El momento Chivite: de una comida en una huerta hasta un segundo mandato en Navarra
Tras una primera legislatura cargada de retos y marcada por la dureza del golpe de la pandemia en la región, Chivite reivindica con su segunda investidura “la pluralidad como una oportunidad y no como un problema”
Una comida en una caseta de huerta en la localidad navarra de Marcilla en 2014 fue el germen de una presidencia con la que entonces casi nadie contaba. Tras varios lustros de colaboración, el primer Gobierno de coalición entre UPN y PSN había acabado de forma abrupta con la expulsión, una noche de junio de 2012, de los consejeros socialistas del gobierno de la regionalista Yolanda Barcina. Esos años de colaboración, unidos a la crisis que se auguraba para el bipartidismo en los siguientes comicios, auguraban tiempos difíciles para los socialistas del PSN. En las citas de esa huerta, María Chivite, Santos Cerdán y Ramón Alzórriz decidieron que iban a dar un giro a la línea del partido; los años de colaboración con UPN, el partido regionalista de derechas hegemónico en Navarra, iban a acabar. Y María Chivite iba a ser la encargada de pilotar ese giro.
Chivite fue elegida en octubre de aquel año candidata del PSN en unas primarias en las que se impuso con un 58% a la otra candidata, Amanda Acedo. Mientras tanto, Santos Cerdán había sido uno de los fieles que acompañó a Pedro Sánchez en la gira para recuperar el liderazgo del PSOE tras el traumático Comité Federal del 1 de octubre de 2016. Y es la otra pieza clave en ese giro, la persona que convence al aparato del PSOE en la sede de la madrileña calle de Ferraz de que facilitar el gobierno a la derecha navarra lleva al partido a la insignificancia. “Sabíamos que las elecciones navarras de 2015 nos iban a salir mal, no eran las nuestras”, suele repetir Cerdán cuando recuerda esos primeros pasos.
Entonces fue Uxue Barkos (Geroa Bai) quien se convirtió en presidenta tras décadas de gobiernos de UPN. La mayoría absoluta que sumaban entonces la formación de Barkos, EH Bildu, Podemos e IE cayó en mayo de 2019 de 26 a 19 escaños. Y entonces fue el momento de Chivite. En esas elecciones el PSN pasó de 7 a 11 escaños y se convirtió en segunda fuerza y principal alternativa a la coalición de derechas Navarra Suma (UPN, PP y Ciudadanos). La socialista se sentó con Geroa Bai, Podemos e IE y acordó un programa de gobierno que llevó a una investidura que necesitaba la abstención de, al menos, cinco parlamentarios. EH Bildu, con quien Chivite no se sentó entonces, decidió facilitarle el camino y con ellos ha pactado los cuatro presupuestos de su primer mandato.
“Debemos mirar la pluralidad como una oportunidad y no como un problema”, ha dicho en su segunda investidura pocas semanas después de cumplir 45 años. En su primer mandato no imaginaba que le iba a tocar gestionar una pandemia en la que Navarra abrió informativos por su elevado número de positivos por covid-19. Ella insistió entonces en que la comunidad era la que más pruebas ejecutaba. “Y si buscas, encuentras”. Al poco de estrenar aquel mandato murió su padre, Jesús, de forma repentina.
En la segunda investidura materializada este martes, la primera felicitación ha sido la de Ramón Alzórriz, hoy portavoz parlamentario y escudero político. Y el beso de su pareja, Miguel, que no se ha movido de la tribuna de invitados en los dos días de sesión. El jueves, tomará posesión por segunda vez y no podrá estar Santos Cerdán, diputado por Navarra y secretario de Organización del PSOE. Su misión es seguir buscando apoyos para otra investidura, la de Pedro Sánchez.
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