El Burro vuelve a escabullirse: la policía no logra implicar al presunto capo gallego en un alijo junto a su casa
Siete meses después de su detención por la cocaína del segundo narcosubmarino de Galicia, la investigación no halla pruebas que incriminen al supuesto jefe del narcotráfico con la insólita descarga
Juan Vidal Padín, alias El Burro, detenido por la descarga de más de tres toneladas de cocaína que transportaba el Poseidón, el segundo narcosubmarino transoceánico apresado en Galicia en marzo de 2023, ha vuelto a ganarle el pulso a la policía. Los investigadores no han podido probar la implicación de este polifacético empresario en el alijo pese a que desde hace más de dos décadas lo consideran uno de los principales jefes del narcotráfico. Vidal pasó 48 horas en un calabozo y, en todo caso, solo se le podrá acusar de contrabando de las cuatro embarcaciones prototipo localizadas en su empresa, Náutica Vidal. Con 54 años, su aparente doble vida le ha convertido en una leyenda por su capacidad para escabullirse de los transportes de cocaína con los que se le ha relacionado. La policía lo considera uno de los presuntos traficantes más audaces por su forma de trabajar, que le ha permitido permanecer alrededor del negocio sin huellas que le incriminen.
Los investigadores nunca han subestimado a Vidal en su faceta de jefe que controla los entresijos del negocio, desde proveedores a distribuidores, y que creen que le ha servido para contar con una red de informadores que, al menos, hasta ahora, le han dado margen para medir sus riesgos. Su detención el pasado 9 de abril puso a El Burro en el podio de las descargas en la ría de Arousa. Con un narcosubmarino como barco nodriza de un alijo estimado en más de 3.000 kilogramos aunque tenía capacidad para transportar 5.000, el presunto jefe de la operación habría logrado, según los investigadores, acercar el sumergible a un kilómetro de la costa. Justo en ese punto, están las instalaciones de una antigua depuradora de mariscos provista de una rampa de acceso al mar que Vidal adquirió en la década de 2000 y allí tiene su chalé y la empresa náutica de la que es propietario.
El relato policial situó al empresario como el responsable de aquella descarga y la ocultación de la droga en sus instalaciones. La arriesgada operación culminó con el hundimiento deliberado del navío de 15 metros de eslora, que tuvo que ser reflotado. Ocurrió tras una travesía por la costa que se complicó por la intervención de al menos dos lanchas que fueron abandonadas por sus pilotos por el fuerte temporal desatado aquellos días y, probablemente, también ante el temor a haber sido descubiertos por el radar SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia) que emite la señal desde la entrada de la ría.
Pero la versión policial no ha podido ser probada, pese a la intensa búsqueda de algún rastro en la sede de la empresa Náutica Vidal que sostuviera una acusación sólida de la implicación de su dueño en el narcotráfico. Las cuatro lanchas incautadas en la nave, una en construcción y otra de 16 metros preparada para navegar, provista de cuatro motores de 420 caballos cada uno, son otro desafío para la policía y una evidencia más de que El Burro no solo se dedica a vender yates de lujo.
Los agentes de la Unidad Central de Estupefacientes, Guardia Civil y Vigilancia Aduanera que participaron en esta operación conjunta han estado tal vez muy cerca de incriminar a El Burro pero no lo suficiente. La investigación que dirige una jueza de Vilagarcía sigue abierta sin que haya habido más detenidos desde entonces. La causa solo se instruye por contrabando de embarcaciones y efectos de navegación intervenidos, según han confirmado fuentes judiciales, sin que por el momento se haya ampliado por delitos económicos por parte de la Agencia Tributaria, que está analizando los negocios y patrimonio de Vidal desde entonces.
El alijo en el que no se ha conseguido implicar a El Burro es diferente a otros históricos desembarcos de cocaína, algunos frustrados como la del primer narcosubmarino capturado en Galicia en noviembre de 2019 y que también fue hundido pero con el alijo de tres toneladas dentro. Es la primera vez que el jefe participa en la operación, haciendo alarde de sus estratégicas infraestructuras sobre la pequeña playa canina de O Castelete, en Vilagarcía (Pontevedra), y a escasos metros del recinto portuario y del centro urbano, según la hipótesis policial.
En la reconstrucción de este desembarco, los investigadores creen que el Poseidón fue abastecido de combustible mientras esperaba órdenes para trasvasar la droga frente a la costa, pero la fuerte marejada de esos días impidió a los lancheros alijar los fardos según los planes previstos por la organización de El Burro. La aparición de dos imponentes lanzaderas varadas en sendas playas de Ribeira (A Coruña) con los depósitos de combustible llenos puso en evidencia las dimensiones de la descarga, dejando claro el nivel del grupo que estaba detrás. Fue el anticipo de un operativo policial que duró más de un año hasta que se pudieron reunir indicios para que el juzgado ordenase la entrada y registro de la empresa de Vidal.
Un negocio bajo sospecha
Probablemente al empresario no le sorprendió su detención y la de otras cinco personas de su entorno, aunque las planeadoras y moldes tamaño XL que tenía en el interior de la nave no son las embarcaciones de recreo que la empresa vende a través del directorio de empresas de las Páginas Amarillas. Además, la compañía de El Burro promociona su stock de yates, lanchas neumáticas, zodiac, veleros o motos de aguas tanto de encargo como de segunda mano. La electrónica náutica, recambios, repuestos de barcos y todo tipo de equipamientos para embarcaciones es otra de las especialidades del empresario, así como el acastillaje (accesorios para la cubierta), instalación de sistemas de navegación, radares, sondas, y todo tipo de motores.
Con su hermano todavía como socio, Los Burros abrieron varios negocios familiares cuando a ambos ya se les vinculaba con el narcotráfico. En estas dos últimas décadas se dedicaron a adquirir patrimonio inmobiliario y a la hostelería. Sin hacer alarde de dinero, Vidal adquirió un hotel situado en la entrada del puente de A Illa de Arousa que había sido propiedad de otro histórico grupo familiar implicado en el tráfico de drogas y apodado Los Peques. La fama de esta saga saltó en 1993 por su implicación con el alijo de 2.000 kilos de cocaína apresados en el buque MarTere, uno de los primeros grandes cargamentos con destino a Galicia que logró intervenir la policía y que fue un anticipo del potencial de las organizaciones de la ría de Arousa que entonces estaban en pleno despliegue.
La Policía Nacional no oculta que lleva años detrás de El Burro y que su nombre aparece constantemente como sospechoso de fletar algunos de las decenas de cargamentos que se han incautado sin poder saber quiénes eran sus dueños. El caso del primer narcosubmarino apresado en Cangas (Pontevedra) tras cruzar el Atlántico, de nombre Che, es un ejemplo. Ambos sumergibles son casi idénticos y se cree que fueron construidos por el mismo cártel sudamericano.
En 2011, el empresario salió de los archivos policiales para aparecer en los medios. Los pinchazos de sus teléfonos en aquel momento es probable que no resultaran interesantes para conocer las andanzas de El Burro con la cocaína, pero sus conversaciones con uno de sus clientes pusieron a los investigadores tras la pista de una de las mayores tramas de corrupción investigadas por el Servicio de Vigilancia Aduanera: el caso Campeón. Las escuchas pusieron el foco en el empresario Jorge Dorribo (ya fallecido), presunto cerebro de una trama de fraude de subvenciones. El Burro le llegó a vender una motora a Dorribo, que por aquellas fechas también había comprado un chalé en una urbanización de Vilagarcía que había promovido uno de sus ilustres vecinos, Luis Falcón, alias Falconeti, después de estar seis años cumpliendo una condena por narcotráfico.
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