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PERIODISMO

“Madrid es el gran centro de todo y el resto somos una zona de ocio o un polígono industrial”

El periodista valenciano Miquel Alberola publica un libro con reflexiones y crónicas personales, salpicadas de ironía, a partir de su trabajo como corresponsal en la Casa Real y el Congreso

El periodista y escritor valenciano Miquel Alberola fotografiado este martes en Valencia.
El periodista y escritor valenciano Miquel Alberola fotografiado este martes en Valencia.MONICA TORRES
Cristina Vázquez

El periodista y escritor Miquel Alberola (València, 64 años) llegó en 2015 a Madrid “sin haber comprado boletos en esa rifa y sin manual de instrucciones” con una gran ciclogénesis a punto de estallar en la política española. El diario EL PAÍS, en el que ha trabajado 30 años, decidió en 2015 trasladarlo de la redacción de Valencia a la capital y le dio la corresponsalía de la Casa Real primero y más tarde se incorporó al grupo que informa del día a día del Congreso y el Senado. El momento era histórico: en La Zarzuela, el nuevo Rey se esforzaba por recuperar la credibilidad de la Corona tras la abdicación de un Juan Carlos I sumido en el escándalo. Y en la escena política, “la condescendencia de los grandes partidos con la corrupción alentó a las fuerzas emergentes a disputarles la hegemonía. España se sumió en una serie de procesos electorales improductivos que dividieron el país en dos bloques que no sumaban”. Y por si faltaba algo, estalló el procés catalán, cuenta el periodista en su libro Cròniques des de Madrid. Un periodista a la Cort, recién publicado en valenciano por la editorial Drassana.

“Soy un periodista en el sentido más patético de la expresión: una especie en extinción”, confiesa cáustico el autor en alusión a la dinámica vertiginosa de la profesión, sin tiempo para recrear ambientes y aventurando crónicas casi antes de que sucedan las cosas. Llegó a Madrid, “ese agujero negro ultramasivo”, en la cincuentena de su vida y convirtió las crónicas que ahora publica en una especie de terapia. Volvió prejubilado a su ciudad en 2021. Admirador de la sosegada prosa de José Martínez Ruiz, Azorín, se hizo las mismas preguntas que se había hecho el escritor de Monòver unas cuantas décadas atrás cuando llegó a la capital: “¿Qué podré escribir yo en Madrid? ¿Conozco a alguien en Madrid?”, parafrasea Alberola al autor alicantino.

El periodista describe en su libro con minuciosidad la atmósfera de aquellos días y alumbra un libro, que prologa el escritor y amigo Manuel Vicent, de 55 crónicas literarias de gran calidad, en palabras del editor de Drassana Vicent Baydal y del escritor Ferran Torrent. “Son crónicas literarias, no periodísticas. Inéditas e insólitas. Miquel sabe poner perfectamente el adjetivo a sus escritos tanto cuando es periodista como cuando es escritor. Siempre que lo leo, lo hago con placer”, añadió en la presentación en Valencia del libro el veterano periodista J. J. Pérez Benlloch después de leer episodios en los que el autor describe sus viajes con los Reyes de España a Reino Unido y Japón -donde esperaban las bendiciones de las dos grandes monarquías del mundo-, a Argentina, Perú, Iraq o Mozambique.

Cuenta Alberola cómo hizo del Rey un género literario ante la escasa información que daba la Zarzuela de sus audiencias, donde en unos segundos, Felipe VI salía a recibir a su invitado, se daban la mano para la foto de rigor y se metían en el despacho. Todo lo demás quedaba a expensas de un escueto y plano comunicado, al background y al oficio de cada uno. “El Rey opina de todo, lo que pasa es que no se puede publicar nada”, precisa. Alberola palpó el descrédito de la institución mientras el nuevo Rey trataba de despegar la institución con más ejemplaridad, transparencia, cercanía y menos gasto. Pero todo eso se truncó por la congestión política de España. Y por si faltaba algo, llegó el procés catalán, “un gran fracaso de la política porque se rompieron todos los puentes entre el Gobierno español y el catalán”, asevera.

El trabajo en el diario, sus crónicas, se convirtieron en una terapia para no caer en la depresión después de la conmoción que le supuso dejar su casa de un día para otro. Por las noches -no tenía televisor en la casa alquilada en Madrid- reconstruía lo que no tenía cabida en las páginas del periódico. “Sentí agobio al principio y alguna inseguridad. Vengo de familia republicana… Era una gran responsabilidad y no sabía si podría hacerlo”, recuerda de sus primeros pasos en la Casa Real.

Pero la primera etapa madrileña fue gratificante, hizo amigos, viajó y vivió un momento político de cambio, plagado de tensiones y de desenlaces impredecibles. “Me sentí muy bien acogido por mis compañeros y de Madrid solo puedo decir que le pasa como a tantos otros lugares: la expresión política de una ciudad es muchas veces terrible pero siempre son más progresistas y encantadoras que sus representantes. Madrid tiene una gran oferta cultural, mucha interacción social y un agua potable buenísima”, apunta.

Alberola reconoce que recién llegado a la capital se sintió “un extraterrestre [venido del Mediterráneo] porque la visión que hay de España es la que se tiene de Madrid. Desde la mayoría absoluta de José María Aznar ha habido una acción política para convertir Madrid en el hub de España, es el gran centro de todo y el resto somos una zona de ocio o un polígono industrial”, opina. Y añade: “Se ha intentado hacer de España una sinécdoque de las Castillas y de Madrid. España tiene que ser lo que son ellos y los demás nos tenemos que adaptar a esa horma, lo cual es terrible porque la pluralidad es más enriquecedora desde todos los puntos de vista”. Alberola ha vuelto a Madrid y lo seguirá haciendo porque es una ciudad que le gusta y en la que tiene amigos, “pero uno se hace mayor y tiene que volver a casa”, confiesa.

Miquel Alberola, esta semana en Valencia.
Miquel Alberola, esta semana en Valencia. MONICA TORRES

De la Corona, ha vivido en primera fila el cambio dinástico, con un Felipe VI tratando de dar una imagen a la institución totalmente diferente a la que ofrecía su padre: campechano, omnipresente…: “Luego descubrimos que detrás de esa campechanía había montones de basura”, apostilla Alberola. El nuevo Rey de España se inclina hacia el lado contrario, siempre parece demasiado serio, y toma una serie de medidas de ejemplaridad, de transparencia, de cortafuegos con su padre y con su hermana, salpicada por el caso Nóos. “Porque hay un momento en que corre serio riesgo de desaparecer”, aventura después de recordar que el día en que la Comisión Europea decidía si intervenía económicamente España, Juan Carlos I estaba de safari en Botsuana. El mapa político había cambiado y emergieron partidos que eran republicanos, pero no a la manera sentimental del PSOE, “sino que estaban todo el día sacudiendo el cocotero y hubo un momento de serio riesgo de que la monarquía se acabase”.

A partir de ahí el periodista valenciano explica la cerrazón informativa de la Zarzuela. “La Casa Real temía que el enemigo se movilizase, así que la mejor manera para evitarlo es no hacer nada”, apunta convencido de que la Monarquía sobrevivirá en España mientras el PSOE no varíe su postura. “En los años 30 del siglo pasado que un país fuera una Monarquía o una República te cambiaba la vida pero ahora ¿qué cambiaría? Ponerse de acuerdo para elegir a un presidente de la República, con los consensos que hay, sería un proceso muy duro”, aventura. De sus idas y venidas a la Zarzuela guarda muchas anécdotas y reflexiones pero la más desconcertante, sin duda, fue la de descubrir que un churrero republicano es quien suministra al palacio de esa fritura que tanto le gustaba a Juan Carlos I.

El periodista se pregunta -y le preguntan- qué va a hacer a partir de ahora. “No tengo más proyecto que promocionar este libro”, agrega mientras su teléfono suena cada dos por tres para pedirle entrevistas.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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