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Las 48 horas al límite en Esquerra Republicana tras el fiasco del 12-M

El anuncio de Junqueras de dimitir como presidente del partido para volver a aspirar al cargo en noviembre tensa el debate interno en ERC mientras Marta Rovira busca amortiguar las consecuencias del choque

Oriol Junqueras, el miércoles en Barcelona.Foto: MARTA PEREZ (EFE) | Vídeo: EPV
Camilo S. Baquero

En solo 48 horas, Oriol Junqueras pasó de defender su continuidad en la presidencia de Esquerra Republicana a aceptar renunciar a ella bajo la advertencia que, si nota el aval popular a su liderazgo, se presentará a un congreso en noviembre para recuperarla. Quedan cinco meses para que se celebre ese cónclave extraordinario y diversas voces consultadas por este diario aceptan que los eventos de estos últimos días se viven con sentimientos encontrados. El factor emocional lo envuelve todo tras los malos resultados del partido, la renuncia —ni que sea temporal— de Junqueras y el adiós definitivo de la secretaria general, Marta Rovira además del que ha sido su coordinador nacional y presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. “No se rompe el partido, pero toda esta situación te hace sentir incómodo”, resume un miembro de la Ejecutiva, refiriéndose a la grieta abierta entre el entorno de Junqueras, que aunque se marche en junio quiere volver, y quienes abogan sin paliativos por renovar caras. La reunión de más de cuatro horas de ese órgano, el pasado miércoles, certificó que hasta su número dos, Marta Rovira, comparte la apuesta renovadora.

Un fiasco electoral como el del 12-M (ERC perdió 13 diputados y fracasó en intentar revalidar la presidencia de la Generalitat) necesitaría una reflexión de fondo. No hay tiempo material para ello. En una semana comienza la campaña electoral para las elecciones europeas y el 10 de junio expira el plazo para que se ponga en marcha el Parlament salido de las urnas. Aunque la decisión oficial es que se irá a la oposición, el partido ha de decidir qué vota en la investidura, elegir entre alinearse con el PSC o Junts tiene sus consecuencias. Sobre todo, porque podría implicar que, ante el bloqueo, se tengan que repetir los comicios.

La coyuntura política se solapa con la vida de partido. El fracaso en lograr la reelección fue replicado por Pere Aragonès con una maniobra poco frecuente: anunció el pasado lunes que dejaba la primera línea de la política, dejando claro, eso sí, que había más responsabilidades “individuales” y “colectivas” pendientes. El también coordinador nacional de la formación había hecho el primer ejercicio real de asunción de responsabilidades en la cúpula tras enlazar tres batacazos electorales. Junqueras no se sintió interpelado por el gesto de Aragonès y, al contrario, optó plasmar, el martes, en una carta abierta la ciudadanía su voluntad de seguir liderando la formación.

El choque entre los entornos de Junqueras y el del Aragonès no era nuevo, pero su intensidad se incrementó a cuenta de cómo se planteó la campaña electoral y su resultado. La autoridad moral de Junqueras sigue pesando en el partido, hay temor de que las críticas públicas sean entendidas como deslealtad. Varias voces destacadas de la formación y miembros de la Ejecutiva coinciden en el diagnóstico sobre esa relación: tiene que ver más con las maneras de hacer de cada uno que con la estrategia de fondo sobre el diálogo con el Gobierno central y el PSOE.

Pero más allá de la génesis emocional de la pugna Junqueras-Aragonès, una imagen tan clara del choque en un momento de debilidad máxima hizo saltar todas las alarmas el miércoles. Todas las miradas se fueron hacia Rovira, que pese a vivir en Suiza para evitar la justicia española sigue pendiente del día a día del partido. La secretaria general usó su turno de intervención en la Ejecutiva para romper su silencio y se alineó con la apuesta por la renovación de caras que defiende Aragonès. Se comprometió a facilitar un relevo tranquilo en la cúpula del partido, donde cree que se necesitan nuevos liderazgos y descartó “por coherencia” intentar revalidar la secretaría general en el congreso de noviembre.

La decisión de Rovira de desmarcarse públicamente del órdago lanzado por Junqueras —que ya conocían de antemano algunos miembros de la Ejecutiva— dejó al exvicepresident en una situación precaria en su apuesta por mantenerse en la presidencia. En los turnos de intervención durante la reunión de ese órgano, que en su versión ampliada acoge a casi medio centenar de personas, se hizo evidente el cierre de filas hacia los postulados de la secretaria general a favor de la renovación de caras. “Quien cuida el huerto es Rovira”, asegura un asistente a la reunión para explicar el porqué de la alineación con sus postulados.

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El órdago de Junqueras planteado en su carta, en la que decía querer seguir, es muy distinto al que sigue tras la Ejecutiva. Pero que Junqueras opte finalmente por dejar la presidencia tras las elecciones europeas del 9 de junio no puede ser leído como una derrota. A la reunión sí se había llegado con la idea compartida de que era necesario celebrar un congreso para reorientar el rumbo, pero había serias diferencias sobre el cuándo, el cómo y, muy especialmente, el quién tenía que estar al frente. El presidente del partido aprovechó para negociar ese proceso al no forzar el congreso —los estatutos le dan esa prerrogativa— sino acordar su convocatoria con la Ejecutiva. Ese órgano podría también obligar si así lo vota una mayoría absoluta de sus miembros.

Fuentes del entorno de Junqueras, sin embargo, descartan que el planteamiento de abandonar por ahora el liderazgo y anunciar el “proceso de escucha” a la militancia responda a su “soledad” en la ejecutiva. Defienden que es una estrategia previamente diseñada para gestionar el desacuerdo. “Era la manera de saltar el cerco de la Ejecutiva”, insisten esas mismas voces que creen que la militancia sí responderá positivamente a su intento de volver a optar por la presidencia. Y aprovechan, además, para señalar el problema real de quienes quieren caras nuevas: “¿Quién se postulará?”, se preguntan sarcásticamente remarcando la falta de una figura alternativa fuerte. De ahí que en el entorno del presidente de ERC se quisiera adelantar lo más posible y explotar así esa debilidad de la organización.

“Yo me quiero someter al aval de la militancia para saber qué es lo que esperan de mí, si es que esperan alguna cosa, puede ser que no esperen nada. También sería válido”, aseguró este jueves el propio Junqueras en la rueda de prensa en la que explicó su decisión. “No tengo prisa para nada, pero no quiero renunciar a nada a la hora de ayudar a mi país”, apostilló, tras asegurar que cree que el proceso de escucha debe ser de “tú a tú”, lejos de cualquier cargo en el partido.

Ya cuando, el año pasado, los resultados de las elecciones generales y municipales fueron negativos, ciertas voces conocidas en ERC se levantaron contra un Junqueras acostumbrado a que nadie le tosiera. Esta vez, el propio Josep-Lluís Carod-Rovira, exlíder de ERC, no esperó a que el debate interno avanzara para directamente apuntar implícitamente a Junqueras. “Quizá ha llegado la hora de que algunos nombres pasen, finalmente, a un segundo plano para no perjudicar más a las instituciones y a los partidos y desarrollen su acción política en ámbitos donde sea más provechosa para el país”, escribió en un artículo de Nació Digital.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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