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Vecinos expropiados por la mediática ampliación del IVAM que nunca se hizo: “Es una vergüenza”

54 familias de Valencia fueron obligadas a dejar sus casas hace 16 años por un proyecto que derivó en un fallido jardín donde duermen personas sin techo. El museo retirará las esculturas instaladas

Lola, Francisco, Pili y Francisco vivían en los edificios donde ahora se asienta el jardín lleno de enseras de personas sin techo que duermen allí, en una imagen tomada este viernes.
Lola, Francisco, Pili y Francisco vivían en los edificios donde ahora se asienta el jardín lleno de enseras de personas sin techo que duermen allí, en una imagen tomada este viernes.Mònica Torres
Ferran Bono

Una escultura de Miquel Navarro también puede servir de tendedero. Algunas personas sin techo que duermen en el jardín de la trasera del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) aprovechan su superficie para extender al sol la ropa que lavan en la fuente del pequeño parque infantil de un rincón. El hueco entre la estructura de acero corten y la pared del museo es empleado para guardar enseres. Con cartones y colchones desvencijado se habilitan camas a los pies de una obra de Andreu Alfaro.

Una escultura de Miquel Navarro también puede servir de tendedero. Algunas personas sin techo que duermen en el jardín de la trasera del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) aprovechan su superficie para extender al sol la ropa que lavan en la fuente del pequeño parque infantil de un rincón. El hueco entre la estructura de acero corten y la pared del museo es empleado para guardar enseres. Con cartones, lonas y colchones desvencijados se habilitan camas a los pies de una obra de Andreu Alfaro.

“Dormimos aquí y de vez en cuando nos echa la policía. No hemos conseguido albergue”, comenta un marroquí en un perfecto español que aprendió en clase en su país. Se dedica a recoger chatarra y explica que la imagen que “se vende en su país” de Europa como un paraíso y que te dan ayudas de hasta 2.000 euros es no solo falsa, sino interesada, porque así las mafias se aprovechan para cobrar hasta “8.000 euros” para entrar en España, dice. “Luego la gente viene aquí y choca con la realidad”, añade el hombre, que prefiere no dar su nombre, junto a la escultura-muro creada por la artista Victoria Civera que muestra una visionaria frase del escritor alemán Erich Kästner: “No hay nada bueno/ a no ser que se haga”.

Vista del solar-jardín de la calle Benficència de Valencia, con el instituto Barri del Carmen, a la izquierda, y la trasera del IVAM a la derecha.
Vista del solar-jardín de la calle Benficència de Valencia, con el instituto Barri del Carmen, a la izquierda, y la trasera del IVAM a la derecha.Mònica Torres

Lola Castelló tiene su propia frase para resumir el solar o jardín de esculturas en que se convirtió el mediático proyecto de ampliación del IVAM, por el que fue expropiada su casa y el de otras 53 familias hace más de 15 años: “Cuando las cosas empiezan mal, acaban peor”. Cuando mira en qué ha quedado el proyecto cuyo interés social justificó la expropiación, coincide con la impresión que les causa a los que eran sus vecinos, Pili Castelló, Fernando Lago y su hijo (del mismo nombre), que también se han prestado a recordar su experiencia: “Es una vergüenza”. “Nos tiraron para nada, con los solares que había y hay en el barrio”, comenta Pili, que guarda todos los recortes de periódicos sobre la expropiación y la lucha por mantener sus casas en el barrio del Carmen de Valencia, que sufre el problema de la histórica disminución de vecinos en paralelo al paulatino aumento de turistas. “Yo pasé de un piso de 90 metros cuadrados a otro de 60, recuerda Francisco.

Al menos ellos lograron ser reubicados en el mismo barrio tras un sorteo. Otros, no. “Nos enteramos de la ampliación del IVAM por la tele, cuando salió [Eduardo] Zaplana [presidente de la Generalitat entre 1996 y 2002] y lo contó. Fueron ocho años de lucha, sufrimiento y pérdida”, comenta Pili. “Nos enseñaban el precio que nos ofrecían por nuestras casas en un pósit, de malas maneras”, rememora Francisco. Los edificios colindantes con el museo, frente al instituto del barrio y al lado de un colegio infantil, fueron derribados en 2011.

La posible ampliación del IVAM, inaugurado en 1989, se recogía ya en los planes urbanísticos de los 80, pero no fue hasta finales de los 90 cuando empezó a plantearse, primero como un proyecto de continuidad con el edificio existente y luego con uno mediático, rompedor, al calor del efecto Guggenheim. El prestigioso estudio de los japoneses Sanaa (años después ganaron el Pritzker) diseñó una piel metálica translúcida de 30 metros de altura que cubría todo el edificio actual del IVAM, incluido el actual solar de esculturas donde se iba a ubicar un auditorio. Solo el proyecto, presentado oficialmente en 2003, costó cinco millones de euros a la Generalitat. Nunca se llegó a desarrollar.

El museo hizo de la necesidad virtud y, sin apenas recursos tras la crisis de 2008, creó en 2019 el llamado Pati Obert con esculturas de su colección, un espacio inconcluso convertido en un “insólito ejemplo entre jardín y solar”, señala con ironía Toni Casola, dirigente histórico de la asociación Amics del Carme, que inaugura este lunes la exposición Solars en Trànsit en el Mesón de Morella. Administrativamente es un solar pero aparentemente es un jardín, uno de los motivos de desencuentro entre el Ayuntamiento y la Generalitat.

Ahora, el IVAM “está trabajando con un equipo de arquitectos y paisajistas en la actualización del proyecto de mejora del Pati”, indican fuentes del museo. “La intención es llevarlo a cabo en 2024 y el proyecto incluye la retirada de las esculturas y el ajardinamiento de la zona. Al mismo tiempo, se están estudiando mejoras en la vigilancia así como la incorporación de la fachada al proyecto. Por ello, se está en conversación con la Consellería de Educación y Cultura y con el Ayuntamiento”, añaden.

A lo largo de estos años, el museo ha contactado con fundaciones para intentar ayudar a las personas de numerosas nacionalidades, también española, que usan para dormir el jardín y otros espacios del barrio del Carmen, que concentra buena parte de los servicios sociales de atención a los sin techo e inmigrantes de Valencia. También encargó al artista y fotógrafo Sergio Belinchón un trabajo de recuperación de la historia del solar, de la lucha vecinal, las promesas incumplidas, el vaciamiento de las viviendas y la posterior okupación, el trapicheo de droga o el chabolismo en el solar abandonado. El proyecto se plasmó en el libro Jardí, que vecinas como Pili guardan como un preciado archivo. Fue editado por el propio IVAM, cuya proyecto de ampliación expulsó a sus vecinos más cercanos.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.
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