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ERC convierte su revés electoral en una oportunidad para condicionar el Parlament

Los votos de los republicanos son clave no solo en la investidura, sino también en la conformación de la Mesa de la Cámara

Camilo S. Baquero
El 'president' en funciones, Pere Aragonès (izq.), y el presidente de ERC, Oriol Junqueras, ayer sábado en un acto en Vic (Barcelona).
El 'president' en funciones, Pere Aragonès (izq.), y el presidente de ERC, Oriol Junqueras, ayer sábado en un acto en Vic (Barcelona).Siu Wu (EFE)

Hasta alguna sonrisa se esboza ahora en el cuartel general de Esquerra Republicana de Cataluña tras la negra noche electoral del 12-M y después del primer asalto de un choque interno entre el líder Oriol Junqueras y quienes piden un cambio de caras, como su número dos Marta Rovira o el president en funciones, Pere Aragonès. Los 20 diputados que les dieron las urnas supieron a muy poco ese domingo pero, ya con la cabeza fría y vista la aritmética del Parlament, el consenso es que pueden dar para mucho. En ERC se aprestan a exprimirlos no solo en la investidura, sino también en la designación de los cargos de la Mesa, que se conforma dentro de una semana.

Esquerra no es la única fuerza que mira con ojos diferentes el resultado de las pasadas elecciones catalanas, pero es la que tiene la llave. La euforia del socialista Salvador Illa, ganador en escaños (42) y votos (casi 873.000) se ha ido atemperando con el paso de los días, al darse cuenta de que el camino para llegar al Palau podría no ser tan directo como pensaba. Ese podio tiene una meta volante previa el lunes 10 de junio, día después de las elecciones europeas: las negociaciones para conformar el órgano rector de la Cámara. Ahí, los del PSC podrían tener varios sustos.

La presidencia del legislativo es clave para, por ejemplo, controlar los tiempos y los candidatos al debate de investidura, algo a lo que Carles Puigdemont también aspira pese a que sus opciones pasen por el oxímoron de que el ganador renuncie y que la CUP también ha desinflado. Eso explica la dureza de la reacción de Illa, el pasado miércoles, tras anuncio de la CUP de que trabajaba tanto con Junts como con ERC y los comunes para asegurarse una presidencia de la Mesa “antirepresiva”. “Los partidos”, aseguró el socialista, “que no tengan respeto por lo que manifestaron los ciudadanos en las urnas y que quieran bloquear, estorbar y liar las cosas se equivocan”.

El jefe de filas del PSC, que privilegia llegar a un acuerdo con ERC y los comunes en la investidura, aboga por una “transversalidad” en la Mesa que no concreta. Fue el PP, por boca de Alejandro Fernández, el que expresó el pasado viernes lo que los socialistas desean en privado. “Si miramos lo que votaron los catalanes, al PSC le corresponden tres [puestos en la Mesa]; a Junts le corresponden dos; y a ERC y PP, uno”, aseguró el jefe de filas de los populares en la Cámara. Sus 15 escaños (son la cuarta fuerza) podrían servir como alternativa a ERC pero, eso sí, siempre contando con el apoyo de los comunes.

El independentismo perdió el 12 de mayo la mayoría absoluta que había mantenido durante una década y que le permitía tener control sobre el ejecutivo y el legislativo. Pero sigue sumando 59 escaños, una cifra que en un Parlamento tan dividido podría jugar a su favor para maximizar la representación en la Mesa. No se contabilizan los dos de la xenófoba Aliança Catalana, que los tres partidos aíslan. Esta realidad aritmética no es su única arma de presión. El secretario general de Junts, Jordi Turull, recordó en X lo que puede pasar en el Congreso si se recurre a la vía Collboni. Es decir, emulando lo sucedido en el Ayuntamiento de Barcelona hace un año: que los socialistas recurran a los Comunes y al PP para blindar sus posiciones en detrimento de los de Puigdemont.

La semana pasada ERC dejó claro que quería explorar todas las posibilidades de su nueva realidad. La propia Marta Rovira, que comanda desde Ginebra las negociaciones tanto para el Parlament como para la investidura y se reserva el escenario suizo para algún encuentro, intentó ahuyentar el pasado viernes cualquier duda sobre que estén atados ya a los socialistas. ”No nos da miedo la repetición electoral”, repite en público y en privado. Rovira dejó claro que su partido asume ambas negociaciones por cauces separados. Recogió el guante de la CUP de una Mesa “antirrepresiva”, insistió en que el PSC y Junts han de cambiar de discurso si quieren su apoyo e insistió en que el próximo día 15 se fijarán las bases para la consulta interna sobre el voto de la investidura en un Consell Nacional, el máximo órgano entre congresos.

ERC se dejó 13 diputados en las últimas elecciones y desde la misma noche electoral, Aragonès anunció la voluntad de ir a la oposición. Otra cosa es que un análisis más frío de los resultados les haya terminado de mostrar su papel clave en las mayorías y la gran duda sobre si facilitar un Gobierno de un Illa que ven muy cercano a Junts en cuestiones económicas y sociales. Con todo, el análisis compartido es que allí hay mucho que rascar. La Mesa del Parlament viene además vinculada a asuntos como dónde ubicarse en el hemiciclo y los despachos, el número de asesores, las comisiones que se podrán presidir… Este último aspecto acarrea además pluses salariales que, mediante las aportaciones de los cargos, redundan en unas arcas republicanas aminoradas por la pérdida de poder local y de representación en el Congreso.

Según el reglamento de la Cámara, el líder del legislativo se escoge por votación directa de los diputados: si ningún nombre alcanza la mayoría absoluta en la primera ronda (68), se realiza una segunda donde solo se ponen a consideración los dos nombres que hubieran recibido el mayor número de apoyos y se impone quien más votos reciba. En la votación de las vicepresidencias, quedan escogidos los dos más votados. Igual pasa con las cuatro secretarías. Los 20 diputados de ERC son necesarios tanto en una operación del bloque de izquierdas como del independentista.

La propuesta del PSC y PP de que cada uno se vote a sí mismo en la primera vuelta para respetar así la voluntad de las urnas deja a los socialistas en una posición muy precaria. Y los socialistas y Junts desmienten categóricamente que ya hayan ofrecido la presidencia del Parlament a los negociadores de Rovira (los diputados electos Josep Maria Jové, Marta Vilalta, Juli Fernàndez y Oriol López, vicesecretario del coordinación interna del partido), pero se trata de una oferta obvia dentro de la negociación del beneplácito de ERC.

Para el PSC, una presidencia de Junts entraría en lo que considera el “estorbo y el lío”. Sus posibilidades de someterse al debate de investidura podrían verse retrasadas (sería imposible negarlas) por la decisión de un presidente entregado a hacer que prevalezcan las de Puigdemont tras una rueda de consultas con los partidos. Pero para los republicanos podría ser un tanque de oxígeno para consolidar su oposición, si optara por abstenerse en segunda vuelta para facilitar que Illa gobierne. Un escudo ante las críticas de un puigdemontismo que les acusaría cada día de traidores. Rovira, el pasado viernes en RAC-1, se cuidó muchísimo de dejar claro que “a día de hoy” no hay pacto posible con el PSC. Diversos debates de investidura no son el escenario favorito de Illa, pero es lo que puedan valer 20 votos republicanos.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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