Gan Pampols, un vicepresidente desubicado, sin plazos ni presupuesto para la reconstrucción tras la dana
Mazón deja al teniente general retirado sin competencias específicas después de haber ligado su futuro al del triunfo de la recuperación
El experimento de endosar la reconstrucción tangible e intangible de los pueblos valencianos arrasados por la dana a un militar retirado madura a un ritmo mucho menor del que precisan los afectados. La designación de Francisco Gan Pampols como vicepresidente de la Generalitat Valenciana va a cumplir 20 días y su cartera sigue sin tener una estructura clara. En este tiempo apenas ha visitado seis de los municipios arrasados y ni él mismo se ha puesto plazo para la elaboración del denominado plan marco para la reconstrucción económica y social. Tampoco se le ha asignado presupuesto y la concesión de este se ve cada vez más lejana. Ha expuesto ideas imposibles y pretende que solo se le escrute sobre lo que él considere. Pampols se ha encontrado con varios topes: “Esto es la administración”, señalan fuentes de la propia Generalitat para definirlos. A la idea del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, de encomendarle la recuperación a un teniente general retirado, con el aplauso de su jefe de partido, Alberto Núñez Feijóo, presenta, de momento, más debilidades que fortalezas.
Gan Pampols llegó a Valencia con un extenso currículo y experiencia, en lo suyo. “El aparato administrativo no es como el militar”, indican las mismas fuentes para reflejar que las prácticas desplegadas en las misiones de Bosnia, Kosovo o Afganistán poco tienen que ver con las medidas que necesitan Paiporta, Catarroja, Aldaia, Picanya o Sedaví. El militar aceptó un reto que podría haber rechazado con la misma discreción que Carlos Mazón se lo ofreció, aprovechando la buena imagen del Ejército. El vicepresidente sabe que su tarea tiene fecha de caducidad: “Cuando esto esté normalizado, haré una rueda de prensa y me despediré”, dijo en su presentación ante los medios de comunicación. Pero incluso podría adelantarse a ese momento de normalidad porque Pampols puso como condición no tener que aceptar directrices políticas. Nada más lejos. “El vicepresidente se encargará de los asuntos que el president de la Generalitat le encomiende”, indica el decreto de reorganización de la Generalitat.
El hecho de que Mazón haya ligado su continuidad al éxito de la reconstrucción dificulta aún más que las instrucciones de quien gobierna y quiere mantener su puesto estén encaminadas a otro objetivo que no sea el perpetuarse. Pese a ello, el dirigente del PP habrá de ser todo lo sutil que la situación le permita porque una salida airada del militar solo podría aumentar las cruces que el partido ya ha puesto al lado de su nombre: “No caben más errores”, dijo Feijóo.
El hecho es que tampoco parece que el presidente de la Generalitat haya volcado toda su voluntad en el triunfo de su vicepresidente que, bajo la pomposa cartera de vicepresidencia segunda y Conselleria para la Recuperación Económica y Social de la Comunitat Valenciana, tendrá a su mando algunos cargos de libre designación y funcionarios cedidos por otros servicios. De momento, Gan Pampols ha nombrado a otro militar, el general de brigada Venancio Aguado, para ocupar una de las dos secretarías autonómicas. Otra persona con pasado militar y de afiliación al PP, Vicente Ferrer, será su jefe de gabinete. Ferrer se recuerda como un destacado zaplanista y por su condena, cuando era diputado, a ocho meses sin permiso por conducir ebrio. “Busco rodearme de los mejores”, dijo el vicepresidente para justificar el requisito de tener libertad para nombrar a su equipo. Además, serán otros departamentos los que vayan cediendo personal a la nueva vicepresidencia, con un mínimo de 50 funcionarios, según fuentes de la vicepresidencia.
Francisco Gan Pampols se ha fijado, entre otros, dos propósitos: la redacción de un plan marco de reconstrucción económica y social de las zonas afectadas y la redacción de otro plan marco de “medidas de prevención, protección y respuesta ante crisis derivadas de fenómenos meteorológicos de potencial destructivo”. Pero no ha determinado los plazos: “Los tiempos no los puedo decir, es imposible”, afirmó. Su laxitud choca con la de alcaldes y víctimas de la dana que, 40 días después de la riada, creen que no se puede perder ni un minuto más. Él argumenta que una cosa es la emergencia, con la recuperación de las condiciones básicas de vida, y otra la reconstrucción que permita volver al tiempo anterior al paso de la dana.
Tampoco ha podido hablar de presupuestos: “Si no sé lo que tengo que hacer, aún no sé cuánto costará”, adujo. En cualquier caso, fuentes del Gobierno valenciano han indicado que, posiblemente, la vicepresidencia apenas cuente con presupuesto, sino que los recursos se quedarán en las consejerías y serán estas las que tramiten y ejecuten las obras, programas o proyectos.
En estos casi 20 días de mandato, el teniente general retirado apenas ha tenido agenda pública. Al día siguiente de ser nombrado, designó a su segundo y “desapareció” durante prácticamente una semana. Reapareció el día 28 en la sesión de control al Gobierno de las Cortes valencianas, sentado entre la vicepresidenta primera y portavoz, Susana Camarero, y la consejera de Hacienda, Ruth Merino, con la que comparte una subsecretaría. No aplaudió ni una sola vez. Atrincherado en el escaño, siguió el debate y el rifirrafe, tomando notas o con los brazos cruzados. Solo mudó su gesto para tocar el brazo de la vicepresidenta Camarero para advertirle de que la presidenta de la Cámara le estaba pidiendo que se callara.
Lo ajeno a su entorno que se encuentra se dejó ver en la idea de proponer a los grupos de la oposición que aporten técnicos para trabajar en los planes marco y que estos se incorporen contratados como personal eventual de la administración. “Eso no puede ser”, afirman fuentes de la Generalitat que indican que esta tiene sus propios técnicos y las decisiones no se pueden adoptar por la indicación de personas ajenas a ella.
Gan Pampols ha pedido también que no se le reclamen “juicios del pasado”. Sin embargo, no le costó confirmar la existencia de fallos en los planes y protocolos de alerta y calificó de “error de comunicación” el que varias de las preguntas a las que ha sido sometido se refieran a su sueldo. El militar asegura que no sabe lo que va a cobrar y que no negoció la modificación de la norma que para que el cálculo del sueldo al incorporarse a la administración autonómica tenga en cuenta “la actualización de las retribuciones que hubiese tenido derecho percibir si se hubiesen mantenido en el servicio activo en el puesto de trabajo que ocupaba previamente a su situación de cese, reserva o retiro”.
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