Un día en una oficina de Correos: “Siempre voto así, es el mejor sistema”
Más de 2,6 millones de personas han solicitado el sufragio por correspondencia y la compañía pública ha contratado a más de 20.000 personas de refuerzo para afrontar una demanda inédita
Jesús Ángel Acín entra sobre la una de la tarde del jueves en la oficina de Correos situada junto a la madrileña plaza de Cibeles. Este hombre de 66 años ha venido con sus dos perros a recoger la documentación del voto por correo. En la ventanilla muestra su DNI, recibe el sobre, se sienta en una de las sillas de espera, escoge la papeleta para el Congreso y marca en el papel salmón a sus representantes en el Senado. Se levanta, vuelve a la ventanilla. “Ya ha votado”, le dice un trabajador al otro lado de uno de los 20 mostradores que hay en esta gran oficina situada en el paseo del Prado. Ha tardado unos 20 minutos en culminar el proceso.
“Yo siempre voto por correo”, asegura Acín, “porque es más cómodo y es el mejor sistema. Así no tengo que estar supeditado a las fechas”. El plazo para depositar el voto por este sistema es hasta el jueves 20, pero Acín prefiere ser previsor y hacerlo cuanto antes. Él es uno de los más de 2,6 millones de ciudadanos que han solicitado esta modalidad de voto para las elecciones del día 23. Esta cifra inédita en la historia de la democracia en España ha supuesto que Correos tome medidas extraordinarias para gestionar la alta demanda. Para reforzar la plantilla, se ha contratado a más de 20.000 personas más en todo el país (de ellas, más de 2.000 solo para la Comunidad de Madrid), y se han ampliado horarios en las oficinas hasta la fecha límite para emitir el voto. Por ejemplo, la situada en el paseo del Prado en la que ha votado Acín cerró el jueves a las diez de la noche.
Lejos de interminables colas y espacios saturados, en ningún momento del jueves la oficina de Cibeles ha operado sin la fluidez habitual, a pesar de que era el último día para solicitar el voto por correo. Sin embargo, hay quien sí nota ligeros cambios en su día a día. Loli, la limpiadora que lleva en esta oficina más de 30 años, observa que antes sacaba solo una bolsa de basura, y en los últimos días se han multiplicado por cuatro. “Es que están todas llenas de las papeletas que desecha la gente”, dice. A lo largo de la jornada, se han ido acercando personas acompañadas de sus hijos, amigos, parejas, o trabajadores que encontraban un hueco en su jornada laboral para acercarse a recoger las papeletas. Ya han alcanzado 550 trámites relacionados con el sufragio, casi el doble de los realizados para los envíos y las recogidas habituales de paquetes.
“Hola, ¿viene por el voto?”, preguntan algunos funcionarios de la compañía pública que están fuera de los mostradores a cada persona que entra en el establecimiento. Ellos se dedican a asesorar y a agilizar el proceso del voto. En esta oficina, los empleados están tranquilos. Una trabajadora, que prefiere no dar su nombre, comenta que el voto por correo es muy seguro, incluso ella misma ha usado esta modalidad, y prefiere aislarse de las polémicas que hay en el exterior. Otro trabajador comenta que el proceso seguido este año es el mismo de siempre, y recuerda que no es Correos quien lo establece, sino el Instituto Nacional de Estadística (INE), y que ellos cumplen sus órdenes. “La gente está muy nerviosa, pero aquí todo lo tenemos organizado”, asegura Erica Jara, la directora de la oficina.
Pero aun así, la polémica se ha acrecentado en los últimos días. Las palabras del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en las que pedía a los trabajadores de Correos que hicieran llegar las papeletas a pesar de sus jefes, han sembrado algunas dudas. A su vez el responsable del Sector Postal de CC OO, Regino Martín, aseguró esta semana que “el presidente de Correos no está facilitando el voto”, unas declaraciones que ha desautorizado el secretario general del sindicato, Unai Sordo.
La Junta Electoral Central (JEC) denegó el jueves la petición del PP solicitando medidas “para garantizar el ejercicio del derecho al voto por correspondencia, incluida la ampliación de los plazos establecidos para el voto por correo”. En el escrito de respuesta, la JEC argumenta que en virtud de los informes de la Oficina del Censo Electoral y de Correos, “en los que se ponen de manifiesto las medidas que están adoptando ambos organismos para facilitar el ejercicio del voto por correo y los problemas que podría suscitar la modificación de los plazos establecidos para la solicitud y entrega del voto por correo, no procede adoptar en este momento ninguna otra medida adicional”.
Los ciudadanos no son ajenos a estas disputas. Ignacio Martínez, que se ha acercado este mediodía hasta la oficina de Correos de Cibeles con un amigo para solicitar su voto, porque el fin de semana de las elecciones se irá con él de vacaciones, comenta: “A todos nos da un poco de miedo si el voto por correo al final funciona de verdad, siempre te queda la duda. Pero bueno, confiamos en el sistema”. Yolanda Tamarit es otra de esas personas que muestra alguna duda respecto al proceso: “Mientras lo solicitaba me estaba planteando si esto realmente funciona o si es un voto que va a la basura. Crea desconfianza. Hubiera preferido que convocaran elecciones en un periodo normal en el que pudiera haber estado aquí”.
Los trabajadores de Correos niegan cualquier insinuación de este tipo. José Luis Alonso Nistal, director adjunto de operaciones de Correos, asegura que España tiene “uno de los mejores servicios del mundo”, y prefiere no avivar la polémica. “Tenemos que abstraernos de declaraciones y centrarnos en hacer llegar las papeletas electorales a los ciudadanos para que puedan votar. Tenemos un sistema absolutamente garantista. Está desarrollado por más de 45.000 trabajadores de Correos, excelentes profesionales, conscientes de la importancia en su labor para garantizar el voto. Quiero destacar que un 30% de las personas que ya tenían concedidas sus vacaciones han cambiado voluntariamente sus fechas para garantizar el proceso”, añade.
Alonso describe el proceso de seguridad que recorre un voto por correo desde que se emite hasta que se abre el día de las elecciones. Cuando el elector emite su voto en una oficina de Correos, los sobres se introducen en bandejas precintadas. El proceso de clasificación y preparación de envíos de los sobres con votos se hace en sitios separados del resto de la correspondencia para que no haya riesgo de mezcla con otros envíos. Una vez los votos llegan a las unidades de distribución, desde donde tienen que ser enviados a las mesas electorales el día de los comicios, se custodian en cajas fuertes, armarios de seguridad y habitaciones bajo llave.
Pero la polémica no arrecia en algunas cuestiones. La fecha de las elecciones, en plenas vacaciones de verano, es lo que ha disparado las solicitudes del voto por correo. En algunos casos, las papeletas no han llegado a tiempo antes de que la gente deba irse de viaje. Preguntados por este dato, en Correos afirman que no lo tienen contabilizado. Pero aseguran que existe la posibilidad de que se envíen las papeletas a una dirección distinta de la indicada en la solicitud inicial.
Celestino Martínez, un abogado de 27 años, considera que el voto le ha llegado tarde, ya que lo pidió el 22 de junio y no ha sido hasta este jueves cuando lo ha podido recoger. Retira las papeletas y escoge la que más le convence con rapidez porque tiene que volver a su trabajo. “Yo confío en el sistema, porque si no podemos confiar en la democracia, ¿en qué si no?”, dice, mientras sella el sobre con el que emitirá su voto.
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