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Vinos y cava valencianos, profetas en su tierra

Las denominaciones de origen de la Comunidad Valenciana revelan una tendencia de consumo al alza en el mercado más cercano después de innumerables reconocimientos

Cava valenciano
Bodega Dominio de la Vega, en Requena.Mònica Torres
María Fabra

Las botellas de vino de Valencia, Alicante, Castellón o Utiel-Requena visten las mesas igual, o mejor, que las de cualquier otra denominación de origen. También las de cava valenciano riegan las sobremesas con la misma, o mejor, calidad que otros productos. No hace falta más que consultar los premios recibidos o el aumento de su consumo y venta. Atrás quedaron los esnobismos de buscar en orígenes lejanos el maridaje perfecto y los vinos autóctonos, tranquilos o espumosos, dibujan una tendencia al alza en las cifras de consumo del mercado más cercano. Son ya profetas en su tierra.

La Comunidad Valenciana destina al cultivo de la vid unas 63.000 hectáreas. Pese a que las zonas vitivinícolas están muy determinadas (a las denominaciones de origen, DO, se suma la Indicación Geográfica Protegida, IGP, de Castellón), hasta en un 35% de los municipios valencianos está presente el viñedo. Según el informe La importancia económica y social del sector vitivinícola en la Comunidad Valenciana, realizado por la Interprofesional del Vino de España (OIVE), el sector vitivinícola es responsable del 1,7% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Comunidad Valenciana y genera un Valor Añadido Bruto superior a los 1.885 millones de euros anuales, de los que el 55% (1.040 millones de euros) corresponden a contribución directa del sector.

Pero no solo se beben vinos en el mercado local y nacional. El interés por los productos valencianos es evidente al otro lado de las fronteras, ya que las ventas al exterior de productos vitivinícolas suponen, en algunos casos, cerca del 65% de su producción. Los destinos muestran una elevada diversificación geográfica aunque son cinco los que concentran el 40% de las exportaciones totales del sector. Entre ellos se encuentran Francia, Alemania e Italia y ya empiezan a marcarse como comunes los mercados chino y estadounidense.

En el caso del cava de Requena, el hecho de que la denominación de origen esté compuesta por varias zonas productoras repartidas por toda España dificulta la obtención de datos, pero el hecho es que los elaboradores de Requena producen unos diez millones de botellas cuando hace una década esas cifras se limitaban a entre tres y cuatro millones. Además, las bodegas brindarán este año con más motivos que nunca después de que la justicia haya avalado su derecho a utilizar la denominación Requena (único municipio de la Comunidad Valenciana admitido en la DO Cava) en sus etiquetas, tras la negativa del consejo regulador, copado por productores catalanes, que pretendió impedir su identificación por la zona geográfica en la que se elabora.

Según la OIVE, los vinos valencianos necesitan ganar notoriedad, que se les conozca más. El caso es que, cuanto más se les conoce, más interesan y prueba de ello no solo es el aumento del consumo dentro y fuera, sino también la cada vez más notable calificación y premios que reciben y el incremento del interés en el enoturismo valenciano.

La vitivinicultura contribuye a generar 32.160 empleos en la Comunidad Valenciana a tiempo completo, con 19.437 viticultores, asentados especialmente en las zonas de interior, lo que supone también un empuje en áreas menos pobladas. A ello se une el enoturismo, que atrajo, en prepandemia, a unos 134.000 visitantes anuales animados no solo por los vinos sino también por el paisaje, el patrimonio y la historia a establecimientos cuidados como Vila Sira, a las puertas del Parque Natural de la Hoces del Cabriel, o las orginales catas bajo las estrellas de Bodega Flors, en Les Useres.

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La Comunidad Valenciana cuenta con tres Denominaciones de origen: la DO Utiel–Requena, la DO Valencia y la DO Alicante. Además, en Castellón existe, desde 2003, una identificación, la Indicación Geográfica Protegida (IGP), que agrupa a los vinos obtenidos íntegramente de uvas producidas dentro del área determinada.

Las tres denominaciones de origen valencianas tienen la misma antigüedad y, pese a la diversidad de sus productos, comparten virtudes y retos. Los vinos valencianos han registrado en los últimos años una eclosión. Se han perdido los complejos ante orígenes más clásicos y las promociones, eventos y estudios han certificado el interés por los productos que ofrece el viñedo valenciano. Fuentes de cada una de las tres denominaciones atestiguan la tendencia de que los consumidores locales perciben, de la misma manera, la calidad de los productos y eso se traduce en un aumento del consumo. “Las bodegas también se lo creen más”, afirman fuentes de la DO Utiel-Requena que aseguran que tanto profesionales de la restauración como consumidores finales acuden a los eventos y actos de promoción sin que apenas se les tenga que convocar “porque el interés es cada vez mayor”. En Alicante, algo más de la mitad de las ventas nacionales (el 75% de su producción) se quedan en el mercado local. Fuentes de esta DO señalan que aunque no existe datos de ventas en la hostelería sí se percibe un consumo cercano. Y en Valencia, el 63% de la comercialización nacional, se queda en la Comunidad Valenciana. Fuentes de la DO muestran su satisfacción porque “la presencia de nuestros vinos a nivel local es cada vez más importante”. Para todos ellos, ser profetas en su tierra es un gran logro y un acicate para la autoestima cuando nada tienen que envidiar a los productos de otros orígenes.

El cava ha llevado un camino algo diferente. Desde la creación de la Asociación de Elaboradores de cava de Requena, las bodegas han apostado por unos espumosos de calidad alta y su consideración se ha reflejado en reconocimientos internacionales y en el crecimiento de dos dígitos que han mantenido en la producción de botellas durante los últimos años, con la salvedad de 2020 por la pandemia de coronavirus. Este año, el consumo en esta zona del Mediterráneo ha crecido casi un 11%.

Calidad certificada

Las virtudes de los vinos valencianos no se quedan en las cifras, las cantidades o el consumo. La única manera de evaluar la calidad de los productos son los concursos y premios internacionales y las guías y puntuaciones que hacen críticos (Parker y Peñín) o quienes ostentan la calificación de Master of Wine (Maestro del Vino), considerado como uno de los mayores reconocimientos en la industria del vino (como Jancis Robinson). Estas reflejan, de la misma forma, una evolución más que notable. Cada vez son más los vinos que logran puntuaciones sobresalientes y mejores notas así como premios internacionales. En Alicante, este año, destacan productos de la bodega Casa Agrícola, Pepe Mendoza, y los fondillones, un vino añejo natural, único en el mundo y el primero en tener nombre propio y reconocimiento de la Unión Europa que, pese a sus altas calificaciones, no tiene gran demanda. La DO Valencia ya contaba en la anterior campaña con un 25% de sobresalientes en los vinos presentados a la Guía Peñín. En la actual edición, este porcentaje ha subido a cerca del 50%. La Parker destaca los tintos Simeta, de Javi Revert Viticultores, y Los Frailes 1771 y Peñín, el blanco Sofía Noble 2017 Barrica Dulce, de Bodega De Moya. Y en Utiel-Requena, la guía Peñín ha otorgado valoraciones sobresalientes a 50 vinos de la denominación de origen entre los que destacan, como excelentes, Pasiego Julieta Dulce Natural 2017 Dulce, de Bodegas Pasiego, Mudare 2019, de Chozas Carrascal, e Impromptu 2021, de Bodegas Hispano Suizas.

Las bondades de la viticultura valenciana no acaban ahí. La llegada de bodegueros jóvenes está provocando la elaboración de productos valientes como los hermanos Bruno y José Luis Murciano, en Caudete. Además, el consumidor final percibe una notable relación entre la calidad y el precio, lo que hace posible comprar vinos laureados como el Finca La Beata, de Dominio de la Vega, por menos de 40 euros, el Giró de Abargues 2019, de Pepe Mendoza, o un Finca Terrerazo 2019, de Bodega Mustiguillo por poco más de 25 euros, o los Tarima, de Bodegas Volver, o el blanco Cor Salvatge de Luis Corbí Coloma, por alrededor de 10. Y lo mismo ocurre con cavas como el de Murviedro, Arts de Luna Brut Nature, el Pasión Cuvée ecológico o el Nodus, que rondan los 10 euros.

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