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El Team New Zealand descarta celebrar la próxima edición de la Copa del América en Barcelona

Grant Dalton comunica que la regata quiere crecer y que la capital catalana se queda pequeña. En Valencia, Mazón y Catalá apuestan por que la regata “vuelva a su casa natural”

Los miembros del equipo Emirates New Zealand, vigente campeón, celebran la victoria en la Copa América este sábado, en Barcelona.
Los miembros del equipo Emirates New Zealand, vigente campeón, celebran la victoria en la Copa América este sábado, en Barcelona.Quique García (EFE)

El Team New Zealand, organizador y ganador el pasado sábado de la 37 edición de la Copa del América, ha comunicado este martes por la tarde que descarta celebrar la próxima edición de la competición de vela en Barcelona. En una nota de prensa titulada “Mirando al futuro construyendo sobre el éxito de Barcelona”, la organización cuantifica el público asistente al evento en 2,5 millones de personas desde agosto hasta este mes y celebra un incremento de audiencias televisivas del 50%. Su líder, Grant Dalton apuesta por seguir creciendo y asegura que “sería difícil ampliar el número de equipos en función del espacio de infraestructura disponible en Barcelona”. “Como resultado de estos éxitos, sabemos que tenemos varias propiedades valiosas que deseamos seguir construyendo. Mantenemos la mente abierta sobre la mejor manera de lograr esto con una sede, o diferentes sedes, que puedan potenciar la 38ª Copa América con una mayor huella global, más equipos y mayores oportunidades de expansión general”, asegura en el texto.

“Buscamos aumentar la audiencia y la participación en diferentes regiones, territorios y datos demográficos”, añade el consejero delegado de America’s Cup Event y del equipo neozelandés. El breve comunicado de los kiwis zanja las especulaciones sobre si la competición de la llamada Fórmula 1 del mar celebrará su próxima edición en Barcelona, cuando ni el equipo ni el gobierno del alcalde Jaume Collboni se habían pronunciado públicamente sobre el futuro.

Mientras, el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, y la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ambos del PP, han vuelto a la carga este martes con su ofrecimiento de la ciudad para albergar de nuevo la Copa del América, tras concluir el pasado sábado su 37ª edición en Barcelona. El PP siempre ha defendido el impacto económico y publicitario de las ediciones de 2007 y 2010 celebradas en aguas de Valencia, hasta el punto de que Mazón se ha referido a esta como “la casa natural” de la competición náutica.

“Ya he dicho que he hecho, hago y haré todo lo posible para que la Copa América vuelva a su casa natural, que es Valencia, y que incomprensiblemente [el expresidente Ximo] Puig y -el exalcalde Joan- Ribó dejaron escapar”, ha manifestado el presidente valenciano preguntado por la cuestión. Ambos “bajaron los brazos de una forma insultante para el pueblo valenciano”, por lo que se mantendrá en la “dinámica de seguir intentándolo por difícil que pueda parece”, ha agregado Mazón, en declaraciones recogidas por Efe.

Antes de la elección de Barcelona, Grant Dalton, gerente del velero defensor del título ahora revalidado, el Team New Zealand, tanteó la posibilidad de que esta última edición se celebrase en Valencia. No obstante, el anterior Ayuntamiento, gobernado por Compromís y el PSPV-PSOE, y también la Generalitat de izquierdas, desechó el ofrecimiento por su coste y por un retorno muy dudoso. Cifraron el canon en cerca de 80 millones de euros y sumaron otras cantidades en diversos conceptos, lo que elevaba el coste final del evento para las administraciones públicas a cerca de 120 millones de euros. Compromís había sido especialmente beligerante con la organización de la Copa del América en 2007 en Valencia, a diferencia de los socialistas.

Las obras de construcción de la nueva Marina del puerto de Valencia, que se realizaron con motivo de la competición de 2007, costaron cerca de 320 millones. Finalmente, el Gobierno de España asumió el pago del préstamo del ICO para la consecución del proyecto, tras la falta de aportación de fondos por parte del Consorcio. El Gobierno, la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia habían creado un consorcio para sufragar La Marina y explotarla. Este espacio se ha convertido en un nuevo centro de ocio de la ciudad y en polo de empresas tecnológicas y de emprendimiento. La Marina es el mayor legado de la competición de 2007.

La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha añadido este martes una razón más a su argumentario a favor de la Copa del América. Aseguró que es que es coherente con la voluntad de restringir los apartamentos turísticos porque su impacto no es puntual sino permanente. “El evento de la Copa América, tal y como lo estamos estudiando, comportó que muchas personas integrantes de los equipos se vinieron a vivir a Valencia y mucha gente se ha quedado. No es un turismo puntual sino un impacto económico permanente en el tiempo y en ese sentido, cuando hay un impacto que permanece y es positivo, lo tenemos que valorar de otra manera”, explicó Catalá en declaraciones a los medios.

“En Valencia en lugar de apostar por un turismo low cost’, por un turismo de horas, que no genera impacto, hay que apostar por un turismo especializado, de calidad, que genere impacto y dentro de esa estratega veo absolutamente coherente nuestra estrategia por Copa América”, señaló la primera edil, que ambiciona seguir la estela de Rita Barberá, la alcaldesa del PP (fallecida en 2016) que logró la elección de Valencia como sede por parte del equipo entonces defensor del título, el suizo Alinghi.

Preguntada la alcaldesa Catalá por la deuda que dejó el evento en las arcas municipales, ha señalado que si se vuelve a optar a acoger el evento, las administraciones deberían impulsar pero el sector privado tendría que colaborar. “Las cosas cambian y siempre trabajamos en estos acontecimientos con la presencia si puede ser de patrocinadores privados que contribuyan a estas cuestiones. Pensamos que la administración puede impulsar pero que si hay un rédito, el sector privado también tiene que ayudar”, señaló.

“La verdad es que no es una cuestión que descartamos. Es un tema en el que trabajamos tranquila y prudentemente y hay que verlo. Pensamos que es un acontecimiento que en su día a la ciudad le reportó ventajas. Vamos a trabajar para recuperar”, explicó Catalá en declaraciones a los medios. “Lo dije en campaña electoral, no estoy diciendo nada que no dijera en su día, pero es cierto que el anterior gobierno, tanto autonómico como local, bajaron los brazos y perdieron la oportunidad en beneficio de Barcelona, ha generado una serio competidor, que es Barcelona, que ha hecho unas instalaciones y que evidentemente es un competidor que no existíamos y ahora tenemos”, añadió.

El gobierno de Collboni mantiene silencio

En Barcelona, por ahora el gobierno del alcalde Jaume Collboni no se ha pronunciado públicamente sobre la continuidad. En público el edil y concejales socialistas han aplaudido la celebración de la competición, pero en privado mantienen que no tienen intención de repetir la experiencia si cuesta dinero a las arcas públicas. Esta vez la ciudad ha pagado unos 70 millones de euros para convertirse en sede. La idea es no pronunciarse hasta que lo haga Grant Dalton. Tras ganar la regata, el velero del Team New Zealand mostró el pasado sábado una bandera de agradecimiento a la ciudad: “Moltes gràcies, Barcelona”, sin aclarar si hasta pronto o adiós. “Todas las administraciones han estado increíbles por cómo nos han acogido desde que llegamos”, compartió el jefe del equipo neozelandés. Las patronales, gremios y lobbies de la ciudad han aplaudido la iniciativa, que han vivido como una forma de exhibir que se ha pasado definitivamente página del procés independentista y que Barcelona vuelve a atraer grandes eventos internacionales.

Más allá del gasto, en Barcelona tampoco no ayudado la dificultad de las administraciones para seducir a una ciudadanía que hasta los últimos días de competición no ha respondido a las expectativas. Ha habido expresiones en contra, como una manifestación una semana antes de la final, pero sobre todo, ninguneo por parte de los barceloneses ante una competición sobre la que también se han cuestionado las cifras de audiencias televisivas y de público en las que se basaron estudios favorables a su celebración.

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