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El PSC se juega el 23-J consolidar su poder en Madrid

Los socialistas catalanes dirigen ahora cinco empresas de control estatal y acumulan dos ministerios, la presidencia del Congreso, la portavocía en el Senado

Pedro Sánchez y Salvador Illa
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante un acto de apoyo al candidato socialista en Barcelona, este domingo. ALEJANDRO GARCIA (EFE)Alejandro García (EFE)

La avalancha azul de las elecciones del 28-M tuvo solo un gran muro de contención: Cataluña. El PSC ha ganado las municipales en la comunidad, superando de nuevo a las formaciones independentistas, y devolviendo la película a la fotografía electoral preprocés. La cereza del pastel llegó hace una semana, al lograr Jaume Collboni la alcaldía de Barcelona. Los socialistas catalanes viven un momento dulce que no solo lo reflejan las urnas sino también un protagonismo en la estructura política y económica de la Administración del Estado que no se veía, coinciden expertos y personas del partido, desde la época de Felipe González. La operación tiene padres, Salvador Illa y Miquel Iceta, pero se juega el todo o nada de su consolidación el 23-J si hay un cambio de color.

La relación de cargos procedentes de la órbita del PSC no es nada despreciable: la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; los ministros de Cultura, Miquel Iceta, y de Transporte, Raquel Sánchez; la portavoz de la bancada socialista en el Senado, Eva Granados. La lista gana un peso notable si se suman los presidentes de hasta cinco empresas de control público: Mauri Lucena, exdiputado del PSC, preside Aena; Raül Blanco, Renfe; Jordi Hereu, Hispasat; Marc Murtra, Indra; y Antonio Llardén, Enagás. Y el sottogoverno del Ejecutivo.

Parte de esa decena de personas celebra cenas de forma algo habitual en Madrid, organizadas a menudo, explica uno de los presentes, por el secretario de Estado de Deporte, Víctor Francos. Aunque uno de los asistentes asegura que no hay organización madrileña del PSC, no hay movimiento de partido que no conozca Illa, en Barcelona. “Me da la sensación de que nuestra participación aquí no es de representación del PSC sino del histórico de tradición de gestión pública”, afirma un alto cargo, que pone como ejemplo el hecho de que la mayoría de esos nombres no se han planteado ni presentarse a listas y su futuro queda a la expectativa del resultado electoral.

Habría que remontarse a tiempos de Narcís Serra como vicepresidente del Ejecutivo de González, entre 1991 y 1995, para encontrar un peso político y de influencia superior. Con José Luis Rodríguez Zapatero comenzó un proceso de “reconocimiento del PSC dentro de la familia socialista”, según Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia. Para el también autor del libro Los ministros de la España democrátoca, esa vía quedó truncada en 2006 por el mal desenlace de las negociaciones del Estatut, cuando desde La Moncloa se puenteó a Pasqual Maragall y se pactó con CiU. “Teniendo en cuenta el peso de la población de Cataluña, quizás es una proporción razonable; lo extraño era la infrarepresentación de antes”, añade otro de los miembros catalanes del actual sotogoverno estatal.

Sánchez, al llegar al Gobierno, no solo retoma la relación en ese punto de reconocimiento entre partidos sino que pone a los socialistas catalanes en una posición privilegiada y les premia su fidelidad. “Sabía que necesitaba a Cataluña para ganar las elecciones, ayudó a los únicos que marcaron perfil absteniéndose en la investidura de Rajoy en 2016 [el PSOE votó sí]. Iceta es sanchista desde el primer momento”, recuerda un exalto cargo de la Generalitat. El que fuera presidente de la bancada socialista en el Parlament y primer secretario del PSC es quien le hablaba al oído entonces a Sánchez sobre el tema catalán, pero no solo.

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Tras la moción de censura, Iceta se esmera en que la presencia del PSC en el nuevo Gobierno no se limite solo a caras muy visibles sino que trabaja para extender su presencia en los cargos de segunda y tercera filas más allá de los asesores que implica el aterrizaje de un ministro catalán. De los tiempos de Zapatero se rescatan técnicos como Manel Villalante o Pancho Táboas pero, por ejemplo, Pilar Díaz aterriza en la secretaria de Estado de Servicios Sociales (no revalida el cargo posteriormente) o Raul Blanco en la secretaría general de Industria (ahora preside Renfe).

La pandemia también tuvo sus efectos en la relación entre PSOE y PSC. Illa, exalcalde de La Roca del Vallès y que también fue el jefe de gabinete de Collboni en Barcelona hasta 2016, llegó a la cartera de Sanidad en una reorganización del Gobierno pero jamás se imaginó que ni llegaría una pandemia mundial ni que su gestión le llevara a acercarse de una manera tan íntima con Sánchez. “Un amigo de la mili es un amigo de toda la vida”, comenta un exlíder del PSC barcelonés. La imagen más gráfica de ese cambio de polaridad es el envío a Iceta al Ministerio de Cultura (dejando el de Política Territorial) y que eso coincidiera también con el relevo en la secretaría general del PSC. Illa ha ahondado en el plan de expansión de poder del socialismo catalán iniciado por Iceta, pero dando su toque. “Iceta se aseguró una buena presencia de cargos pero no con visión de poder económico. Eso es un rasgo más de Illa, como buen secretario de organización que fue”, comenta una exdiputada socialista.

El plan del PSC para Cataluña pasa por cumplir expectativas en dos temas de infraestructuras clave: el aeropuerto de El Prat y Rodalies. Tener a gente de su órbita en la dirección de esas carteras está en la base de su hoja de ruta, pero todo puede saltar por los aires si no hay un Gobierno socialista tras el 23-J. Si Sánchez no repite, el proceso de búsqueda de un sucesor abrirá un gran debate en el que Illa podría tener números gracias a la buena imagen que dejó su gestión de la pandemia. Rodríguez Teruel cree que será “la prueba del algodón sobre el reconocimiento al PSC”. Ni Serra, ni Josep Borrell, ni Carme Chacón la pasaron cuando quisieron liderar al PSOE y, ahí sí, se vio al PSC como algo intruso.

Rodríguez Teruel recuerda pese a que Josep Borrell llegó a ser Secretario de Estado de Hacienda de entre 1991 y 1984 o David Vegara estuvo en la de Economía, “nunca ha habido actores del PSC en puestos clave de política económica”, a parte del tema industrial. Ese sería, por ahora, el hándicap de la estrategia que pretende cimentar más el poder de los socialistas en Madrid y que sería homologable a la que en su día tuvo el PSOE andaluz. El otro inconveniente, añade, es la falta no solo de personas de la órbita del PSC sino de nacidos en Cataluña dentro de los aspirantes a la oposición anual en el Cuerpo de Técnicos del Estado. En 2019, representaron el 1,3 del total y 2019 no llegaron ni al 9%.

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