El PSC confía en desbancar al independentismo de su hegemonía
Los secesionistas llegan al 23-J sin lograr pactar entre ellos el precio a una eventual investidura socialista, y con un ojo en la abstención
Las elecciones de este 23-J en Cataluña arrojarán con toda probabilidad, según las encuestas, una victoria del PSC, que aspira así a culminar el exitoso ciclo electoral que arrancó con las autonómicas de febrero de 2021 y siguió con las municipales del pasado mayo. Meritxell Batet, su candidata por Barcelona, afirma que su objetivo es “arrasar”, y la gran duda es saber por cuánta diferencia consumará el sorpasso a Esquerra, vencedora en las generales de noviembre de 2019 con 13 escaños, y la brecha que sacará al PP (ahora es de 10 diputados). Catapultados por los resultados del 28-M, los socialistas catalanes se han anclado en la centralidad y han ido extendiendo su poder institucional gracias a la fractura crónica y casi irreversible del independentismo. En ese bloque secesionista está en juego la primacía y el resultado también será leído en términos de apoyo de la vía del diálogo abierta entre el Gobierno central y ERC. También ronda la sombra del abstencionismo, promovido como protesta por los sectores más esencialistas del separatismo.
Ante el mapa predominantemente azul surgido tras el 28-M en el conjunto de España, Cataluña es de las pocas comunidades donde el socialismo, que ha absorbido también muchos votantes de Ciudadanos, está en condiciones de ganar este 23-J. Batet ha exprimido el mensaje de que Pedro Sánchez se la ha jugado por Cataluña y que estos comicios son solo un dilema entre él o la España oscura que asocia a Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. El programa del PSOE elude todo lo vinculado al conflicto soberanista: la mesa de diálogo y una posible consulta sobre sus acuerdos, que tanto irritaba a determinados barones, o una posible renovación del Estatuto. Alineados por completo, los socialistas catalanes ni siquiera han presentado el manifiesto electoral que suelen impulsar en las generales y que recoge sus propuestas en clave catalana.
Al PSC le gusta recordar que fueron absolutamente fieles a Sánchez con el lema del “no es no”, que pronunció por primera vez en un mitin en Gavà (Barcelona) para no investir a Mariano Rajoy en octubre de 2016 y que ahora tampoco vacilarán contra Feijóo. “Otra cosa es imposible”, dicen pese a las insinuaciones de ERC, que ve como el escenario más plausible que, tras un triunfo del PP, el poder económico presione a los socialistas para permitir que Feijóo forme Gobierno sin necesidad de recurrir a Vox, y evitar tanto la incertidumbre del bloqueo como la entrada de la formación de extrema derecha en La Moncloa.
La euforia de los socialistas catalanes en estos comicios es directamente proporcional a los nervios de los partidos independentistas. En las generales de noviembre de 2019, sumaron 23 escaños sobre los 48 que suman las cuatro provincias catalanas en el Congreso y muy posiblemente no alcancen esas cifras. En las pasadas municipales, ERC puso rostro a la debacle sufrida por ese bloque y perdió más de 300.000 votos en comparación a los comicios locales de mayo de 2019. La CUP también perdió apoyo y la tímida mejora de Junts —6.000 papeletas—, que se impuso en el secesionismo, la relativiza el hecho de que hace cuatro años había obtenido su peor resultado histórico. Preocupados por la desmovilización, los partidos quisieron trabar cierto entendimiento e incluso el cabeza de lista de ERC por Barcelona, Gabriel Rufián, comenzó la precampaña invitando a sus exsocios a pactar cuál debería ser el precio “alto” que se pediría a Sánchez si sus votos fueran necesarios para que pudiera repetir en La Moncloa.
Pero ni la CUP ni Junts quieren entrar en ese juego y siguen, de hecho, haciendo una enmienda a la totalidad de los resultados de la vía del diálogo, aunque sin enunciar un plan b verosímil. Los de Carles Puigdemont han optado en la campaña por exhibir el rechazo a la manera como ha abordado ERC esa opción. Su no rotundo a Sánchez solo lo rompería si se transfiere a Cataluña la competencia para celebrar referéndums. Los republicanos ponen tres condiciones para un sí a Sánchez : acabar con el llamado déficit fiscal, el traspaso de las Cercanías catalanas (Rodalies) y mantener la mesa de diálogo sobre el conflicto político. Según el resultado del domingo, muchos podrán comenzar a mostrarle el reloj a Pere Aragonès para que ponga fin a su gobierno en minoría.
Junts, que lidera Míriam Nogueras, aspira como mínimo a ganarle a ERC, un resultado que interpretarían como el fracaso de un diálogo que, recuerdan los republicanos, hasta ahora ha permitido que líderes de Junts como Jordi Turull hayan sido indultados. Pero en el camino para erosionar al rival, el partido que lideró Puigdemont dio alas a ciertas tesis que ahora se le pueden venir en contra y es, de momento, la presa más fácil de los llamamientos a que los independentistas se queden en casa el domingo. Aunque las bases de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) tumbaron esa propuesta abstencionista de la dirección, la idea sigue calando en redes sociales y en los círculos más esencialistas del independentismo. Al bloque independentista solo lo ha sacado del letargo la materialización de amenazas de Vox en sitios donde ya gobierna, como por ejemplo la anulación de la suscripción a cinco revistas en catalán en el Ayuntamiento de Burriana (Castellón).
Sumar se lía con el referéndum
Si el PSC está alineado con Sánchez, los comunes hacen lo propio con Yolanda Díaz, en defensa de todas las políticas de mejora de las pensiones, del salario mínimo, de la reforma laboral y de las leyes sociales en pro de la igualdad. Díaz rechaza el referéndum y los comunes dicen que lo mantienen. Tienen y concurren, por tanto, con dos programas. La candidata Aina Vidal reivindica la mesa del diálogo, los indultos y la reforma de la sedición. Su idea es situar el referéndum en el horizonte y que en ningún caso sea una herramienta “de bloqueo”.
Los resultados en Cataluña de las elecciones del 10-N de 2019
Estos son los resultados en las elecciones del 10-N en 2019.
Cataluña aporta 48 escaños de los 350 del Congreso:
Esquerra Republicana: 13 escaños; 874.859 votos (22,73%).
PSC: 12 escaños; 794.666 votos (20,64%)
Junts: 8 escaños; 530.225 votos (13,77%)
PP: 2 escaños; 287.714 votos (7,47%)
CUP: 2 escaños; 246.971 votos (6,42%)
Vox: 2 escaños; 243.640 votos (6,33 %)
Ciudadanos: 2 escaños; 217.935 votos (5,66%)
El concurso de los comunes en esta campaña tuvo tintes traumáticos, con una renuncia tan inesperada como elegante de Jaume Asens y la apuesta por Vidal y de personas muy próximas a Ada Colau en la lista. La exalcaldesa de Barcelona ha estado presente en al menos cinco actos de la campaña de Sumar, entre ellos el arranque de la campaña en A Coruña, y el cierre el viernes en Madrid. Estancados en siete escaños, su objetivo es romper ese techo y trazar una curva al alza tras el frenazo de sus resultados en las municipales, en las que por primera vez concurrió con Podem. Su gran miedo es que el voto útil se vaya al PSC.
La gran incógnita se centra en la bancada de la derecha. El PP es ahora un valor en alza y confía en pasar, de la mano de Nacho Martín Blanco, exportavoz de Ciudadanos hasta hace dos meses, de dos a ocho escaños. Tras una década horribilis en Cataluña, el PP espera ser un dique de contención y frenar a Vox (también con dos) que ha vuelto a coquetear con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la intervención de la autonomía. La duda final se ciñe a dos partidos que pugnan por seguir en el Congreso que son polos opuestos dentro del magma soberanista: la CUP, que reclama el referéndum para investir a Sánchez, y Espai CiU, la plataforma del PDeCAT, liderado por Roger Montañola, que se abre a negociar con el PP siempre que no pacte con Vox.
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