El PP arranca la campaña andaluza rehuyendo el frente común con Vox que agita Ayuso
La presidenta madrileña hace aflorar las contradicciones de los populares con la extrema derecha al fundir a PP y Vox en un mismo bloque y distorsionar el discurso de Moreno Bonilla
La principal pelea con la que arranca la campaña andaluza Juan Manuel Moreno Bonilla es contra las expectativas. Lo sabe bien el presidente de Andalucía y candidato popular a la reelección, que tiene muy presente lo que le ocurrió hace solo cuatro meses a su colega de partido Alfonso Fernández Mañueco. El presidente de Castilla y León también comenzó la campaña, igual que él, con encuestas en las que rozaba la mayoría absoluta y, sin embargo, su victoria en las urnas se interpretó como un fracaso porque no cumplió con las previsiones y acabó alumbrando el primer Gobierno autonómico con Vox. Tal es el temor del PP andaluz a que las expectativas les jueguen en contra, desmovilizando a los suyos, que en el partido reconocen que no están publicitando los datos de sus encuestas privadas porque los números son demasiado buenos. No interesa. Moreno Bonilla ha estudiado los errores de la campaña de Mañueco y tratará de evitarlos, pero la realidad es tozuda y ya se ha manifestado el primer paralelismo con nombre propio: Isabel Díaz Ayuso.
La presidenta de la Comunidad de Madrid y principal ariete de la derecha española más dura ha sido relegada a un segundo plano en la campaña andaluza, a diferencia de su papel protagonista en la de Castilla y León, precisamente porque su discurso distorsiona la estrategia moderada de Moreno Bonilla. Andalucía es una comunidad sociológicamente de centroizquierda, todo lo contrario a Castilla y León, feudo histórico conservador, y el candidato popular sabe que tiene que separarse todo lo que pueda de Vox.
Pero, a pesar de ese papel secundario, en su primera y única incursión, Ayuso lanzó un misil directo a la línea de flotación de la estrategia del PP andaluz. El martes, en Jerez, la presidenta madrileña defendió un frente común del PP y Vox para sacar a Pedro Sánchez de La Moncloa, uniendo así los destinos y los potenciales pactos de ambos partidos. “Vox y PP tienen mucho que hacer y mirar para delante sin preocuparnos de otra cosa que de sacar al sanchismo de las instituciones”, dijo Ayuso, y al hacerlo hizo aflorar de un plumazo todas las contradicciones del PP con el partido ultra. Porque aunque Moreno Bonilla parte con muy buenas encuestas, en ninguna consigue por sí solo mayoría absoluta y necesita a Vox. El fantasma de la extrema derecha sigue siendo el principal dolor de cabeza del PP.
Moreno Bonilla tuvo que salir al paso este miércoles de las declaraciones de Ayuso e insistió en que él aspira a lograr una mayoría “suficiente y serena, para gobernar en solitario”. Las palabras de la presidenta motivaron una conversación entre ambos en la que la líder madrileña dio explicaciones al presidente andaluz, según fuentes conocedoras de la misma. Las dos partes se esforzaron en restar importancia al resbalón y en insistir en que su relación es fluida, aunque en el PP andaluz reconocen que “cuantos más actores en escena, más riesgo de cometer errores”, y por eso ni Ayuso ni ningún otro barón volverá a ser invitado en la campaña de Moreno Bonilla. Se terminaron las incursiones externas.
En el PP de Castilla y León identifican el paralelismo. “Es lo mismo que ocurrió aquí, Ayuso te distorsiona el mensaje”, señala un dirigente del PP castellanoleonés que estuvo en la cocina de la campaña de Mañueco. “Ella está alimentando su propia campaña electoral, porque se examina el año que viene y porque mucho votante de Vox en Madrid la vota a ella. Ayuso juega a ser la cabeza y la líder de Vox; por eso habla de frente común, porque ese frente lo lidera ella”. En el equipo de Mañueco detectaron una caída en intención de voto justo después de que la presidenta madrileña dijera en la campaña aquello de “Prefiero pactar con el partido de Ortega Lara (Vox) que con quienes lo secuestraron”. “Hemos discutido mucho sobre si fue por eso o no, pero en los trackings diarios, casualidad o no, después de aquel mensaje bajamos un punto y medio”, recuerda ese dirigente. En el PP son conscientes de que Ayuso va por libre: “La llevan a la campaña andaluza de tapadillo, pero ella no asume su rol y dice lo que dice”.
Moreno Bonilla tampoco quiere incursiones externas porque no le interesa que la campaña gire en torno al debate nacional. En Castilla y León, a Mañueco sí le interesaba nacionalizar la campaña y que la pregunta fuera un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Entonces, los populares afrontaban las elecciones en esa comunidad en una situación similar a la del PSOE ahora en Andalucía, arrastrando el desgaste de llevar varias décadas gobernando ininterrumpidamente. Por eso, para el PP era preferible hablar de Sánchez y del chuletón ―la polémica por el consumo de carne marcó toda la campaña por el empeño del PP― que de la gestión de Mañueco. En cambio, en Andalucía, una comunidad sociológicamente de izquierdas, el PP quiere meter en el cuadrilátero a Moreno Bonilla contra Juan Espadas, no contra Pedro Sánchez, porque el presidente socialista tiene más apoyo en ese territorio. Quien desde luego ya no volverá a ser invitada a participar en el combate será Ayuso.
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