Feijóo no suelta amarras con Vox
El líder del PP deja en el aire la incógnita de si meterá a Abascal en su Gobierno y califica de “constitucionalista” a la extrema derecha
Alberto Núñez Feijóo tenía una oportunidad en el cara a cara para soltar amarras con Vox y desvincularse todo lo posible de un partido que lastra sus expectativas de lograr una mayoría muy amplia en las elecciones. Pero no quiso hacerlo. El líder del PP evitó romper con los ultras y dejó en el aire la incógnita de si meterá a Santiago Abascal en su Consejo de Ministros. “Si consigo los votos necesarios, por supuesto que no va a ser miembro de mi Gobierno”, dijo sobre el líder de Vox, pero bajo ese condicional de que no lo hará su vicepresidente si logra una mayoría muy amplia o absoluta, algo que hoy por hoy no prevé ninguna encuesta. Feijóo optó por no prometer que gobernará en todo caso sin la formación de extrema derecha, a la que llamó, conscientemente, partido “constitucionalista”.
El punto débil con el que llegaba Feijóo al debate era Vox, que ha conseguido lastrar su precampaña forzando acuerdos de gobierno conjuntos en varias autonomías. El equipo del líder del PP decía afrontar, sin embargo, con mucha tranquilidad este asunto, porque, en su opinión, los acuerdos de Sánchez con Bildu y ERC para algunas leyes sociales durante esta legislatura neutralizan que el PP pacte con la extrema derecha. Feijóo contraatacó todo lo que pudo a Sánchez con esas alianzas: “De pactos usted no puede dar ninguna lección”, le dijo al presidente del Gobierno, al que sacó a relucir que esta semana se cumple el aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA para afearle sus acuerdos con la coalición abertzale. Pero el presidente socialista llegó a desquiciarle con Vox. Se percibió en la queja que Feijóo repitió varias veces, cuando Sánchez no le dejaba de apretar: “¿Quiere usted debatir con el señor Abascal? ¡Debata con Abascal! ¡Yo soy del PP!”.
La realidad es que Feijóo no quiso despejar la duda de si gobernará con Abascal si no tiene más remedio porque la aritmética le obliga. “Quiero ser presidente, pero no de cualquier forma”, dijo antes de pedir “una mayoría fuerte sin necesidad de contar con los extremos”, que “saben bloquear, pero no avanzar”. Pero añadió que, si gana, hablará con el PSOE para pedirle que se abstenga, sin rehuir el escenario menos optimista: reconoció que si los socialistas no quieren, hablará también con Vox. Feijóo trató varias veces, sin éxito, de forzar a Sánchez a que firme con él un acuerdo para que ambos se comprometan a dejar gobernar a la lista más votada, pese a que en Extremadura el PP ha pactado con Vox, aunque fue el PSOE el partido que ganó las elecciones del pasado 28 de mayo. Él sí comprometió su palabra a que si pierde dejará gobernar a Sánchez.
Cuando el líder socialista le percutió acusándole de que sus pactos autonómicos con Vox ponen en riesgo la lucha contra la violencia machista o los derechos LGTBI, Feijóo se defendió con la ley del solo sí es sí y los “violadores excarcelados” por culpa de los errores de esta norma. Y dijo que tiene “todo el respeto” por las banderas arcoíris, “pero también por la bandera de España”, que falta, aseguró, en algunos ayuntamientos.
A Feijóo se le vio mucho más suelto en el bloque económico. Pese a que el balance de gestión no es malo para Sánchez, el líder del PP acusó con eficacia al presidente de los problemas para las familias derivados de la elevada inflación, de la subida de las hipotecas y le cuestionó por el exceso de deuda.
Le bastaba, afirmaban en el PP, con no cometer errores para ganar. La ventaja en las encuestas ―aunque estrechándose, según el último sondeo de 40dB. para EL PAÍS― permitía a Feijóo llegar al debate con menos presión que Sánchez, obligado a remontar. El líder de PP consiguió salir sin patinazos y colocó varios mensajes a su favor. Pero decidió no desvincular su futuro de Vox, por lo que pueda pasar.
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