Viejo escudo franquista se ofrece para prácticas con maza y cincel
La escuela de cantería de la Xunta de Galicia usa un enorme emblema preconstitucional desahuciado de un cuartel para que los alumnos ensayen “perforaciones”
Un primoroso trabajo en piedra labrado en un pretérito muy imperfecto ha desencadenado la polémica entre los profesionales que asisten al traspaso de bártulos entre Administraciones de una escuela pública de cantería. Después de saber que los aprendices de la Escola de Canteiros de Poio (Pontevedra) estaban trabajando en un emblema preconstitucional, esta semana la asociación que aglutina a unos 80 exalumnos del centro en la provincia difundió un comunicado en el que lamentaba que se recurriese a los pupilos para reparar un símbolo vetado por ley en España: “Nos entristece profundamente que aún se siga utilizando la escuela para funciones que no debiera, ahora que está en manos de la Xunta, como el escudo franquista que se está restaurando actualmente. Más allá de que pueda contradecir la ley de memoria, no son muy positivos los valores que conlleva en un centro educativo”.
La nota, firmada al pie por el presidente, Manuel Sestelo, y el vicepresidente de la Asociación de Canteiros de Poio, Javier Diéguez, destapaba a los ajenos a este centro, referente en la formación de talladores de granito en España, la supervivencia, allí dentro, de un enorme blasón con los símbolos aprobados por la dictadura en 1938: El lema “Una Grande Libre” tras la cabeza del águila de San Juan; el cuartelado de Navarra sustituyendo al de Sicilia junto al ya existente de Castilla y León, la granada, y el yugo y las flechas de los Reyes Católicos; además de las columnas de Hércules, flanqueando el conjunto, con la cartela “Plus Ultra”. Preguntada por este diario, la Xunta de Galicia acalla las críticas: una portavoz oficial asegura que el escudo franquista, desahuciado de un cuartel del Ejército de Tierra e inútil ya para exponer, se ha convertido en una especie de cobaya de laboratorio o cadáver donado para clases de anatomía. Los responsables del centro formativo han decidido que lo empleen los futuros canteros en sus prácticas de “perforaciones y adhesiones”.
El descubrimiento de este escudo tallado por piezas en una veintena de sillares de granito sale a la luz justo en el momento de transición en que se encuentra la reputada escuela que nació en 1979 bajo control del Ministerio de Cultura. Tras una larga reivindicación, capitaneada por los exalumnos, por lograr que el centro se integrase en FP, la Consellería de Educación de la Xunta ha asumido el control este curso, después de crecer gestionada desde 1982 por la Diputación de Pontevedra. Sin acceso a la titulación de FP, las instalaciones de lujo con las que cuenta la escuela vieron mermar en los últimos años hasta lo dramático las matriculaciones: había capacidad para 125 alumnos y en 2022 la escuela contaba solo con 13.
“Hace unos 20 años, depositaron en las instalaciones de la Escola de Cantería de Poio unos fragmentos de un muro de sillería correspondientes con un escudo que formaba parte del antiguo cuartel de la Brilat” (Brigada de Infantería Aerotransportable, creada en 1966 en el lugar de Campolongo, Pontevedra), revela la portavoz de la Consellería de Educacion y Cultura. “Durante todos estos años, ese material estuvo depositado en el área de almacenamiento de la escuela, y este octubre, dentro del programa formativo que se lleva a cabo en una de las materias que se imparten, el centro decidió emplear los fragmentos para que el alumnado pudiese realizar prácticas”, comenta la misma fuente.
“Ya que es un bien que no se va a poder reutilizar nunca ni exponer en ningún caso”, reconoce la Xunta, “se valoró que los alumnos de primero y segundo curso realizasen intervenciones de perforaciones y adhesiones” con el escudo franquista. “El objetivo es acercarlos a un contexto de trabajo más próximo a los elementos reales, y realizar pruebas sobre piedra que ya tiene unos años de pátina y deterioro avanzado”.
“No se trata de un encargo”, zanja la portavoz de Educación cuando se le pregunta sobre esta posibilidad, “ya que los fragmentos en ningún caso van a salir de las instalaciones de la Escola de Cantería”: “únicamente están siendo empleados como material de ensayo”, insiste, “para los procedimientos que habitualmente se enseñan de tratamiento de obras en piedra, como limpiezas y adhesiones, o manipulación de bloques”. El caso del blasón franquista de la Brilat plantea la pregunta sobre el destino que habrán tenido los millares de placas, escudos, estatuas y demás símbolos de cuatro décadas de dictadura (y también de la de Primo de Rivera) que se han retirado en toda España durante el siglo XXI.
El desguace del Azor y el hundimiento de Calvo Sotelo
El escultor madrileño Fernando Sánchez Castillo compró en 2011 a un empresario burgalés el cascarón metálico del yate del Jefe de Estado en tiempos de Franco, el famoso Azor, para transformarlo en un descomunal objeto artístico que bautizó como Síndrome de Guernica. El barco, oxidado y poblado de mensajes escritos por las visitas, permanecía varado en Cogollos (Burgos), como atracción ante un motel-asador de la carretera de Irún. Sánchez Castillo deconstruyó sus 46 metros de eslora y sus 400 toneladas de aluminio del buque de recreo donde pescaba el Generalísimo y mandó convertirlo en amasijos prensados como los de los desguaces de coches, que se expusieron en el Centro Matadero de Madrid.
A mediados de la primera década de este siglo, activistas de la formación política Nós-Unidade Popular realizaron un par de acciones sonadas contra las figuras de José Calvo Sotelo en el municipio pontevedrés de Tui. Un portavoz del grupo aseguraba que, en torno a aquel año, habían logrado retirar por su cuenta unos 200 símbolos fascistas en Galicia y tenían una lista con otros 170 objetivos pendientes. En Tui, reivindicaron el degüello de la estatua de granito y el robo de un busto de bronce del proclamado “protomártir de la Cruzada y del Movimiento Nacional”, hijo predilecto de la localidad gallega, ministro en la dictadura de Primo y líder antirrepublicano, que murió tiroteado por un guardaespaldas de Indalecio Prieto cinco días antes del Alzamiento.
En 2006, Nós-UP se atribuyó una acción contra la estatua de granito situada en el centro de la villa natal de Calvo Sotelo. Los activistas rebanaron la cabeza del dirigente de Renovación Española, y solo un año después, en 2007, se llevaron con pasmosa facilidad, dentro de una bolsa de cuero, un busto de bronce que llevaba medio siglo expuesto en la segunda planta del consistorio tudense. “Lo único que hacemos es ahorrar a los políticos un trabajo pendiente”, defendió por aquellas fechas el comando, que llegó a difundir por YouTube una escena en la que, después de retirar la pieza de bronce, trataba sin ningún éxito de destruirla con una radial en un taller. Días después, el portavoz nacional de Nós-UP, Mauricio Castro, aseguraba que el busto había acabado en el fondo del mar: “Viajó en barco con destino incierto”.
"A los alumnos se les explicó la Ley de Memoria"
Según el Gobierno gallego, "a los alumnos se les explicó la Ley de Memoria Histórica, y son conocedores de la propia historia del escudo, de cómo llegó hace dos décadas, y de que se está trabajando con esa piedra por motivos de aprovechamiento del material”. El miércoles de esta semana fue la fiesta de la patrona, Santa Lucía, y los miembros de la Asociación de Canteiros de Poio participan de la celebración en la escuela. Vieron el escudo franquista, resucitado para las prácticas en el taller, en las imágenes de un programa de televisión sobre la escuela en el que en realidad no se hacía ninguna referencia al blasón. Aunque la Xunta explica que lleva dos décadas almacenado en aquel lugar, el presidente del colectivo profesional asegura que no lo conocía y nunca había oído hablar de él.
La Xunta se ha comprometido a reglar e integrar los estudios de la Escola de Cantería en FP, con tres especialidades (construcción, cantería y restauración), ya para el curso 2024-2025. Manuel Sestelo, último de una estirpe familiar de artesanos de la piedra, es también exalumno y cuenta que a sus 52 años, pese a su larga experiencia profesional y haber completado durante un lustro los cinco cursos que comprende la formación de este centro público, no cuenta con ningún título de validez oficial. Ni él ni ninguno de sus compañeros.
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