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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

O(l)tras políticas

Mónica Oltra es la principal promotora de esta aventura y la que más réditos puede obtener, pero no solo aporta sus luces: también le van a acompañar sus sombras

Miquel Alberola
Mónica García, Yolanda Díaz, Ada Colau, Fátima Hamed y Mónica Oltra, Ada Colau, el pasado sábado en Valencia.
Mónica García, Yolanda Díaz, Ada Colau, Fátima Hamed y Mónica Oltra, Ada Colau, el pasado sábado en Valencia.Mònica Torres

La escenificación el pasado fin de semana en un teatro de Valencia de que puede existir una opción para la izquierda, sobre todo más allá del PSOE, atractiva, dinámica, diligente, con posibilidades y, por usar la expresión de la vicepresidenta Mónica Oltra, “menos fálica” (más vaginal, se infiere), ha inyectado ilusión en el caladero electoral que se ha sentido sistemáticamente defraudado por los socialistas y, de forma más reciente, por Podemos y otras organizaciones del espectro. La conjunción de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Unidas Podemos); la líder de la oposición madrileña, Mónica García (Más Madrid), la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (Barcelona en Comú), la a portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Ceuta, Fátima Hamed, y la vicepresidenta valenciana (Iniciativa), está cargada de potencial, sugerencias y, como ha apuntado la ministra, podría ser “el comienzo de algo maravilloso” (para el sector).

Más allá de las sinergias virtuales que plantean el nexo y el rumbo de estas cinco mujeres y las opciones que representan (y de las caricaturas que la derecha y la extrema derecha han expelido desde la soberbia genital y la arrogación patrimonial de la política), esta exhibición también puntea no pocas grietas en el orden establecido de la izquierda. El caso de Compromís es el más inmediato, por ser Oltra la principal promotora de esta iniciativa y la que, aparentemente, más réditos puede obtener en la operación y que más la necesita. Pone en el mercado el relato de la construcción de una fresca plataforma desembaraza de siglas desgastadas (con ingredientes de progresismo urbano, sororidad y empoderamiento) que permita su continuidad política más allá de Compromís y más allá de la Comunidad Valenciana. La maniobra no solo pone fecha de caducidad a su simbiosis con Compromís (un partido sin líderes y una líder sin partido), cada vez más deteriorada e insostenible: también apunta a llevarse en las urnas buena parte del electorado que ha llevado a las instituciones de gobierno a este partido y a rebañar en los márgenes del voto de Podemos y el PSPV-PSOE.

Y casi otro tanto se podría decir de la mayoría del resto de políticas que se han embarcado en este propósito, puesto que son líderes (con sus especificidades) sin demasiada implantación en las estructuras que las sustentan y necesitan una plataforma propia que, en caso de naufragio, les permita replicar en el ámbito nacional su posición y rentabilizar el capital político que han logrado. O por lo menos, tomar el control de las actuales y surfear la ola. Pero Oltra no solo aporta a esta aventura sus luces: también le van a acompañar sus sombras, que la han convertido en los últimos tiempos en el flanco más vulnerable del gabinete de Ximo Puig (en el que las fricciones son cada vez más eléctricas). O así por lo menos la perciben sus principales depredadores: el PP y Vox. El PP ya ha logrado que el Comité de Peticiones de la Unión Europea investigue los supuestos casos de abusos a menores en centros que son de su competencia en la Comunidad Valenciana. Y entre ellos, sin ser imputable a ella por el vínculo, el de su exmarido, que fue procesado por abusar de una joven en una de estas instalaciones, con la coincidencia en las conclusiones de seis magistrados y una fiscal de que la consejería que dirige no actuó a tiempo para proteger a la víctima. Es evidente que ni el PP ni Vox van a soltar ese bocado y que los mordiscos se van a amplificar con insistencia en la caja de resonancias de España. Es algo que no va a poder eludir, que ya está afectando al Gobierno de la Generalitat y que podría condicionar el proyecto presentado el sábado en Valencia. Puede que Mónica Oltra baile sola (Amparo Tórtola), pero su ritmo lleva implícitos el lastre y las turbulencias para la tripulación de este ilusionante vuelo y, sobre todo, para políticas ascendentes como Yolanda Díaz y Mónica García. Pero qué sería una aventura sin riesgos.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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