entonces consejero de Sanidad y hoy de Hacienda; y Antonio Burgueño, que era el Director General de Hospitales. Siete años después, está de vuelta en la Real Casa de Correos. Y su regreso ha reabierto unas heridas que nunca cerraron del todo.

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