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Julia Navarro: “Madrid es libertaria”

La escritora superventas cree que la ciudad es “abierta, transgresora y libre”

Julia Navarro
La escritora Julia Navarro, en la plaza de Oriente, en Madrid.Jaime Villanueva
Jesús Ruiz Mantilla

La gran dama superventas en español es madrileña de tres generaciones. Ha vivido siempre en el Madrid de los Austrias y aunque desde las estampas de su infancia hasta hoy ha rondado los alrededores del Palacio Real asegura que, en gran parte, el alma de Madrid es anarca y libertaria. Hoy se dedica a tiempo completo a sus novelas. Pero la autora de La Hermandad de la Sabana Santa, La Biblia de barro, Dime quién soy (ahora en formato serie de televisión en Movistar+) o Tú no matarás, entre otras, fue cronista parlamentaria y no ha perdido el olfato político.

Pregunta. ¿Qué es Madrid?

Respuesta. Una ciudad abierta, transgresora y libre. Va a un ritmo diferente al de sus políticos, independiente que le toquen en fortuna o mala suerte. Va a su aire ajena al daño que le puedan infligir sus dirigentes. Tiene vida propia, es libertaria.

P. ¿Comunismo o libertad?

R. No me refiero a eso. Nada que ver con los eslóganes. Madrid trasciende a sus dirigentes, ahora, antes y seguro que en el futuro. Esta ciudad es como si fuera el salón de nuestras casas, te sientes cómoda en cualquier sitio. Precisamente por su espíritu transgresor.

P. ¿Representa lo contrario a un terruño?

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R. Todo lo contrario. Completamente universal. Aquí es muy fácil sentirse libre. Ofrece como un tesoro la posibilidad del anonimato dentro de sus diferentes ciudades.

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P. Otros dicen pueblos dentro de la gran ciudad, como si cada barrio mantuviera ese carácter.

R. No es carácter de pueblo lo que tienen los barrios: sino de ciudad dentro de la ciudad. Cada vez que voy a un barrio diferente al mío es como si me hubiera movido no a otro pueblo, pero sí a otra ciudad. Te permite eso. No es una capital uniforme.

P. Respecto al espacio, pero también del tiempo. Si salimos a la región, mucha localidades conservan el aroma de otra época.

R. Eso es parte del encanto. La región permite un viaje al pasado en pocos kilómetros. Pero a todos les pasa igual: son acogedores.

P. ¿Cómo cambiará la pandemia el papel de un escritor? ¿Las presentaciones por Zoom les restarán el contacto con las librerías y el público?

R. Yo quiero que me devuelvan mi vida allá donde la dejé. La vacuna es el único recurso que tenemos para volver ahí. Durante un tiempo no podremos hacer presentaciones de libros en vivo, pero tenemos que intentarlo. Vamos al mundo de Matrix y no me gusta. A mí me cuesta mucho más escribir sino tengo una puerta a la vida. A través de una pantalla existe una cierta impostura de espejo o de set de televisión. Entre la gente se establecen unos hilos invisibles que conectan mejor. Nos vamos a volver más tontos teletrabajando.

P. Necesitamos aire.

R. Esta ciudad no se encierra porque no quiere encerrarse. Y no es porque lo decida la señora Ayuso, es porque lo deciden los madrileños. Otra cosa es que ella haya sabido cabalgar la ola. Porque a la calle salen los de derechas, los de izquierdas y los mediopensionistas. Se equivocan quienes desde la izquierda la tildan de loca. No hay nada peor que menospreciar al adversario. Contra ella, argumentos y proyectos, hay de sobra, pero no vale el menosprecio.

P. ¿Qué echa de menos de su etapa como cronista parlamentaria?

R. No soy nostálgica pero he tenido la suerte de atestiguar la Transición, un momento único. Nosotros contamos aquello y ahora otros deben contar lo que sea esto. ¿Me gustaría estar hoy en el Parlamento? La verdad es que no. Hemos pasado a hacer un periodismo declarativo y nos dejamos utilizar como correa de transmisión. Me parece indignante y habría que plantarse ante esos políticos que te convocan a una comparecencia sin preguntas.

P. Cuando usted fue testigo de la Transición vio cómo se construía un sistema. ¿Ese sistema se está desmontando ahora?

R. Hay un sector político que lo busca, lo dice y por tanto no engaña a nadie: desmotar lo que llaman el régimen del 78. Tienen claro a donde van mientras otros parecen pedalear a ninguna parte. A mí me parece que aquel sistema nos ha servido y ha funcionado, aunque es manifiestamente mejorable. Una cosa es dar una mano de pintura a la casa y otra echarla abajo.

P. Si tuviera que ambientar un thriller en la Comunidad de Madrid, ¿empezaríamos con el tamayazo, aquello que dio el poder mediante dos tránsfugas a Esperanza Aguirre?

R. Reconozco que me falta imaginación pare ello. Me parece todo muy cutre. Pese a sus políticos, repito, vivimos bastante al margen de sus dirigentes, ese es nuestro encanto.

P. Y, por último, ¿en qué le gustaría que se convirtiera Madrid?

R. Tres cosas: apostar por la cultura, en todas sus manifestaciones, desde el arte transgresor y alternativo a la ópera. Por lo sostenible, más verde. Y por la investigación y el desarrollo, eso es lo que pediría a los Reyes Magos. De estas cosas no se habla en campaña ni nunca. En esos aspectos, lo que dan es limosna.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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