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Feijóo ataca con dureza a Sánchez en un debate tenso y bronco por momentos

Los candidatos del PSOE y el PP se acusan de mentir desde el inicio del cara a cara

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, antes del debate en Atresmedia del lunes.Foto: JAIME VILLANUEVA | Vídeo: EPV / ATRESMEDIA
Xosé Hermida

Habían pasado solo unos minutos desde el comienzo del tan esperado cara a cara, y Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo ya se habían acusado mutuamente de mentir. No había transcurrido mucho más que el arranque, y el candidato del PP ya había tildado de cínico al presidente, y este a su antagonista de comprar diputados. El tono quedó marcado para toda la noche, durante los 100 minutos restantes del debate ante los micrófonos de Atresmedia, tan tenso y crispado en algunos momentos que hasta las interrupciones entre los contendientes hacían inaudible la discusión.

El duelo ilustró perfectamente los tiempos de polarización política. Feijóo, en contra de lo que se vaticinaba, salió directamente al ataque desde el primer minuto. Y en su acometida consiguió que Sánchez se pasara buena parte de la noche repeliendo la ofensiva. Entre continuas acusaciones de mentir y exhortaciones a “déjeme hablar”, los moderadores, los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor, llamaron al orden en algunos momentos a los dos candidatos.

Al acabar la noche, no se había dejado de abordar ni uno solo de los asuntos que la derecha ha arrojado con más fiereza contra Sánchez, del “que te vote Txapote” al uso del Falcon —esto último no solo por el actual presidente, también por José María Aznar—, o el espionaje al teléfono del jefe del Ejecutivo. Y como era de esperar, los reproches sobre los pactos se apoderaron de buena parte del tiempo de confrontación. Feijóo echó balones fuera sobre los acuerdos con Vox e insistió, como viene haciendo durante toda la campaña, en que su propósito es formar un Gobierno en solitario y “moderado”.

El duelo se convirtió durante casi su totalidad en un examen al actual Gobierno, sin el menor debate sobre propuestas de futuro. Feijóo llegó a exhibir varias veces un papel para ofrecer a Sánchez la firma de un pacto por el que se comprometería a respetar la lista más votada tras el 23-J.

El PP había alentado el vaticinio de que su candidato saldría con una actitud conservadora, y desde la calle Génova se propagaba horas antes la idea de que si la cita se saldaba en algo parecido a unas tablas, considerarían la prueba superada. Llegado el momento, la puesta en escena de Feijóo resultó exactamente la contraria. El candidato popular sacó su perfil más agresivo, que recordó al que ya hace muchos años había exhibido como opositor en Galicia. El primer sorprendido pareció el propio Sánchez, que de alguna manera también desmintió las expectativas y compareció dando la impresión de que pretendía suavizar su perfil.

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Sánchez y Feijóo,durante el debate.
Sánchez y Feijóo,durante el debate. Atresmedia

El debate se abrió con un bloque económico y ahí Feijóo logró dos cosas: poner al presidente a la defensiva y que no se dedicara ni un segundo a examinar las alternativas que plantea el PP. Feijóo, lanzado desde el principio, esgrimió una batería de datos, algunos ciertos y otros descontextualizados o imprecisos. La acometida de Feijóo forzó a Sánchez a dedicarse a replicar golpes. En algunos casos, esgrimiendo datos de la gestión del candidato del PP en Galicia. Las acusaciones de mentir con las cifras acabaron tapando todo lo demás.

El líder popular se dedicó a descalificar la política del Gobierno, aunque sin vender ninguna alternativa. Sánchez se esforzó en defender su balance, desde la notable mejoría del paro al control de los precios. Feijóo lo negaba todo e insistió mucho en criticar el aumento del déficit y la deuda, mientras que Sánchez defendía que ha hecho una “política fiscal responsable”, avalada por los organismos internacionales.

La política social fue el siguiente tema. Y lo abrió Ana Pastor con una pregunta comprometida para Feijóo: le pidió que valorase la ausencia de Vox en un minuto de silencio por una asesinada por violencia machista. El candidato del PP cambió inmediatamente el tercio y, sin responder a lo que le pedían, pasó al ataque con las consecuencias de la ley del solo sí es sí. Por momentos aquello derivó en dos monólogos. Feijóo vaticinaba que Sánchez “pasará a la historia” como el hombre que propició la rebaja de penas a más de un millar de agresores sexuales. Y el presidente retrucaba reprochándole que haya pactado con dirigentes políticos que niegan la violencia machista o mandan retirar la bandera LGTBI. El bloque, titulado de política social, ya no pasó de ahí.

Cuando, mediada la noche, los presentadores anunciaron que se iba a hablar de pactos, la sensación fue extraña: los dos líderes ya llevaban un buen rato tirándose los pactos a la cabeza, a pesar de que aún no tocaba. Se anunciaba como el asunto que iba a levantar más chispas en toda la noche y los dos parecían tener prisa por llegar.

El candidato socialista se lanzó desde el principio. Recordó que su partido nunca ha apoyado a cargos públicos de EH Bildu y lo comparó con los 140 pactos municipales del PP con Vox. Ahí salió con todo, desde las censuras en municipios a obras de arte hasta las estrafalarias declaraciones de algunos miembros de Vox aupados por los populares. En tono entre dramático y sarcástico previno a la audiencia sobre “el tenebroso túnel del tiempo” que supondría un Gobierno de Feijóo con Abascal.

El candidato del PP fue interpelado sobre si haría vicepresidente al líder de Vox y de nuevo se fue por la tangente: dijo que no lo nombrará si no tiene los votos necesarios y se quedó ahí. Para ese momento, Feijóo tenía preparado un golpe de efecto. Fue cuando exhibió un papel y anunció: “Yo le apoyaré a usted si gana las elecciones. Comprométase y firme aquí que usted hará lo mismo si gano yo”. El líder del PP repitió la invitación constantemente hasta el final. Sánchez se defendió aludiendo a lo ocurrido en Extremadura, donde el PP ha pactado con Vox contra el ganador de las elecciones, el PSOE.

El gesto sirvió a Feijóo para esquivar todo lo que pudo los pactos con Vox. Solo en un momento llegó a decir que negociaría su apoyo junto a los de otros partidos en caso de que los socialistas se lo negasen. Hasta dejó caer que espera que Sánchez ya no esté entonces para negociar con otros dirigentes socialistas. La clara intención del líder popular era colocar en las espaldas del PSOE la responsabilidad de una hipotética entrada de Vox en el Gobierno.

Mientras esquivaba totalmente la cuestión de sus acuerdos suscritos con la extrema derecha, Feijóo se presentaba como un hombre dispuesto a dialogar con todo el mundo, a gobernar con moderación y a “unir a los españoles” tras la división que, según él, ha provocado el “sanchismo”, una de las palabras, por supuesto, más repetidas de la noche. En ese momento, Sánchez también tiró de ironía: “¿Y con qué lo piensa pegar? ¿Con pegamento supervox?”.

En otro de los escasos guiños a la extrema derecha, Feijóo calificó a Vox de partido “constitucionalista”, consideración que, sin embargo, puso en duda en el caso del PSOE. Sánchez se agarró a eso para pasar al contraataque. Distinguió entre partidos constitucionales, que respetan el sistema y que, según él, son todos, lo que implícitamente incluía a sus socios independentistas, y los constitucionalistas, que defienden los valores de la Ley Fundamental. El presidente explicó que su equipo ha contabilizado 25 medidas del programa de Vox contrarias a la Constitución.

Cuando el debate ya entraba en su recta final y la catarata de reproches iba en aumento, salió inevitablemente ETA. Feijóo esgrimió como pretexto que este lunes se cumplían 26 años del asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. Y cargó, como era de esperar, contra los pactos con EH Bildu. Sánchez se revolvió esgrimiendo las críticas de la presidenta de uno de los colectivos de víctimas, Consuelo Ordóñez, a miembros del PP por usar el lema “que te vote Txapote”. Y exigió a Feijóo que lo retirase. El líder del PP se escabulló de nuevo.

La agresividad no se detuvo hasta el final. Salió el Falcon también, claro está, y ahí el presidente tenía preparado otro dato: afirmó que Aznar compró tres y él ninguno. Las interrupciones eran cada vez más frecuentes y las acusaciones de mentir tan continuas que en ocasiones resultaba difícil seguir el hilo de la discusión. Cataluña ocupó menos tiempo del que le ha dedicado la política española esta legislatura, y ambos repitieron las posturas y las reconvenciones mutuas conocidas. También se habló de Marruecos, y ahí Feijóo volvió a esgrimir su perfil más agresivo, al dejar caer que el país magrebí pudo espiar el teléfono del presidente. Ese fue el tono hasta la conclusión. De los proyectos para los próximos cuatro años, ni una palabra.

Sánchez y Feijóo, en el plató de Atresmedia.
Sánchez y Feijóo, en el plató de Atresmedia.Jaime Villanueva

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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