Sánchez y Ayuso, batalla final
El presidente cierra la campaña sin entrar al choque con la candidata del PP. Ayuso proclama que su causa es la misma que la de los héroes del Dos de Mayo: “España y libertad”
Un 2 de mayo de comienzos del siglo XIX, el pueblo de Madrid se alzó heroicamente en defensa de su libertad, y un 2 de mayo de la segunda década del siglo XXI ahí está Isabel Díaz Ayuso para mantener erguida esa bandera. “Seguimos defendiendo la misma causa: España y libertad”, proclamó la presidenta. Toda la fanfarria institucional se puso este domingo al servicio de Díaz Ayuso en el día de la fiesta autonómica de Madrid, convertida en la traca final de la campaña de la también candidata del PP. En un acto oficial, la primera fila de autoridades estaba presidida por Pablo Casado, líder de los populares. Y el lema electoral de Ayuso, “libertad”, fue, como ella misma explicó después, el leitmotiv de su discurso. “En 1808, Madrid fue el epicentro de una reacción que recorrió España”, ilustró la presidenta. Y, hoy, dos siglos y 13 años después, ahí está ella, “para defender la misma causa” y con el convencimiento de que las urnas le traerán este martes una gran victoria electoral.
La causa es la misma que en 1808 y también el objetivo: hacer de Madrid el epicentro de otra reacción que recorra España. Cambia el rival: las tropas napoleónicas de hoy se encarnan en “el sanchismo”, cuya derrota es el gran objetivo proclamado por Ayuso a lo largo de toda la campaña y reiterado en su último mitin: “El problema de Madrid es Pedro Sánchez”. La candidata del PP había retado al presidente del Gobierno desde el mismo día en que convocó las elecciones para el 4 de mayo. Y Pedro Sánchez aceptó el desafío: bajó a la campaña embistiendo de cara a su contrincante y opacando la figura del candidato socialista, Ángel Gabilondo. Con el transcurrir de los días, el presidente del Gobierno ha optado por ponerse más a cubierto. En la última semana no había comparecido, hasta que este domingo salió para el intento final de empujar a Gabilondo y torcer el pulso a las encuestas. El presidente clausuró la contienda de un modo completamente opuesto al que había entrado en ella: sin citar ni una vez por su nombre a la candidata del PP. Ya había hecho lo mismo en sus dos comparecencias anteriores y tampoco en el momento final se separó de un guion que los estrategas socialistas han ido variando según avanzaba la campaña.
Sánchez no citó a Ayuso ni cuando se refirió a una frase pronunciada por ella. La candidata del PP señaló hace días que si su Gobierno queda a merced del apoyo de Vox, “no sería el fin del mundo”. Y Sánchez le replicó con tonos catastrofistas: “El fin del mundo, no, pero sí el principio del fin de una democracia vigorosa”.
Los socialistas cerraron su campaña en Entrevías, el barrio más pobre de la capital, unido a Vallecas. Y allí el presidente combinó sus advertencias contra el peligro de que ganen “el odio y la intolerancia” de la derecha con denuncias de la desigualdad social que atribuyó a los 26 años de gobiernos regionales del PP. “Lo que nos jugamos es que la recuperación económica llegue también a Entrevías, no solo a la calle Serrano”, aseguró. El líder socialista se extendió en comparar la batalla electoral en Madrid con la que se libró en EE UU contra Donald Trump. También su hasta hace poco vicepresidente y ahora candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, evocó a Trump en sus actos de este domingo: “¿Qué pensáis que va a pasar si pierden? ¿O no lo habéis visto en el Capitolio?”, dijo. Los llamamientos a la movilización, la última esperanza de la izquierda, jalonaron todos los discursos. En el caso de Gabilondo, en términos dramáticos: “Si no vamos [a votar], perderemos todo y ya será demasiado tarde”.
Casado también estuvo para el mitin final de Ayuso, tras una participación muy discreta en la campaña. El líder del PP busca en Madrid un trampolín para el resto de España y lo dejó claro: “De la Puerta del Sol al palacio de La Moncloa”. Casado ya había estado por la mañana en el acto institucional del Dos de Mayo con trato de primera autoridad. También habían sido invitados los portavoces de los demás grupos políticos. Iglesias no asistió por considerarlo “un acto de las élites”. Gabilondo y la candidata de Más Madrid, Mónica García, sí estuvieron presentes, aunque se fueron deplorando que los habían convocado a “un acto de propaganda”.
Los socialistas se encontraron este domingo con otro contratiempo, después de que EL PAÍS publicase que, en un documento enviado a Bruselas, el Gobierno plantea suprimir la bonificación fiscal por la tributación conjunta de las parejas en el IRPF. El PP y la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, no tardaron en echársele encima y el Gobierno anunció al final del día que da marcha atrás.
Para ningún otro partido son más dramáticas estas elecciones que para Ciudadanos, que se juega su supervivencia. Arrimadas ha estado hasta el último día con el candidato, Edmundo Bal, que hizo un llamamiento más a los que “creen en la convivencia y el diálogo”.
Si las otras dos fuerzas de la izquierda se fueron a la periferia trabajadora —Iglesias cerró en Vicálvaro—, Más Madrid se quedó en el centro, en la Cuesta de Moyano, donde se instalan las casetas de libreros de viejo de la ciudad. Su candidata, Mónica García, insistió en un discurso que ha huido de las estridencias y que apela al valor de lo común frente a una derecha que, según dijo, entiende la “libertad como pisotear al prójimo y desentenderse de la sociedad”.
Iglesias exhibió un mensaje de apoyo de la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, que le dio pie a reforzar lo que ha sido su mensaje de los últimos días: “Ella sabe bien lo que es el fascismo y la destrucción de la democracia que está llevando a cabo Jair Bolsonaro”. El equivalente de Bolsonaro y de Trump en España sería Ayuso, quien representa a “los enemigos de la democracia”, dijo Iglesias en Vicálvaro. “Por eso nos jugamos mucho más que Madrid”, insistió.
Vox volvió a donde suele para clausurar la campaña y hacer una demostración de fuerza: reunió a unas 5.000 personas en la plaza de Colón. Su líder, Santiago Abascal, se reservó el mensaje final, tras su candidata, Rocío Monasterio. Y no solo cargó contra la izquierda, también contra Casado, “la veleta azul”.
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