Ayuso pide renovar la concordia en un Dos de Mayo convertido en un mitin en apoyo a su candidatura
El premiado Nacho Cano alaba la labor de la presidenta y el PP exhibe unidad a dos días de las elecciones
A dos días de las elecciones del 4-M, Isabel Díaz Ayuso menciona hasta en ocho ocasiones la palabra “libertad”, que es su eslogan de campaña con el PP, mientras la ceremonia institucional que encabeza como presidenta regional con motivo del Dos de Mayo se convierte en un mitin electoral.
“El nombre del milagro de la cultura en Madrid tiene piernas, cabeza y corazón”, dice sobre Diaz Ayuso Nacho Cano, el fundador del grupo musical Mecano, que recibe la Gran Cruz regional y agradece que la cultura haya seguido abierta en la región pese a la pandemia. “Mis empleados han podido conservar su puesto de trabajo porque tú no cerraste”, insiste, saltándose el protocolo. “Gente que vota a Podemos, a Vox, a todos los lados, me han dicho, si ves a la presidenta, dos palabras: gracias y valiente. Por ser tan buena presidenta, la medalla te la mereces tú”, remata mientras le coloca a Díaz Ayuso la faja que ella le ha puesto a él como premiado, convirtiendo el homenaje a los caídos contra los franceses en 1808 en el mejor cierre de campaña para la candidata del PP.
Porque es imposible separar las elecciones de la ceremonia. Da igual que la presidenta hubiera prometido un acto ejemplar en su neutralidad. Ocho veces pronuncia Díaz Ayuso la palabra “libertad” en relación con el levantamiento de los madrileños contra los invasores. Y ocho veces remite de forma subliminal a su lema de campaña para el 4-M, esa misma palabra, negro sobre blanco, en la carta electoral que le ha enviado a los madrileños, y en los carteles y banderolas que pueblan las calles con su foto de candidata.
“En 1808, Madrid fue el epicentro de una reacción que recorrió España desde Ferrol a Valencia y desde Cádiz a San Sebastián”, dice Díaz Ayuso, usando palabras similares a las que ha empleado durante la campaña para situar su posible triunfo electoral en Madrid como detonante de un cambio de Gobierno en España. “El pueblo, es decir, la Nación, organizó el levantamiento para defender la misma causa que hoy, dos siglos después, seguimos defendiendo: España y la libertad”, sigue, evocando su eslogan ante la atenta mirada de los expresidentes Joaquín Leguina, Alberto Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, Ángel Garrido y Pedro Rollán. “Hago hoy aquí, en esta fiesta de todos, un llamamiento a renovar la concordia”, añade. Y remata: “Hoy vemos con alegría cómo, especialmente aquí en Madrid, cada vez estamos de nuevo más unidos, ahora en plena igualdad, en lucha por la causa de la libertad y la prosperidad”.
“La libertad es el leitmotiv de esta ceremonia”, justifica luego la presidenta, cuando los periodistas le preguntan por el uso reiterado del concepto que define su campaña electoral.
A primera hora del domingo, el retumbar de cornetas y tambores que marca el paso marcial de los desfiles del Dos de Mayo queda silenciado por el ruido de los políticos. La mañana comienza con Díaz Ayuso enhiesta sobre una plataforma ante la que desfilan los militares. La presidenta ha colocado ya una ofrenda floral a los caídos contra los invasores franceses en 1808 junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y luego ha pasado revista a las tropas. Pisa siempre una alfombra roja, y una a una las autoridades militares le dedican un saludo. No hace falta decir nada. Todos los símbolos del poder, y todos los guiños, se concentran en ella. No hay duda de quién manda. Y a dos días de las elecciones, el mensaje se cuela en las casas de los votantes a través de la televisión, cuya señal es producida por primera vez por el Ejecutivo regional, que ha excluido a Telemadrid de la tarea.
Mónica García, la candidata de Más Madrid, lamenta que se premie a Cristina Cifuentes tras el escándalo del caso máster o que se reivindiquen las siglas del PP al recuperar esa tradición de homenajear a los expresidentes, rota en 2016 por los casos de corrupción que afectaban a Ignacio González. “Si algo caracteriza a la señora Ayuso es que ha sido una buena actriz de la provocación: va a condecorar a sus predecesores, al modus operandi del PP, y dejando fuera a la televisión pública”, señala. “Esperamos que sea el último acto de la señora Ayuso”, añade antes de abandonar la Real Casa de Correos justo cuando va a comenzar la ceremonia. “Nos merecemos dejar atrás 26 años de uso obsceno de las instituciones para fines partidistas y electoralistas”.
Ángel Gabilondo, el aspirante del PSOE, opina que se está usando el homenaje para fines electoralistas. “Este acto ha tenido ingredientes de propaganda que me parecen inadecuados en una campaña electoral”, dice el candidato mientras un coro de seguidores de Vox grita consignas al cierre de un homenaje al que no acudió Pablo Iglesias, el líder de Podemos.
La ceremonia es también un viaje en el tiempo. Por un instante, los 13 consejeros del primer gobierno de coalición de la historia de la Comunidad de Madrid, formado por PP y Cs entre agosto de 2019 y marzo de 2021, están juntos de nuevo. Ignacio Aguado vuelve a pasearse por la Real Casa de Correos, pisando el edificio que le vio ser vicepresidente, e incluso sale de refilón en el vídeo que recuerda la medalla concedida al tenista Rafael Nadal. Allí coincide con Miguel Ángel Rodríguez, el poderoso jefe de gabinete de Díaz Ayuso, pertrechado con un clavel rojo en el ojal de la americana. Pero su conflicto ya es historia. El Ejecutivo saltó por los aires hace meses, cuando la líder del PP decidió adelantar las elecciones. Y por eso es imposible separar el acto institucional de la cita con las urnas.
Cada uno a su manera, todos los partidos piden el voto antes, durante y después de una ceremonia desangelada, en la que las precauciones para luchar contra el coronavirus apagan el espíritu festivo habitual: solo hay 80 invitados dentro de la Real Casa de Correos, cuando normalmente hay casi 500.
“Están en juego muchas cosas. Por encima de todas, la libertad, y como la entendemos los madrileños”, asegura Alfonso Serrano, el director de campaña de Díaz Ayuso, y portavoz parlamentario de la formación conservadora. “Apelo a los madrileños a que voten con fuerza. Es importante que después de esta campaña emotiva, votemos con la cabeza”, sigue. “Los que quieran que Díaz Ayuso gobierne, deben votar a Díaz Ayuso. Votar a otras formaciones es darle una oportunidad para la celebración a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias el 4 de mayo”.
“Nos jugamos que se imponga una agenda de retroceso, o de futuro”, advierte Edmundo Bal, el candidato de Cs. “Es importante que les digamos a los moderados que también se levanten el 2 de mayo, que votar Ciudadanos es un voto que vale por tres: por un gobierno que funcione, moderado y en contra del insulto, y tolerante”.
Entonces llega Nacho Cano. Y luego, el discurso de la presidenta, a la que las distintas juntas electorales ya han afeado tres veces que use su posición institucional para promocionar su candidatura, ordenando en dos ocasiones que se le sancione por ello. Y todo salta por los aires: las elecciones irrumpen en la Real Casa de Correos como un elefante en una cacharrería. Haciendo mucho ruido y llevándose por delante el intento de que la ceremonia fuera estrictamente institucional, neutral, y separada de la lucha partidista por los votos. Así, el 2-M se convierte en un capítulo más del 4-M.
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