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ELECCIONES CATALANAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gresca final en el debate de La Sexta

Un debate de dos horas y cuarto en el que los candidatos estaban aburridos de volver a verse y repetían preguntas

Tomàs Delclós
Los participantes en el debate de candidatos a las elecciones catalanas del 14F, emitido por La Sexta.
Los participantes en el debate de candidatos a las elecciones catalanas del 14F, emitido por La Sexta.JOSÉ IRÚN / La Sexta

Tercer, y último, debate electoral en televisión. Esta vez convocado por la Sexta y con los mismos protagonistas, salvo la CUP. La debutante Laia Estrada parecía que lo había hecho toda la vida. Un debate de dos horas y cuarto en el que los candidatos estaban aburridos de volver a verse y repetían preguntas que, muchas, ya habían sido contestadas en anteriores ocasiones y anunciaban novedades ya anunciadas. Por ejemplo, Pere Aragonés preguntándole a Salvador Illa si aceptaría ser presidente con los votos de la extrema derecha (Illa, en TV3, ya le dijo que ni por activa, ni por pasiva, ni por perifrástica). O Alejandro Fernández planteando a Ignacio Garriga por qué se presenta si realmente quiere suprimir la autonomía. Salvador Illa anunció que haría un gobierno paritario como si fuera noticia. Las frases, de un conocido repertorio, resonaban de otros debates.

A la moderadora, Ana Pastor, se le escapó de las manos la primera parte del debate, cacofónico, donde tuvo dificultades para administrar la gresca. Lo demuestra una breve selección de sus interpelaciones: “Sr. Garriga, no grite”, “si me dejan moderar”, “seamos adultos, no se interrumpan”, “podemos evitar un debate que produzca el rechazo de la audiencia”... Laura Borràs llegó a decir que aquello era una “jauría humana”. Àngels Chacón pidió educación. Algo les debían decir a los candidatos en el descanso publicitario porque el debate retomó a las once y media con unos tonos más reposados. De todos modos, el mal ya estaba hecho. “Yo me piro”, escribía un espectador en Twitter. El debate les parecía un Sálvame deluxe donde todo se mezclaba y que solamente podrían entender los iniciados en la problemática catalana. La Sexta lucía un lema no sé si muy oportuno: “periodismo on fire”. Pues, eso.

En la segunda parte, Borràs llegó a manifestar que los técnicos le habían retirado el sonido mientras Carlos Carrizosa le dirigía una pregunta incómoda. Pastor se vio obligada a corregirla diciéndole que nadie había manipulado su micrófono.

El debate empezó con la polémica por la nueva negativa de Illa a hacerse un test de antígenos. Illa recordó que en el debate de TVE ninguna persona se hizo ninguna prueba preventiva y todo el mundo participó con total tranquilidad. Otra clamorosa diferencia con el debate de TVE es que allí los candidatos independentistas se negaron a usar el castellano. El de La Sexta se desarrolló íntegramente en castellano como si nada. Un repentino cambio de conducta. Chacón hizo el minuto de oro en catalán, pero los espectadores escucharon una traducción instantánea en castellano pisándose con el audio original. Fernández, hostil con Vox, volvió a lucirse dialécticamente sin (casi) explicar una palabra del programa del PP.

El decorado presentaba unos garabatos coloristas que recordaban al programa infantil de TV3 Club Super 3. En el capítulo de corbatas, ninguna novedad. Illa y Aragonés repitieron. También hubo verificación de los datos y afirmaciones hechas por los candidatos. La hacían Verificat (que también trabaja para Planta Baixa) y Newtral, una startup audiovisual de la cual Pastor es la única accionista. El fact-checking en directo fue menos intenso que en TV3.


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